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Perú vuelve a contar sus muertos por la pandemia

Los trabajadores del cementerio Mártires 19 de Julio trasladan un ataúd a las afueras de Lima.
Los trabajadores del cementerio Mártires 19 de Julio trasladan un ataúd a las afueras de Lima.Martin Mejia / AP

En Perú, los cementerios se han quedado pequeños para atender la demanda. El pasado viernes, el camposanto El Ángel -uno de los más antiguos de Lima- informó de que está construyendo más de 1.000 nuevos nichos; el Del Carmen, en Lambayeque, al norte del país, prepara 400 más; en el cementerio público de Puno también se están construyendo dos nuevos pabellones. La cifra real de muertos por la pandemia es una incógnita. Desde el año pasado, en Perú existen dos cifras diarias dispares de fallecidos por la covid-19. Hasta este lunes, el Ministerio de Salud reportaba 62.674 muertos mientras que el Sistema Nacional de Defunciones (Sinadef) registra 170.882, casi el triple.

“Ello hace que proyectemos dos situaciones diferentes, en una no podemos ver las necesidades del sistema hospitalario, pues la cifra que parece real triplica la otra”, explica el expresidente de la Sociedad Peruana de Medicina Intensiva, Jesús Valverde, médico de la unidad de cuidados críticos del Hospital Dos de Mayo, en el centro de Lima.

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El Ministerio de Salud registra la cifra de muertos cuando existe una prueba de diagnóstico de la covid-19, mientras que el sistema de defunciones también considera a los fallecidos con síntomas compatibles con el coronavirus. En la región, México y Perú eran los dos únicos países que mantenían doble notificación, pero México los integró recientemente. El Gobierno peruano ha designado ahora a un equipo de profesionales para que en mayo unifique criterios para actualizar la cifra de muertos.

“La cifra del Sinadef se parece a la cantidad de muertos que notamos los médicos. Al analizarla se entiende por qué [desde enero] hay déficit de oxígeno”, explica Valverde. “Si hubiéramos contado con números más claros, podríamos haber identificado dónde se han registrado más fallecidos. Si ocurrían más en los domicilios, se tendrían que haber abierto los establecimientos del nivel primario de salud para identificar casos, administrar oxígeno de forma temprana y reorganizar toda la estrategia contra la pandemia. Para mí ha sido un desastre el mal manejo de la pandemia”, señala el especialista en cuidados críticos, quien también se infectó con la covid.

Perú padece desde febrero un déficit semanal de 110 toneladas de oxígeno medicinal. Los parientes de pacientes de covid-19 se ven obligados a peregrinar a las plantas de oxígeno y a hacer fila durante días hasta que les llenan las bombonas. Pero no todos tienen dinero para comprarlo. “En el Hospital Dos de Mayo tenemos 50 camas UCI y están todas ocupadas, hay una lista de 50 pacientes que esperan ingresar, y las camas hospitalarias también están llenas”, describe el médico.

El neumólogo y profesor universitario Gonzalo Gianella comenta que las políticas públicas se dan guiadas por indicadores como la mortalidad, “no solo para implementarlas, sino para corregir potenciales errores que se pueden dar por la naturaleza nueva de una epidemia en desarrollo”. “La disparidad de estos indicadores da una falsa sensación de éxito relativo -al ser la cifra menor que la realidad- y afecta directamente en la asignación de recursos y en el trabajo diario de los servidores de salud, quienes se pueden ‘contagiar’ de esa falsa sensación de éxito”, abunda.

Gianella sostiene que quienes no están en el día a día en las salas de emergencia o las UCI “han estado trabajando en un espejismo”. El médico e investigador, al igual que Valverde, también atribuye la demora en la provisión del oxígeno a “esa realidad paralela creada por información errónea” sobre el número de muertos.

En una conferencia con la prensa extranjera, la primera ministra Violeta Bermúdez aseguró que cuando el grupo de trabajo independiente que revisa el registro de fallecidos entregue sus recomendaciones, el Ejecutivo no solo transparentará las cifras, sino que “tomará acción”. El Gobierno de Francisco Sagasti pretende que los nuevos criterios puedan aportar predictibilidad al comportamiento de la pandemia.

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