Existe una gran contradicción en el consumo audiovisual de masas en la actualidad. Vivimos en la era del TikTok y de vídeos cortos que sepan sintetizar un contenido de cualquier tipo que consiga atraernos. Como espectadores, lo consumimos y “a otra cosa”. Porque en definitiva, ya estamos viviendo en una época en la que la inmediatez prima y en el que el público suele consumir sus series y largometrajes favoritos con el móvil en la mano. Entonces… ¿qué sentido tiene que las películas que se estrenan en las plataformas y los cines son cada vez más largas?
Salvando algunas grandes epopeyas del pasado como Ben-Hur o Gigante, en la actualidad hemos ido viendo un incremento en la duración de cualquier película convencional. Sin ir más lejos, este 2023 se han estrenado Misión Imposible: Sentencia mortal, John Wick 4 o Indiana Jones y el Dial del destino, las cuales han sido de lejos, los títulos más largos de sus respectivas sagas. Oppenheimer es la cinta más larga de la filmografía de Christopher Nolan e incluso en el terreno de la animación con Spider-Man: Cruzando el multiverso ha alcanzado los 140 minutos.
Y es que la duración media de los blockbuster más taquilleros en este 2023 es de casi 2 horas y media, cuando hace algunos años esa extensión podría limitarse perfectamente a las 2 horas. Pero ¿a qué se debía que décadas atrás las historias fuesen más cortas? La respuesta tiene que ver con el formato doméstico, comenzando por el VHS.
El mercado doméstico: un filón de otra época
En los años 80 y principios de los 90, el mercado doméstico supuso una explotación comercial extra para las compañías, las cuales ya no tenían que limitar sus ingresos a lo recaudado en taquilla. Por lo que por aquel entonces, las historias debían caber en el formato del VHS. Además de suponer un atractivo lucrativo para la pequeña pantalla ya que al incluirle publicidad al metraje, este no sobrepasaría demasiado lo que sería una duración extensa de exhibición.
Del mismo modo que el VHS supuso esa tendencia limitadora, la aparición del DVD y del BLU-RAY. La duración ya no fue un problema, sino que podían meter contenido extra, así como el montaje del director. Esto se ha multiplicado con la aparición del streaming.
El streaming y el cine
La aparición del streaming ha acelerado en parte que los espectadores no asistan tanto a las salas. Situación que ha tenido su excepción con títulos como Oppenheimer, Barbie o Avatar: el sentido del agua, pero que en general son casos potencialmente aislados. La duración por tanto es parte de esa exuberancia y distancia que el séptimo arte quiere proclamar frente a Netflix, HBO o Disney +.
Si el cine de volverse espectáculo, este debe ofrecer algo más que la experiencia doméstica y de ahí parte el hecho de que, aunque no sea necesario en la mayoría de narrativas, la mayoría parte de las superproducciones apuesten por cintas cada vez más largas.
-
Temas:
- Cine
- Películas