La conectividad, ese prodigio del siglo XXI que disfrutan muchos ciudadanos, es uno de los problemas que padecen quienes viven en buena parte de las zonas rurales de España, que en la última década han visto cómo la despoblación se ha disparado un 13%. Sus consecuencias son dramáticas: envejecimiento de los pueblos, cierre de servicios básicos, parón de la economía, desempleo, falta de oportunidades…. Una sangría que pone en peligro el futuro de 3.400 municipios, la mayoría ubicados en esa España cada vez más vaciada. Amortiguar este desequilibrio territorial es uno de los grandes retos de nuestro país. Aunque la solución no es sencilla, los expertos coinciden en que una de las medidas urgentes pasa por solventar el importante déficit tecnológico relacionado con el acceso a Internet y redes de comunicación.
Consciente del problema, la Confederación Española de Asociaciones de Jóvenes Empresarios (CEAJE) lanzó este mismo año un proyecto piloto para impulsar la digitalización en la España rural. Hasta 2027, la localidad zamorana de Toro se convertirá en el campo de pruebas de un plan que nace con la intención de replicarse por el resto del país. “Las nuevas tecnologías pueden reforzar el atractivo económico de estas zonas rurales. Nuestro objetivo es atraer inversión y talento a través de la digitalización”, explica el presidente de CEAJE, Fermín Albaladejo.
No todas las zonas rurales van a sobrevivir, pero pretendemos que aquellas con mayores posibilidades salgan a flote y sirvan como motor y foco de atracción
Fermín Albaladejo, presidente de CEAJE
La transformación digital aparece como eje vertebrador de esa España vaciada, que no vacía. Desde CEAJE acompañan y guían al tejido productivo local en el proceso de innovación y digitalización de sus negocios, de manera que se pueda recortar la brecha que existe con las áreas urbanas. “Somos conscientes de que no todas las zonas rurales van a sobrevivir, pero pretendemos que aquellas con mayores posibilidades salgan a flote y sirvan como foco de atracción de población y motor de otras regiones”, añade Albadalejo.
El proyecto que ahora arranca en Toro demuestra hasta qué punto la tecnología es un vector clave en el progreso económico de la sociedad. Este es el argumento que aborda el tercer capítulo del ciclo Radar Sostenibilidad: Prosperidad, una iniciativa conjunta de EL PAÍS Retina con Banco Santander. En esta ocasión, se profundiza en el rol que juega el desarrollo tecnológico en el avance de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), incluidos en la Agenda 2030 de Naciones Unidas, relacionados con la prosperidad: energía, crecimiento económico, infraestructura, ciudades, reducción de las desigualdades y producción y consumo sostenibles.
Esta entrega se enmarca dentro de Visión Radar Pyme, un proyecto que hasta final de año mostrará a los lectores de EL PAÍS una mirada a los futuros posibles y al impacto que las decisiones que tomemos hoy tendrán en el mundo del mañana.
Acabar con las brechas digitales
Lo cierto es que en un mundo cada vez más digital, garantizar el acceso a Internet de toda la población es un requisito imprescindible para no quedarse atrás. “En el siglo XXI es ya como si fuera la luz. No podemos estar sin ella”, insiste Lucía Velasco, directora general del Observatorio Nacional de Tecnología y Sociedad (ONTSI). El objetivo del Gobierno es que, en 2025, el 100% de la población tenga cobertura ultrarrápida de 100 Mbps. Pese a la calidad de las infraestructuras de telecomunicaciones que hay en España, Velasco admite que aún persiste la brecha de conectividad en algunas áreas rurales. “Y esa conexión te hace estar dentro o fuera del ámbito digital, que es lo que te permite prosperar”, sostiene.
No podemos aprovechar esta revolución digital si no tenemos las competencias para ello
Lucía Velasco, directora general del ONTSI
En su opinión, también es urgente solventar otras brechas digitales que impiden avanzar hacia una sociedad más justa, igualitaria y rica. “¿Sabemos utilizar la tecnología en España?”, se pregunta Velasco. La experta recuerda que casi una tercera parte de la población no tiene habilidades digitales básicas. En Europa, este porcentaje casi alcanza el 50%. “Y este es el elemento fundamental de la competitividad del futuro. No podemos aprovechar esta revolución digital si no tenemos las competencias para ello”, advierte. Sin olvidar que existen diferencias de género tecnológicas, ya que las mujeres están siendo excluidas del diseño de este proceso.
En esta estrategia para avanzar como sociedad hacia un futuro mejor, el despliegue de infraestructuras de todo tipo (carreteras, tecnologías de la información y la comunicación, saneamiento, agua, energía eléctrica…) es vital para apoyar el desarrollo económico y el bienestar humano, según recoge el ODS 9. Una filosofía que comparte Atrebo, una pyme de origen sevillano que en la última década ha digitalizado operaciones en más de 200.000 infraestructuras críticas en todo el mundo. Con ello ha ayudado a las empresas a ahorrar costes y mejorar su productividad, gracias a una gestión íntegramente digitalizada.
“Junto a nuestros partners y colaboradores, innovamos y añadimos valor no solo a los clientes, también a la sociedad y el medioambiente”, explica Jesús del Estad, consejero delegado de esta compañía andaluza que hoy se encuentra en pleno proceso de internacionalización. Su lista de soluciones adaptadas a las necesidades de cada cliente es amplia: el uso de drones y la generación de gemelos digitales, que optimizan la eficiencia y la seguridad de trabajadores; la incorporación de energías renovables a la industria o la gestión de accesos y el uso masivo e inteligente de dispositivos IoT (Internet de las Cosas, por sus siglas en inglés), entre otras. Todo ello ayuda a la transformación digital de industrias que operan en sectores muy especializados –como las telecomunicaciones, la energía y las smart cities–, ya que les permite avanzar en sus procesos de automatización, inteligencia artificial y seguridad.
Tecnología a favor del planeta
En toda esta fase de digitalización en la que está inmersa la Humanidad, la transición ecológica debe ir de la mano. La tecnología debe ser más verde. Y el cuidado de la naturaleza requiere de las herramientas digitales para poder desarrollarse plenamente. Si esta fórmula funciona, la prosperidad estará más cerca y será posible construir un planeta mejor.
Estos dos ingredientes, tecnología y medioambiente, son la razón de ser de Global Cen, una pyme de Mallorca que ha desarrollado un nuevo sistema de medición del campo eléctrico natural terrestre que abre multitud de posibilidades a favor de la sostenibilidad. A partir de los datos obtenidos mediante su software, puede obtener mapas muy precisos de estos campos eléctricos y ver la evolución de posibles anomalías provocadas por la actividad humana.
“Con el uso de nuestra tecnología somos capaces de leer el suelo. Sabemos qué pasa en el subsuelo solo tocando la superficie, y a partir de ahí nos damos cuenta de que esta información basada en el campo eléctrico y traducida por nuestro software tiene aplicaciones importantes en diversos negocios”, señala su director, José María Martí.
En el ámbito de la agricultura, por ejemplo, los datos recabados se pueden utilizar para optimizar el crecimiento de las plantaciones. La empresa también ha creado Hydrostat, un sensor de estado hídrico basado en parámetros eléctricos que permite una gestión óptima del riego. Otro de sus avances en el ámbito medioambiental es el desarrollo de un “electrodo de contacto” que permite realizar mapas de campo eléctrico en cualquier tipo de pavimento, lo que permite saber si hay contaminación bajo tierra y en el agua subterránea. Una muestra más de lo mucho que puede contribuir la tecnología en mejorar la vida de las personas y en avanzar hacia un mundo más limpio y sostenible.
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