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Pleno de emergencias


Pedro Sánchez solemnizó en el pleno del Congreso del miércoles la gravedad de la situación a la que se enfrentan España y Europa para combatir las consecuencias de la guerra de Ucrania tanto en el ámbito de la seguridad como en el del bienestar. Ambas “están en riesgo, si no actuamos con determinación”, explicó el presidente. Dedicó gran parte de la hora y media de su discurso (en una sesión que se prolongó más allá de ocho horas) a desplegar el abanico de respuestas que el Ejecutivo ha activado. Solo al final de su discurso incluyó el análisis del giro de España en relación con el Sáhara. Sánchez vinculó una y otra vez la unidad de Europa contra Putin y la ilegitimidad de su invasión de Ucrania con la unidad política que pide aquí la respuesta a las consecuencias de esas crisis. Para el plan de choque de respuesta a la guerra aprobado en el Consejo de Ministros del martes obtuvo el apoyo de sus aliados habituales —lo que garantizaría la aprobación del real decreto cuando llegue a la Cámara— frente a la posición más difusa y en todo caso muy crítica del Partido Popular y Ciudadanos. Y también de Vox. En el mes que tenemos por delante se pondrá a prueba la cintura del Gobierno para negociar con el PP y la actitud del PP de Feijóo ante la emergencia que vive este país, como demostró ayer la escalada de la inflación.

Ante las nuevas necesidades de defensa que ha evidenciado la reacción de la UE contra Vladímir Putin, Sánchez defendió un aumento del gasto hasta el 2% que no podrá ser inmediato sino progresivo. En el nuevo contexto de seguridad emplazó también el giro en relación con el Sáhara. Mantuvo el presidente la tesis a la que se ha aferrado el Gobierno, que no ha habido giro alguno, sino un “paso más” en la carta que remitió al rey de Marruecos, en la que se apostaba por la autonomía para el Sáhara como la solución “más seria, realista y creíble”, alineada, dijo, con la posición de otros países europeos. Pero en este asunto, el aluvión de acusaciones, hipérboles y descalificaciones habituales desde las derechas no encontró compensación ni en sus socios de investidura ni en su socio de gobierno, que discrepó del presidente “desde la lealtad”. El PSOE volvió a quedarse solo, como ya ocurrió en la comparecencia del ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel Albares.

El presidente invocó el realismo político o la “política real” para desbloquear una situación “enquistada” durante casi medio siglo en el marco de las resoluciones de la ONU y que pueda ser aceptada por las partes. Ese realismo político abunda en la idea sugerida durante todos estos días desde el Gobierno de que el cambio de posición de España sobre el Sáhara forma parte de una negociación según la cual Marruecos se compromete a respetar la integridad de Ceuta y Melilla y reforzar el control migratorio de las fronteras a cambio de que España sea parte activa en el proceso de solución para el Sáhara. Ni las explicaciones del presidente escaparon a lo ya oído ni la teatralización política de las derechas favoreció el debate en serio y a fondo que pide una cuestión tan sensible en la sociedad española. La visita que a partir de este jueves realiza a Marruecos el ministro Albares quizá pueda revelar los compromisos que asume el reino alauita y que no explicitó en el comunicado en el que desveló la carta de Sánchez.


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