La mitología nos han enseñado a ver el mundo de una manera diferente. Esta mitología ha llenado de tradiciones nuestro día a día, a pesar de que muchas no tengan ningún fundamente histórico. Por ejemplo, gracias a la mitología griega hemos conocido tradiciones centenarias y como los antiguos helenos trataban, por ejemplo, a sus muertos. Cuando una persona fallecía, era común ponerle monedas en los ojos por una simple ofrenda a los dioses.
¿De dónde viene esta tradición que después hemos visto en otras culturas posteriores? Hoy en día, existen muchas culturas que todavía ponen monedas en los ojos de sus muertos, siguiendo la vieja creencia de la mitología griega para que sus muertos no queden fuera del paraíso.
En este caso, los griegos lo hacían por un motivo muy concreto, y es que lo que no querían era que el barquero, Caronte, no transportara a sus familiares por no llevar las monedas necesarias. Si esto no ocurría, el muerto estaba destinado a pasar su otra vida vagando por el Inframundo.
Pago al barquero
Según la mitología griega, los entierros y la conexión de los helenos con los dioses siempre fue muy fuerte. Cuando una persona moría, su vida acababa en el mundo terrenal, pero empezaba una nueva travesía que pasaba por encontrarse con Caronte y su barca.
El barquero exigía que los muertos llevaran tres monedas: dos en los ojos y otra debajo de la lengua. Según la tradición griega era el impuesto que el dios Hades cobraba para traspasar, a través del río Aqueronte, a los recientemente muertos hasta el reino de los muertos.
Caronte cobraba esa cantidad y desplazaba a los muertos a un lugar donde las almas se encontraban. Si las monedas no estaban depositadas en su lugar o no llevaban, quedarían a merced del Inframundo, vagando entre las sombras por 100 años.
El barquero del infierno
Existe mucha mitología alrededor de la figura del barquero. No solo la tradición de poner monedas en los ojos de los muertos era típica de Caronte, se conoce que además, jamás dejó pasar a nadie sin esta premisa. Tan solo dos semidioses lograron engañarlo alguna vez: uno fue Hércules y el otro Orfeo.
Estas monedas en los ojos y en debajo de la lengua era un seguro para los mortales, que servía para recobrar el sentido después de la muerte. Sin este peaje, el alma no despertaría jamás en 100 años. Normalmente, tanto griegos como romanos, que también mantenían esta tradición, pagaban al barquero con la moneda de menor valor: el vitálico.
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