Kimberly Ayala ha logrado convertirse en la primera abogada trans de Paraguay, país sudamericano donde las mujeres trans tienen una expectativa de vida media de 35 años y se han registrado 60 transfeminicidios desde 1989, sin atención alguna de parte de la justicia. Ayala tiene 29 años, nació en Hernandarias, una pequeña ciudad fronteriza con Brasil, y hace cinco terminó la carrera de derecho en la Universidad Nacional del Este de Paraguay, con honores. Pero cuando en 2015 solicitó por su juramento ante la Corte Suprema no obtuvo respuesta. Pasaban los meses y nada. Tuvo que insistir para que le respondieran que no podían procesar su pedido porque su foto “no coincidía con el nombre”.
Ayala explicó a la Corte que es una mujer trans y que quería jurar con su imagen actual, pero que no tenía problema en hacerlo con el nombre masculino que figura en su documento nacional de identidad. La funcionaria encargada le decía que su jefe no iba a firmar su solicitud. “Me sentí muy decepcionada, como fracasada”, cuenta Ayala. Pero no se rindió y se defendió a sí misma como si fuese su primer caso. Con el apoyo de otra abogada recurrió a la Secretaría de Género de la Corte Suprema, que le dio la razón y pidió revalorar la situación “so pena de que la institución caiga en un hecho de discriminación”.
A pesar de esto, la Corte no respondió su pedido. Ayala intentó comunicarse personalmente con los ministros, pero no hubo caso. No podía trabajar, vivía en casa de su madre jubilada y su padre funcionario en Hernandarias, una ciudad que se declara “provida” por resolución municipal y que prohibió en 2019 la marcha local por los derechos TLGBI. Ese mismo año, harta de la situación, Ayala acudió a la ONG Amnistía Internacional.
Esta organización tomó su caso por bandera y acompañó a Diversxs, Codehupy, Repadis y otros grupos locales. La campaña en apoyo a la primera abogada trans de Paraguay se inició en las redes sociales y llegó a los medios locales. El lunes, 9 de noviembre, Amnistía y las demás agrupaciones convocaron a la prensa y a sus voluntarios a acudir al Palacio de Justicia. Y así fue como medio centenar de personas y cámaras aguardaron frente a una de las instituciones más conservadoras del país, donde Kimberly Ayala pudo entrar y hacer su juramento vestida de chaqueta y falda, con la bandera arcoíris en su mascarilla, ante el presidente de la Corte Suprema de Justicia, Alberto Martínez Simón.
“Estoy muy feliz por este logro. Ahora mi sueño es ser jueza. Espero que despierte la esperanza para una población siempre tan invisibilizada y marginalizada. Un nuevo comienzo que puede tener un final feliz”, dijo Ayala tras ser nombrada abogada.
Vivir esperando la muerte
La población trans de Paraguay sufre violencias, discriminación y falta de acceso a derechos como el trabajo, la salud o la educación, según el informe Esperando la muerte, elaborado por el Centro de Documentación y Situación Trans de América Latina y el Caribe (Cedostalc), la Red Latinoamericana y del Caribe de personas trans (RedLactrans), y la organización Panambí, que nuclea a trans, travestis y transgénero en Paraguay.
El informe recuerda que las diferentes violencias y las condiciones de vida de las personas trans en la región hacen que la esperanza de vida promedio de una trans en Paraguay y en América Latina sea de 35 años: la mitad de lo que se espera que viva una persona cisgénero.
Yren Rotela, una veterana activista de los derechos de las personas trans en Paraguay que mantiene una demanda de cambio de nombre desde hace cuatro años, dijo que el caso de Ayala “marca un antes y un después para nosotras, nosotros y nosotres en la lucha por el derecho a ser quienes realmente somos y por el derecho a una educación verdaderamente inclusiva”. “Seguiremos trabajando, luchando por las que están vivas, por las que asesinaron, por nuestras compañeras migrantes, por nuestras compañeras rurales y por las que van a venir”, añadió Rotela, que también acompañó a Ayala el día de su juramento. “Este es un paso histórico para la comunidad TLGBI y hoy estamos muy felices de compartirlo”, dijo también la directora de Amnistía Internacional Paraguay, Rosalía Vega.
Ayala espera encontrar trabajo pronto. Mientras busca oportunidades, planea un proyecto junto a Rotela para asistir a las personas trans encarceladas. “Queremos ir a las cárceles a ayudar a las compañeres trans en la prisión, porque son las más abandonadas e invisibilizadas. Queremos mejorar su calidad de vida dentro y fuera para que cuando salgan puedan tener un trabajo digno”, anunció Ayala.
La flamante abogada se comprometió también a seguir luchando por una ley contra toda de forma de discriminación en Paraguay, como existe en otros países de la región, porque “traerá un beneficio para toda la población discriminada no solo la TLGBI, también servirá a campesinos, indígenas, víctima de racismo o de discriminación por sobrepeso”.
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