La retirada del mercado del Champix, el medicamento más utilizado para dejar de fumar, será mucho más larga de lo previsto. La farmacéutica Pfizer bloqueó en España los primeros lotes el pasado julio tras la detección en las pastillas de nitrosaminas, unos compuestos potencialmente cancerígenos. Las previsiones iniciales eran que la distribución del fármaco recuperara la normalidad este septiembre, pero la compañía asegura ahora que no está en condiciones de “confirmar en qué fecha podrá resolverse esta situación”. Pfizer ya dejó de suministrar el medicamento a principios de verano y ahora ha ordenado su retirada mundial.
El anuncio deja de forma indefinida a los sistemas sanitarios sin una de sus mejores armas para reducir el consumo de tabaco, una adicción que dispara hasta en 30 veces el riesgo de padecer cáncer de pulmón y multiplica la incidencia de muchas otras dolencias respiratorias y cardiovasculares.
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Raúl de Simón, coordinador nacional del grupo de tabaquismo de la Sociedad Española de Médicos de Atención Primaria (Semergen), destaca que el Champix —cuyo principio activo se denomina vareniclina— es con diferencia el medicamento más prescrito en la lucha contra el tabaco: “Los otros disponibles son el bupropión [comercializado bajo varias marcas y como genérico] y los sustitutivos de nicotina, como los parches. Pero el Champix es el más efectivo, además de tener un buen perfil de seguridad. Según nuestra experiencia, es utilizado en tres de cada cuatro pacientes”.
De Simón, que ejerce como médico de familia en el Centro de Salud Luis Vives de Alcalá de Henares (Madrid), señala que “los estudios disponibles muestran que un 23% de los pacientes que toman Champix sigue sin fumar 12 meses después de dejarlo, un porcentaje mayor que los otros dos tratamientos y que triplica el éxito de intentar dejar de fumar sin él”.
Esteve Fernández, director de Epidemiología y Prevención del Cáncer del Instituto Catalán de Oncología (ICO), detalla que el Champix es “un recurso que suele utilizarse tras haber utilizado otras alternativas como los sustitutivos de la nicotina, que ya son bastante eficaces, pero cuando fallan puede saltarse a otros medicamentos con efectos sobre el sistema nervioso central”.
“Pero es muy importante recordar que ni este ni otros fármacos son eficaces sin un componente de motivación muy importante por parte del paciente. También es clave la terapia complementaria, que suele hacerse de forma combinada, para dar a la persona recursos para evitar la recaída, ayudarle a cambiar hábitos… Dejar de fumar tiene un componente conductual muy elevado que es el que se trabaja”, añade Fernández.
Tratamiento financiado
La sanidad pública financia desde enero de 2020 el tratamiento. Según datos del Ministerio de Sanidad, en ese primer año fueron dispensadas en las farmacias con cargo a los fondos públicos —existe un copago según la situación laboral y la renta de cada paciente— un total de 507.676 cajas de Champix. Sin financiación pública, el tratamiento más frecuente, que es el de tres meses aunque puede prolongarse hasta seis por criterio médico, supera los 300 euros.
La Agencia Española del Medicamento (AEMPS) recomendó en julio que dejaran de prescribirse nuevos tratamientos de Champix y que aquellos pacientes que “no puedan completarlo por el problema de suministro se pongan en contacto con su médico para que determine la posibilidad de utilizar otros tratamientos comercializados para la dependencia a nicotina”. Según De Simón, los médicos suelen recomendar a aquellos pacientes a los que quedan solo unos días para acabar la pauta prescrita que la completen.
Sanidad afirma que “en los medicamentos en los que se ha detectado previamente este tipo de impurezas, el riesgo [para la población] ha sido bajo”, pese a lo que “se han establecido estrictos límites para estas impurezas”.
Sanidad y Pfizer afirman que la detección de nitrosaminas en este y otros fármacos —como varios indicados contra la hipertensión en 2019, conocidos como los “sartanes” por las últimas sílabas de su nombre— es el resultado del incremento de los controles de la Unión Europea (UE) sobre los medicamentos para evitar la presencia de estos compuestos. La Agencia Europea del Medicamento (EMA), que inició una investigación en julio tras las primeras retiradas, confirmó el pasado jueves que los niveles detectados en el Champix estaban por encima de lo aceptable.
Iván Espada, responsable de área de información del medicamento del Consejo General de Farmacia de España, explica que las nitrosaminas halladas en algunos medicamentos son un “subproducto del proceso de síntesis de la molécula”, por lo que cuando se descubre su presencia en exceso es complejo adoptar los cambios para reducirla. Las nitrosaminas también están presentes en varios alimentos (carnes procesadas, algunas verduras, aguas…) en pequeñas cantidades, por lo que “el objetivo de estos controles es siempre que no se superen niveles considerados peligrosos”.
Espada confirma que “salvo algún envase residual que pueda quedar en el canal de distribución”, ya no hay cajas de Champix en las farmacias españolas.
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