¿Por qué todo el mundo está haciendo bizcochos en el confinamiento?

Después de que el Gobierno decretara el Estado de Alarma por la pandemia del COVID-19, los hábitos de los consumidores han cambiado mucho. Primero nos lanzamos a los supermercados a comprar papel higiénico. A medida que han ido pasando las semanas parece que nos hemos olvidado de este producto. Ahora apostamos por la harina y la levadura para preparar bizcochos. Pero, ¿cuál es la razón por la que se ha desatado la locura de la repostería casera? Los expertos apuntan a varias razones.

Calmar la ansiedad

Una de las teorías más aceptadas es que comer dulces y alimentos calóricos ayuda en gran medida a calmar la ansiedad. No hay ninguna duda de que estamos atravesando una situación muy complicada, y la ansiedad es una emoción común.

No siempre sabemos gestionarla de forma adecuada, así que nos decantamos por los dulces porque generan en el cerebro la producción de neurotransmisores y hormonas, de forma similar a como lo hacen las drogas.

Necesidad de tomar azúcar

Un equipo de científicos de la Universidad de Columbia en Nueva York ha publicado recientemente un estudio en la prestigiosa revista «Nature» que arroja algo de luz sobre el asunto. Los expertos indican que han hallado una vía entre el intestino y el cerebro que provoca que necesitemos tomar azúcar.

El cerebro responde tanto cuando el azúcar toca la lengua como cuando llega al intestino. Por lo tanto, el azúcar impacta de forma directa en el cerebro, impulsando así el consumo.

Además, la investigación ha demostrado que los edulcorantes artificiales no son capaces de activar el circuito. Esto explica por qué no resultan tan satisfactorios como el azúcar.


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