La policía de Myanmar disolvió el jueves manifestaciones en varios lugares con gases lacrimógenos y disparos, en un día en que las personas volvieron a salir a las calles pese al aumento del número de muertos en una ofensiva contra los opositores al golpe militar del mes pasado.
Los incidentes siguieron al día más sangriento desde que los militares derrocaron al gobierno electo de Aung San Suu Kyi el 1 de febrero. El enviado especial de Naciones Unidas para Myanmar dijo que 38 personas murieron el miércoles.
La jefa de derechos humanos de la ONU, Michelle Bachelet, pidió a las fuerzas de seguridad que detengan lo que ella llamó su “brutal represión contra los manifestantes pacíficos”.
En total han muerto al menos 54 personas, pero la cifra real podría ser mucho mayor, dijo. Se detuvo a más de 1.700 personas, incluidos 29 periodistas.
“El ejército de Myanmar debe dejar de asesinar y encarcelar a los manifestantes”, instó Bachelet en un comunicado.
Los activistas se niegan a aceptar el gobierno militar y aseguran estar decididos a presionar por la liberación de la detenida Suu Kyi y el reconocimiento de su victoria en las elecciones de noviembre.
“Sabemos que siempre nos pueden disparar y matar con balas reales, pero no tiene sentido seguir con vida bajo la junta“, dijo a Reuters el activista Maung Saungkha.
La policía abrió fuego y lanzó gases lacrimógenos para disolver las protestas en Rangún y la ciudad central de Monywa, dijeron testigos. La policía también disparó en la ciudad de Pathein, al oeste de Rangún, y usó gases lacrimógenos en la ciudad oriental de Taunggyi, informaron los medios.
(Reuters)
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