Paz Padilla se sincera en ‘Sábado Deluxe’ tras quedarse viuda

Han pasado ocho semanas desde que Antonio Vidal, marido de Paz Padilla, falleciera. Casi dos meses en los que la presentadora ha tenido que asumir su nueva vida sin tener a su alma gemela a su lado. Y tras un tiempo retirada de la vida pública, la humorista se ha sentado en ‘Sábado Deluxe’ y ha confesado a Jorge Javier no solo cómo está ahora sino también cómo ha sido todo el proceso de la enfermedad y despedida de su marido, además de aclarar los motivos por los que ha decidido conceder una entrevista en un momento que socialmente se considera tan delicado.

Paz Padilla se ha sentado en 'Sábado Deluxe' para hablar del fallecimiento de su marido / Mediaset
Paz Padilla se ha sentado en ‘Sábado Deluxe’ para hablar del fallecimiento de su marido / Mediaset

Había mucha expectación ante la reaparición de Paz Padilla tras el fallecimiento de su marido y tras casi dos horas frente a frente con el presentador estrella de ‘Sálvame’, la de Cádiz ha sorprendido a todos al confesar y sincerarse sobre cómo está viviendo el luto tras la muerte de su pareja. Una manera muy distinta a lo que suele ocurrir ya que la presentadora se declara una mujer feliz y cargada de ganas de vivir, corrigiendo a todos los que en algún momento han hablado de cuándo volvería a sonreír. «Yo no he dejado de sonreír. El hecho de que haya fallecido mi marido no me ha quitado las ganas de vivir ni el humor», comenzaba Padilla.

La presentadora contó que se enteró de la enfermedad de Antonio hace justo un año, un día antes de la graduación de su hija -la influencer Anna Ferrer- y que fue en el propio servicio de urgencias cuando, después de un TAC, le dijeron que el abogado tenía un tumor maligno en la cabeza que no solo no tenía un buen diagnóstico sino que además le dejaba muy poco tiempo de vida por delante. A partir de ese momento empezó para la familia que formaban juntos todo un proceso de despedida y aprendizaje que ha permitido no solo que hoy la presentadora de una entrevista sin precedentes en la televisión sino que el último adiós de Antonio fuera un momento feliz para todos ellos. «Puse una foto de mi madre con una vela, flores en la habitación, música zen y aroma a lavanda. Y durante los seis días que duró el proceso me fui de viaje con él. Le daba la mano y le daba las gracias. Solo podía hacer que él se fuera feliz. Yo me metí en la cama con él y me apoyé en el pecho. Y le dije -Antonio venga, gordo, acuérdate  y ven por mi, pero cuando me toque, no antes. Y poco a poco se fue yendo…»

Pero si algo le sobra a Paz Padilla es sentido del humor y no ha dudado en confesar muchos de los momentos cómicos y de risa que han vivido durante este tiempo, uno de ellos minutos después de morirse su marido cuando sacaron una botella de champán para brindar por él mientras esperaban a los médicos y su hija, asustada por lo que pudieran pensar le dijo «mamá, que se van a pensar que le hemos puesto una almohada…». «Yo he bromeado con ser viuda», proseguía la gaditana. «Le digo a mi hija, tráeme una cervecita que soy viuda. He vivido una vida maravillosa con él y yo pienso que una vida es una vida. Antonio ha estado y he sido tremendamente feliz, pero él se ha ido y sigo viva. Y mi propósito es ser feliz.»

Paz Padilla es una mujer que está triste, pero también llena de ganas de vivir. Tantas que no descarta volver a enamorarse «si es que tiene que pasar, pero un amor como el de Antonio no voy a volver a vivir, si ocurre, será diferente».

Paz Padilla
Paz Padilla en el entierro de su marido, Antonio Juan Vidal / Gtres

Paz Padilla ha perdido al amor de su vida. Pero continúa rodeada de su amor y asegura que ella llegó a su vida «me sale todo el amor que yo le tenia porque si algo he aprendido en este proceso ha sido que lo amaba con locura y le amare con locura y que lo único que le he dejado y le he podio dar ha sido amor. He aparecido en su vida para ayudarle a morir y amarle con todas mis ganas. Es lo único que le he podido dar, amor del puro del blanco y del bueno. Del que no pide nada a cambio. Le decía te quiero 24 horas al día».




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