PARÍS – Las calles de Francia se convirtieron por tercera noche consecutiva en un campo de batalla ante las violentas protestas en reacción a la muerte de un menor de 17 años por los tiros de la Policía en la ciudad de Nanterre, en la periferia de París.
Las autoridades arrestaron a unos 600 manifestantes, más de 300 principalmente en París, y 200 policías resultaron heridos en la noche del jueves.
El ministro del Interior, Gerald Darmanin, denunció el viernes lo que llamó una noche de “violencia rara”. Su oficina describió los arrestos como un fuerte aumento de las operaciones anteriores como parte de los esfuerzos generales del gobierno para ser “extremadamente firme” con los alborotadores.
El gobierno no llegó a declarar el estado de emergencia, una medida tomada para sofocar semanas de disturbios en Francia que siguieron a la muerte accidental de dos niños que huían de la policía en 2005.
Macron dijo que “escenas de violencia” de las últimas horas “contra las instituciones de la República son injustificables”.
El presidente, que también ha denunciado en unas palabras preliminares abiertas a la prensa, las “tentativas de recuperación” de la muerte del joven Naël por los disparos de las fuerzas del orden, insistió en que ahora hay que “proteger las instituciones” y preparar los próximos días para que vuelva la calma.
En los disturbios no sólo fueron incendiados decenas de vehículos, sino edificios públicos como ayuntamientos, comisarías o colegios.
Entre los ayuntamientos que fueron pasto de las llamas estuvo el de Garges le Gonesse, en el extrarradio norte de París.
En el origen de todo está la muerte en Nanterre el martes por la mañana de un joven negro que conducía sin carné un Mercedes deportivo amarillo alquilado por un conocido y que, después de ser detenido por una pareja de policías, recibió un tiro a bocajarro de uno de los agentes cuando arrancó con el vehículo para intentar escaparse.
Los dos agentes dijeron inicialmente que dispararon porque se habían visto amenazados, pero las imágenes grabadas por varios testigos desmintieron su versión y pusieron en evidencia que la huida del joven no puso en peligro su integridad.
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