Por qué he decidido estudiar en línea

Su carácter inquieto ha llevado a Vanessa Martínez, recién aterrizada en los cuarenta, a vivir y trabajar en varios lugares del mundo. Por eso, cuando se planteó cursar un grado universitario hace seis años, pensó que sería mejor hacerlo en línea, aunque esto le planteaba un problema: dudaba de si este tipo de estudios le ofrecería una educación con las mismas garantías que un centro presencial. “Mucha gente asocia la formación online con una menor calidad en comparación con la tradicional”, admite esta asturiana afincada en la Costa Brava, que hasta ese momento contaba con un título de ciclo superior en Administración y Finanzas.

El traslado masivo al mundo digital en 2020 ha demostrado la eficacia de la educación en línea.
El traslado masivo al mundo digital en 2020 ha demostrado la eficacia de la educación en línea.iStock

Martínez se decantó finalmente por hacer un grado de Administración y Dirección de Empresas en la Universitat Oberta de Catalunya (UOC) y sus dudas se esfumaron enseguida. Aquellas clases le permitían una flexibilidad “bestial”. “Es un sistema que te deja organizarte como quieras”, afirma. Quedó tan convencida de sus ventajas que siguió sumando cursos: completó otro grado en Marketing e Investigación de Mercados y después un máster en Marketing Digital. Hoy es la responsable de Contabilidad, Ventas y Logística de una pyme.

Laura Eblin Ramos, directora de los programas en línea de la Universidad de Puebla (UPAEP), en México, entiende las vacilaciones iniciales de alumnos como Martínez, pues se ha puesto en tela de juicio en muchas ocasiones las características de este tipo de educación. Su traslado al mundo digital durante el año pasado por culpa de la pandemia, añade, ha contribuido, en cambio, a demostrar su eficacia. “Ya no hay dudas respecto a sus bondades”, apunta.

La oferta de las universidades en línea, cada vez más amplia, dispone de metodologías propias diseñadas para los entornos digitales

El vicerrector de Docencia y Aprendizaje de la UOC, Carles Sigalés, refrenda la idea expuesta por Ramos: “Hace años este tipo de formación contaba con unos medios muy precarios y había muchos prejuicios respecto a su metodología. Pero esto ha cambiado completamente”. Hoy la oferta de las universidades en línea cada vez es más amplia y dispone de metodologías propias diseñadas para los entornos digitales. Además, proporciona flexibilidad a aquellos que desean estudiar, pero no tienen margen para ir a clase.

Un informe reciente sobre educación en línea, elaborado por Luis Toro, director de Programas de OBS Business School, destaca cómo la educación en línea hace que el proceso de aprendizaje sea más fácil “ya que permite la posibilidad de formarse desde donde sea y cuando sea”, especifica este documento titulado E-Learning, las nuevas tendencias en la formación online: el impacto de las tecnologías disruptivas.

Pero la mejor manera de demostrarlo es hablando con los estudiantes que han apostado por esta modalidad. Tres de ellos explican cómo su experiencia ha acabado con sus ideas previas sobre la formación a distancia y les ha permitido lograr sus objetivos.

Vanessa Martínez, estudiante de la UOC.
Vanessa Martínez, estudiante de la UOC.

Vanessa Martínez: “Aprendes a ser autónomo”

La inseguridad sobre si podría organizarse sola era una de las preocupaciones de Vanessa Martínez antes de empezar. “Iba completamente a ciegas y no sabía si era una decisión acertada”, recuerda. Según avanzaban las semanas, sin embargo, comprobó que podía ser disciplinada con poco esfuerzo, incluso compaginándolo con su trabajo y los viajes. “Aprendes a manejarte, a medir tu tiempo y organizar tu calendario”.

La clave, defiende, es avanzar, aunque sea, un poco cada día. “Siempre que podía, adelantaba tareas. Es la única manera de que este método de estudio funcione”. Aunque no siempre es fácil. “Si no eres constante y dejas todo para el final, vas a pasarlo mal”.

Carles Sigalés considera que lo que más valoran los alumnos que se matriculan en estudios superiores en línea es la posibilidad de recibir una formación adaptada a sus necesidades personales y laborales. Porque la calidad, afirma, más que con la metodología en sí misma, tiene que ver con si realmente hay un profesorado acreditado que cumple con los requisitos del claustro universitario o si los programas tienen contenidos y un desarrollo competencial actualizado, entre otros aspectos.

Xavier Pascual, emprendedor y alumno de la UOC.
Xavier Pascual, emprendedor y alumno de la UOC.

