El presidente de Brasil, Lula da Silva, y el exmandatario de Uruguay José Mujica, en Montevideo.Ricardo Stuckert (RR.SS.)
Dos de los políticos más influyentes en América Latina se reunieron el miércoles a bordo de un escarabajo de Volkswagen. Lula Da Silva, de 77 años, viajó a Montevideo para reunirse con el expresidente José Mujica. El uruguayo le invitó a subirse y dar una vuelta sobre su icónico automóvil en las calles de la capital uruguaya.
“Sube al auto, venga”, escribió Da Silva en una publicación en Instagram, quien asumió la presidencia de Brasil por tercera ocasión el pasado 1 de enero. En la reunión también estuvieron sus parejas Janja, Lucía Topolansky y Fernando Haddad, ministro de Economía de Brasil. El mandatario brasileño asistió días atrás a la Cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac) en Buenos Aires. Allí impulsó junto al mandatario argentino Alberto Fernández el proyecto de una moneda común en Sudamérica y, en general, una integración regional. Pepe Mujica, de 87 años, gobernó Uruguay entre 2010 y 2015.
“Antes de irme a casa, voy a pasar por casa de Mujica a visitarlo”, había dicho Lula al irse del cónclave regional. El mandatario brasileño también tuvo un encuentro con el actual mandatario uruguayo, Luis Lacalle Pou, un político de centro-derecha. A diferencia de Jair Bolsonaro, Lula quiso dejar claro ante las posiciones ideológicas no van a determinar la política exterior de Brasil. “Los presidentes no tienen que pensar como yo, ni tengo que gustarles”, afirmó en un discurso que comenzó con un agradecimiento personal por haber acudido a Brasilia el 1 de enero a su toma posesión acompañado de los expresidentes Julio María Sanguinetti y José Mujica.
En Montevideo culimnó la primera gira internacional de Lula desde que volviera a asumir el cargo de presidente el pasado 1 de enero, días antes de que una una multitud de simpatizantes bolsonaristas intentara sin éxito forzar un golpe de Estado invadiendo las sedes de la Presidencia, el Congreso y el Tribunal Supremo. Lula, en cualquier caso, aprovechó su participación en la cumbre de la Celac, un foro multilateral del que Bolsonaro había salido en 2020, para lanzar en Buenos Aires un alegato en defensa de una mayor integración regional. Ese es un propósito en materia de política exterior, pero también una ambición, puesto que se propone liderar ese proyecto y que este sirva también de trampolín para impulsar su tercer mandato presidencial.
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