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Parroquianos que compran bares: la receta para salvar los últimos pubs de la extinción


A los británicos les importan sus pubs, templos laicos en los que celebrar cumpleaños y funerales, donde encontrarse con el que conocen y conocer al que se encuentran, en los que alargar una pinta de ale, más barata que encender la calefacción en casa. Y más les importan a aquellos que viven en zonas rurales, donde resultan tan vitales como el centro de salud o tan enriquecedores como la biblioteca pública. Lo saben bien en Skeeby, una localidad de 357 habitantes en North Yorkshire (Inglaterra) que vio cómo en 2008 cerraba el único que tenía, The Travellers Rest.

El inquilino que lo regentaba no pudo asumir el aumento de los costes y lo adquirió un promotor inmobiliario. Los vecinos temían que aquella casa de todos se convirtiera solo en la de unos pocos. Tras 13 años sin obtener la licencia municipal para transformarlo en viviendas gracias a la presión del pueblo, los parroquianos han reunido un cuarto de millón de libras (300.000 euros) y lo han comprado. Cuando, en los próximos meses, abra este centro social de facto, se va a convertir en uno de los 150 pubs en manos de comunidades que existen en el Reino Unido, según Plunkett Foundation, la organización que brinda asesoramiento a vecinos interesados en rescatar su segunda casa.

Carol Wilkinson, la presidenta de la sociedad formada por los vecinos de Skeeby, cuenta por teléfono que ya han comenzado las obras. “Desde que cerró, nos juntábamos en torno a nuestras casas. Pero no tiene nada que ver”, explica esta administrativa de 60 años. En cuanto lo reinauguren van a poder echar una partida al quoids, un juego tradicional que consiste en lanzar anillas a un palo de madera colocado a 6 metros, celebrar conciertos y organizar concursos. Además de los 220 accionistas que aportaron un mínimo de 300 euros, la sociedad recibió una subvención del Gobierno local de 60.000 euros y han solicitado otra a escala nacional que les ayude a adecentar el local, otorgarle nuevas funciones como la de lugar de envío y recogida de paquetes, sala de reuniones y habilitar una tienda de productos básicos.

Con dinero de los habitante del pueblo y ayudas del Estado se están reabriendo tabernas en Reino Unido que la covid había cerrado.

250 grupos de vecinos en Reino Unido están recibiendo asesoramiento de la Plunkett Foundation para adquirir algunos de los 2.000 pubs que han cerrado en los últimos dos años, según The British Beer & Pub Association. Los solicitantes están obligados a demostrar con evidencia que existe un interés real del vecindario por recuperar el pub. Liz Woznicki, de Plunkett Foundation, afirma que todos los beneficios que obtengan una vez el negocio arranque deben revertir en la comunidad. A cada accionista, sin importar su aportación, le corresponde un voto para asegurarse de que el pub se gobierna de forma democrática.

La forma de gestionar estos locales varía. En ocasiones son los vecinos los que los regentan y otras veces, como The Travellers Rest, se alquila a un tercero. “Nos gustaría que la comida y la bebida procedieran de granjas o empresas de la zona. Muy cerca hay dos cerveceras”, explica. “El inquilino tiene la libertad de gestionarlo como quiera. No vamos a interferir, sino a ayudar. Pero ha de conseguir que el negocio funcione”, resume. Con la suma obtenida del alquiler se pagará un interés anual del 2% a los accionistas. La viabilidad de los pubs en propiedad de la comunidad alcanza el 99,2%, según Plunkett Foundation, que lo compara con el 44% de todas las pymes en Reino Unido.

Más al norte surge otro caso de éxito. Los vecinos de Port Bannatyne, un pueblo escocés de 1.210 habitantes, acaban de comprar The Anchor Tavern. Los primeros fondos, 12.000 euros, los obtuvieron de The Scottish Land Funding, una organización gubernamental que se financia con dinero de la lotería. Tras elaborar un plan de negocio y justificar que existía un interés genuino en el pueblo por recuperar este pub del siglo XIX que la covid se llevó por delante, recibieron una subvención de 180.000 euros para adquirirlo y reformarlo. Como condición debían recaudar fondos de vecinos del pueblo, gente de los alrededores y de más allá y convertirlos en accionistas del pub. Han conseguido 125.000 euros extra. Estaban obligados a que el 51% de los propietarios fueran residentes de Port Bannatyne. Garry Charnock es el portavoz del grupo y asegura que el pub no va a competir con los pequeños cafés y tiendas sino a convivir en armonía: “Serviremos cervezas locales y snacks. Vamos a permitir que los clientes pidan comida para llevar en otros establecimientos y la tomen en The Tavern con una bebida”. La comunidad se alimenta por todo.

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