Echaban humo las calculadoras porque el Athletic dependía de los pinchazos de sus rivales para poder acceder a Europa, aunque lo primero era hacer los deberes propios. Y los leones suspendieron con estrépito frente al Leganés. De haber ganado, hubieran reducido distancias con Real Sociedad y Getafe y habrían llegado con posibilidades muy reales a la última jornada.
Castillos en el aire. El Athletic nada se jugará en Los Cármenes contra un Granada que sí puede tener premio si suma los tres puntos. Otra decepción gorda para los bilbaínos, como sucedió la temporada pasada. Otro inoportuno patinazo. El espíritu del Sánchez Pizjuán se dejó ver por San Mamés.
La diferencia es que en Sevilla fue en la última jornada. Pero también cortó de raíz las ilusiones del Athletic, al igual que ayer. Un punto en Nervión les hubiera valido a los de Garitano para amarrar Europa. Los andaluces tenían opciones remotas de Champions antes de empezar, sin embargo se disiparon pronto. Un empate les beneficiaba a ambos conjuntos. Ni por esas pudieron los leones, que se pegaron varios tiros en el pie.
Otro punto en común con el compromiso con el Leganés. La expulsión de Unai Simón fue el principio del fin. Demasiados minutos jugando con diez en un mal momento. En el Pizjuán todo se torció al filo del descanso en un remate de Dani García contra su propia portería. Herrerín sacó como pudo, pero Ben Yedder no perdonó a la segunda.
La impotencia invadió al Athletic en el segundo periodo. Más de lo mismo ayer. La inferioridad numérica y la imprecisión de los rojiblancos cuando tuvieron la pelota en los pies se unieron en un cóctel mortal, para alegría de unos pepineros que continúan peleando por sobrevivir. Dos temporadas seguidas con final cruel. Iñigo Martínez estuvo cerca de enmendar el entuerto en Sevilla con un disparo que repelió el larguero. Luego Munir pondría la sentencia con el 2-0. Frente a los de Aguirre, el equipo se fue partiendo por la mitad hasta que se rompió del todo y Guerrero y Assalé no perdonaron.