Silencio. Ni vigilia en el parque. Ni velas en lugares públicos. Ni misas en las iglesias católicas por las víctimas. Este año, por primera vez en 33, no habrá ningún tipo de conmemoración visible en suelo chino al cumplirse este sábado el aniversario de la matanza de Tiananmén del 4 de junio de 1989. Tampoco en Hong Kong, el último reducto donde hasta el año pasado se rindió algún tipo de homenaje a los fallecidos cuando las tropas del ejército chino disolvieron con tanques las protestas que durante un mes habían reclamado en la plaza del centro de Pekín y sus alrededores inicialmente medidas contra la corrupción, y después democracia.
Hasta 2019, miles de personas se dieron cita, año tras año, en el parque Victoria, el mayor del centro de Hong Kong, para recordar el aniversario con una vigilia. Lo permitía el estatus especial de la ciudad, primero como colonia británica y, después de 1997, cuando el enclave volvió a la soberanía china, gracias a su régimen especial de libertades reconocido por Pekín en el principio “Un país, dos sistemas”.
En 2020 y 2021, la policía prohibió la asamblea conmemorativa, con el argumento de la pandemia de la covid. Pero en 2020, decenas de miles de personas ―180.000 según los organizadores― se dieron cita en el parque pese a las advertencias oficiales. Fue el último gesto de desafío multitudinario de una ciudadanía que se había echado a las calles un año antes por cientos de miles para protestar, primero, por un proyecto de ley de extradición, y después contra el Gobierno chino y el autónomo. 26 días más tarde se aprobó la draconiana ley de Seguridad Nacional impuesta por Pekín. Esa ley, muy criticada por gobiernos extranjeros, activistas y organizaciones defensoras de los derechos humanos que la acusan de poner fin en la práctica al sistema de libertades hongkonés, ya canceló la vigilia en 2021 para sustituirla por un abundante despliegue policial en los alrededores del parque Victoria. En 2021, pese a la prohibición, personas vestidas de negro encendieron velas y se celebraron misas en recuerdo de las víctimas. Y ese año será el primero en el que no haya ningún tipo de recuerdo.
Desde entonces, la ley se ha cobrado la desaparición de medios de comunicación de oposición, el arresto de periodistas, legisladores y activistas e incluso la detención, el mes pasado, del respetado cardenal católico Joseph Zen, de 90 años, actualmente en libertad bajo fianza.
Además, los organizadores de la vigilia anual han desmantelado su asociación, Alianza por Hong Kong, y sus principales dirigentes han sido detenidos. El museo conmemorativo, gestionado por la Alianza en memoria de la matanza, había sido cerrado tres meses antes y fue registrado en septiembre de 2021. Además, una estatua en la Universidad de Hong Kong que conmemoraba la matanza, llamada el Pilar de la Vergüenza, fue desmontada con nocturnidad por orden del rectorado. La jefa del gobierno autónomo, Carrie Lam, ha quedado reemplazada por su antiguo responsable de Seguridad, John Lee, que ha prometido mantener la estabilidad social en el territorio por encima de todo.
Más de 200 víctimas
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Tras el arresto del cardenal Zen, las iglesias católicas han renunciado a celebrar esta semana las misas que hasta este año habían ofrecido por las víctimas de la matanza, cuyo número nunca se ha llegado a conocer con exactitud. Los cálculos lo sitúan entre los cientos y los miles. Las Madres de Tiananmén, que perdieron a sus hijos, aseguran haber identificado 203 víctimas, entre ellos 61 universitarios y 14 escolares. El más pequeño tenía nueve años.
La policía ha reiterado sus advertencias al público para que no se congregue en el parque este sábado ni participe en “asambleas no autorizadas”. Si una persona acude al recinto sola, pero “comparte una meta común de expresar ciertos llamamientos de modo conjunto con otros en sus cercanías, eso es suficiente para constituir una asamblea ilegal”, ha indicado en una rueda de prensa Liauw Ka-Kai, jefe de la policía hongkonesa. Ser declarado culpable de participar en ese tipo de reuniones puede acarrear hasta cinco años de cárcel. Incitar a la asistencia a las mismas puede suponer hasta 12 meses de prisión.
Preguntado si vestir ropa de color negro ―el color del luto, y con el que se ataviaron tanto los participantes en la vigilia durante años como los manifestantes de las protestas de 2019―, portar velas o flores o incluso acercarse al parque podría constituir un motivo para ser detenido, Liauw respondió: “Cualquier cosa que nos haga pensar que el propósito de su aspecto es incitar a otros, nos hará registrarle en busca de pruebas”.
El mismo viernes, el departamento de Parques ha anunciado el cierre de la mayor parte del parque Victoria hasta el domingo, alegando que la policía había detectado que el recinto podría emplearse para “actividades ilegales” y para prevenir “reuniones no autorizadas”.
El silencio se mantiene en el resto de China
En el resto de China, el silencio impera desde hace 33 años. Las informaciones en torno a lo que ocurrió entonces están censuradas. En Pekín, la vigilancia policial aumenta en las calles en torno a Tiananmén y el área de Muxidi, al oeste de la plaza y donde se produjeron los peores incidentes aquella noche del 3 al 4 de junio.
Las autoridades han restringido los movimientos y la comunicación de integrantes de las Madres de Tiananmén, denuncia la organización pro derechos humanos Human Rights Watch. Conocidos activistas como Hu Jia o el historiador Zhang Lifan han denunciado el bloqueo de llamadas desde el extranjero a sus móviles. Entre los más jóvenes, lo habitual es que desconozcan cualquier cosa relacionada con aquel episodio.
Pero la memoria lucha por perdurar. Hongkoneses en el exilio planean diversas vigilias en sus ciudades de residencia. En una carta al diario Mingpao, uno de los fundadores de la Alianza, Lee Cheuk-yan, encarcelado como otros dirigentes de la asociación, ha asegurado que este sábado mantendrá una huelga de hambre y encenderá una cerilla en memoria de las vigilias con velas celebradas en años pasados en el parque Victoria.
Otros hongkoneses planeaban también encender cirios en sus ventanas, vestir de negro o dedicar unos minutos a recordar en silencio lo ocurrido en 1989. En algunas tiendas es posible adquirir velas eléctricas, o reproducciones de la Diosa de la Democracia, la estatua que erigieron los estudiantes en la plaza de Tiananmén durante sus protestas.
“Durante 33 años, años hemos reclamado las tres demandas ―verdad, compensación y rendición de cuentas― de manera pacífica y racional, pidiendo un diálogo con el Gobierno mediante un proceso legal para resolver las cuestiones relacionadas con la matanza del 4 de junio. Apelamos a su conciencia en nombre de las familias de los muertos”, aseguraban las Madres de Tiananmén esta semana en una carta abierta firmada por 120 de sus integrantes. Pese a la avanzada edad de la mayoría de sus integrantes, prometen continuar su lucha: “Por el bien de la justicia y la decencia, seguiremos adelante”.
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