¿Nunca te has preguntado de dónde procede la tradición de pedir un deseo al ver pasar una estrella fugaz? Esta costumbre ya era muy popular entre las civilizaciones más primitivas. Sus habitantes creían firmemente en la relación entre estos cuerpos celestes y el alma de las personas. Cuando se esperaba la llegada de un recién nacido, las estrellas volaban por el firmamento hasta llegar al hogar bendecido. Una creencia que podría remontarse a las sagradas escrituras. Recordemos que la Biblia narra entre sus páginas como una hermosa y monumental estrella guió a los Tres Reyes Magos, hasta el pesebre donde la Virgen María había dado a luz. Esta historia provocó que las generaciones venideras considerarán las estrellas fugaces como un símbolo de buena fortuna.
Sin embargo, la relación entre los deseos y este tipo de astros es mucho más potente gracias al astrónomo Claudio Ptolomeo. Este creía que las estrellas fugaces procedían del reino de los dioses, abriendo con su llegada una puerta a la comunicación. Así, los mortales tenían una posibilidad de mandar sus ruegos y plegarias a estos seres de gran poder e influencia. Un proceso que debía realizarse con éxito antes de que la estrella desapareciera en la inmensidad del cielo. Y tú, ¿has tenido alguna vez la suerte de cumplir tus más profundos deseos?
¿Qué es una estrella fugaz?
A pesar de los muchos relatos que han surgido alrededor de este fenómeno, las estrellas fugaces son un hecho auténtico, aunque con el nombre equivocado. En realidad, estamos ante pequeñas partículas formadas por restos de cometas u otros cuerpos del Sistema Solar, conocidos como meteoros. Están compuestos, en su mayoría, por hielo y polvo, dos materiales que al entrar en contacto con la atmósfera comienzan a fragmentarse. Creando esa hermosa estela que observamos con gran admiración. Durante el viaje, su tamaño se va reduciendo hasta desaparecer por completo.
Aunque no seamos conscientes de ello, la Tierra experimenta cada día la llegada de miles de estos meteoros. Que quedan ocultos ante la luz del Sol o la contaminación lumínica propia de los núcleos urbanos. Tu concentración debe ser máxima para poder disfrutar de este suceso insólito y de gran belleza.
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