Vivimos en tiempos donde Internet y la tecnología ocupa gran parte de nuestro tiempo y sería casi impensable pasar un día sin conectarnos a la red, mucho menos 365 días. Las nuevas tecnologías están tan integradas en nuestra forma de vida que no podríamos concebir una vida sin buscar información en la red, conectarnos a nuestra red social favorita o leer las noticias de cada día.
Podemos imaginar esto como un experimento casi imposible, y más si pensamos en el último año que hemos pasado con la pandemia por coronavirus afectando a todo el planeta y con gran parte de nuestro tiempo en casa.
Pero parece que algunos investigadores han querido hacer la prueba. Es el caso del profesor canadiense, Aaron Rosenberg, que acaba de terminar su experimento de estar un año entero sin Internet.
Un reto difícil
Hace un año, Rosenberg se prometió pasar los próximos doces meses sin conectarse a Internet. Según el profesor, empezó con mucha ilusión y ganas, pero después todo fue un poco más cuesta arriba, tal y como ha relatado unos días atrás para The New York Times.
Su objetivo era demostrar que es posible vivir sin Internet o por lo menos hacerlo de una manera más sostenida y no depender tanto de la gran red de redes. Lo primero que hizo fue eliminar de su vida el móvil y el ordenador con acceso a Internet.
Además, tampoco quiso tener acceso a través de sus seres más cercanos. Pero nadie pensó que una pandemia nos obligaría a estar más encerrados que nunca y depender de las nuevas tecnologías para poder ver a nuestros seres queridos o tener un mínimo de ocio en nuestras vidas. A los dos meses de comenzar, el coronavirus llegó.
Pues Rosenberg afrontó la pandemia sin móvil, ordenador y acceso a Internet, por lo que se aisló más todavía del mundo. A pesar de ello, el profesor aseguró que se alegraba de no haber tenido acceso a toda la inmensa desinformación que ha ido circulando respecto a la pandemia durante este último año.
Lo que más hizo durante este año fue centrarse en la investigación y en su trabajo y llegó a sentir que disfrutaba más de lo que hacía en todo momento. Se ha dedicado a pintar, a leer, y a escribir cartas para mantener cierto contacto con sus familiares.
Eso sí, admitió que una vez tuvo que incumplir su reto: con la matriculación de la Universidad. El pasado 1 de enero de 2021, Aaron Rosenberg volvió al mundo virtual totalmente renovado, aunque cuando encendió el ordenador por primera vez, admitió que lo cerró a los cinco minutos y se fue a dar un paseo.
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