Xavier Pascual. “El profesor sigue de cerca la evolución del alumno”

Cuando Xavier Pascual, barcelonés de 33 años, se matriculó en 2014 en un máster de Educación y TIC no esperaba que los profesores estuvieran tan implicados en el día a día de los estudiantes. Antes de entrar pensaba que todo el aprendizaje en línea consistía en que el alumno recibía unos materiales y, a partir de ahí, todo quedaba en sus manos hasta la entrega del trabajo o del examen.

“Para nada fue así. Todo el curso estaba planteado a partir del trabajo en equipo, el profesor seguía de cerca la evolución del alumno y se estableció enseguida un clima de calidez y cercanía”, rememora. Sin ese acompañamiento, cree que las clases virtuales se habrían transformado en algo frío y carente de interés. Él mismo se ha encontrado con empresas que empaquetan cursos y el estudiante debe “buscarse la vida y estudiar por su cuenta”. “Para ellas es barato y rentable y a ti no te sirve de nada”, lamenta.

Ramos resalta la importancia del acompañamiento académico de los alumnos y pone el énfasis en que el trabajo diario de los profesores y los tutores es la mejor forma de superar “el estigma de una tecnología fría y lejana” que genera la distancia. Una idea que comparte el vicerrector de la UOC: “Es básico que el alumno sienta que al otro lado de la pantalla hay siempre un profesor que le indica cómo trabajar, que le ayuda cuando surgen dudas, que le propone actividades y le acompaña en su proceso de aprendizaje y de evaluación”, describe. Además, destaca cómo la coordinación del personal es vital para lograrlo. “Requiere de una organización y una planificación meticulosas en las que esté involucrada toda la institución”, argumenta.

Pascual, que era maestro de Educación Infantil y profesor de inglés, se decidió por estos estudios para reciclar sus conocimientos porque precisamente advirtió el peso que iba ganando la tecnología en el aprendizaje. “Quería conocer las nuevas prácticas que estaban surgiendo en este ámbito”, resalta. Con todo lo que aprendió y su experiencia laboral ha fundado BeChallenge, una compañía que ha creado una aplicación para potenciar la creatividad y el pensamiento crítico de los usuarios.

Ana Soler, estudiante de doctorado.
Ana Soler, estudiante de doctorado.

Ana Soler: “Las competencias digitales aprendidas han sido esenciales en mi carrera”

A la cordobesa Ana Soler, de 38 años, su paso por la universidad en línea le ha otorgado destrezas digitales que cada vez son más demandadas en el mercado laboral y que de otra manera no habría podido dominar. El hecho de vivir en Almedinilla, un pueblo de la sierra Subbética de Córdoba, fue lo que le empujó a probar esta modalidad en 2010.

“Resido en una zona rural y estudiar en una universidad presencial implicaba trasladarse a la ciudad y no disponía de los medios económicos para hacerlo”, relata Soler, que se sacó el bachillerato unos años antes en un instituto de adultos. En este tiempo ha terminado el grado en Psicología, dos másteres en la misma especialidad y ahora completa su doctorado. “Me ha cambiado la vida”, reconoce.

Más allá del desarrollo de sus competencias profesionales, Soler celebra los conocimientos que ha adquirido sobre las nuevas tecnologías. Estas habilidades son las que han permitido a Soler expandir su carrera profesional: desde crear su web personal a teletrabajar. “La formación online es la mejor opción. Es flexible, los horarios y el tiempo de dedicación los marcas tú, te permite conciliar con tu vida familiar y formarte desde cualquiera parte”, resume.

Estudiantes con un papel activo

El vicerrector de la UOC defiende que en la educación en línea los estudiantes desempeñan un papel especialmente activo. Todos los cursos se estructuran a partir de ejercicios y tareas que los alumnos deben completar en los plazos establecidos. “Y esto requiere de una organización y sincronización de la actividad docente que es fundamental”, añade Sigalés.

Eso obliga a tener un sistema de gobernanza complejo basado en un trabajo interdisciplinar y en equipo del profesorado, pero también de los técnicos que trabajan en los distintos departamentos, como los informáticos. Sigalés destaca que los materiales multimedia que se distribuyen a los alumnos —desarrollados para el entorno en línea— desempeñan un papel clave en la adquisición de las competencias digitales, al igual que los métodos para participar en las clases y elaborar los trabajos.

Ramos destaca el papel vanguardista que los centros de formación a distancia desempeñan en el desarrollo de la innovación en el ámbito educativo. “Si las universidades no se atreven a adoptar nuevas metodologías en sus estrategias que se desarrollan en la educación a distancia, no podrán estar nunca a la vanguardia y perderán la confianza”.


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