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Primarias en el Partido Conservador del Reino Unido: la lucha por el legado de Margaret Thatcher

Primarias en el Partido Conservador del Reino Unido: la lucha por el legado de Margaret Thatcher

La sombra de Margaret Thatcher sobre el Partido Conservador británico ha acabado siendo el comodín imprescindible. Su invocación sirve para defender una cosa o la contraria; su legado se trocea para apropiarse de la parte más conveniente, y los dos candidatos que pelearán este agosto en el proceso de primarias para reemplazar a Boris Johnson rivalizan por presentarse como el genuino continuador de la Dama de Hierro.

“Yo seré el heredero de Margaret Thatcher. Mis principios son thatcheristas. Creo en el trabajo duro, en la familia y en la integridad personal. Soy un thatcherista. Me presento [a las primarias] como thatcherista, y gobernaré como un thatcherista”, ha escrito el exministro de Economía Rishi Sunak en las páginas de The Daily Telegraph, el periódico más identificado con el ala dura de los tories.

Rishi Sunak, en un acto en Grantham (Reino Unido), este sábado. Danny Lawson (AP)

Paradójicamente, su rival, la titular de Exteriores, Liz Truss, se resiste a ser identificada con Thatcher ―”Yo me represento a mí misma, y hemos partido de entornos muy diferentes”, asegura―, pero resulta difícil no establecer ese paralelismo por su modo de hablar, de posar, de desafiar el orden establecido y de proponer un cambio radical que dé la vuelta a la situación. Su foto sobre un tanque militar, en Estonia, trajo a muchos el recuerdo de la de Margaret Thatcher en 1986, cuando visitó las tropas británicas estacionadas al sur de Hamburgo. Su elección de vestuario en el primer debate de las primarias ―una chaqueta negra, y una blusa blanca con un gran lazo frontal― era una réplica exacta de la campaña televisiva de Thatcher en 1979.

Sunak promete bajar los impuestos, pero quiere esperar al menos un año, hasta que pueda asegurar un cierto control de la inflación galopante ―un 9,4% en junio―; y con una deuda que llega ya al 96% del PIB, rechaza hipotecar más al Estado con una rebaja fiscal precipitada que pueda contribuir además a agravar el coste de la vida. Thatcher priorizó la ortodoxia fiscal frente a cualquier otra cosa, defiende el exministro.

Liz Truss (centro), junto a varios simpatizantes en Marden este sábado. HENRY NICHOLLS (REUTERS)

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Truss comparte con la histórica líder del partido el descubrimiento y abrazo del conservadurismo político y económico a través de un viaje personal de conquista, y no como mera herencia de una tradición familiar y un entorno. “Me veo a mí misma como a una insurgente, porque realmente quiero cambiar las cosas”, ha dicho. La candidata favorita de las bases, según señalan las encuestas, promete desde el primer día una bajada de impuestos por valor de más de 35.000 millones de euros. Fuera la subida de 1,5% de las cotizaciones sociales que el Gobierno de Johnson aprobó para financiar una sanidad pública maltrecha, y fuera el incremento previsto para abril, del 19% al 25%, en el impuesto de sociedades. Mayor desregulación y un cambio de las reglas para atar en corto a un Banco de Inglaterra tímido, desde su independencia, en poner freno a la inflación galopante. “Hemos tenido un crecimiento muy lento durante dos décadas. Y ahora hacemos frente a una conmoción económica global, después de la pandemia y de la guerra en Ucrania. Es un momento crucial en nuestro país. ¿Seguimos haciendo las cosas como hasta ahora? ¿O las hacemos de otro modo, con mayor arrojo?”, se ha preguntado la candidata en los días posteriores al lanzamiento de su campaña.

La fe del converso

A pesar de que Truss, al contrario que Sunak, hizo campaña en el referéndum de 2016 en contra de la salida de la UE, en los últimos años se ha abrazado a la fe del converso. Su ley para desguazar unilateralmente el Protocolo de Irlanda del Norte, aun a riesgo de provocar una guerra comercial con Bruselas, le ha ayudado a reforzar sus credenciales.

“Boris Johnson, con todas sus fortalezas, nunca tuvo una filosofía económica muy clara. Y el resto del Gobierno y del partido estaba a la espera de instrucciones”, señala David Frost, exministro para el Brexit, euroescéptico furibundo y la bestia negra de Bruselas durante las negociaciones de los últimos meses.

El Brexit ya no es un objetivo entre los conservadores británicos, sino un estado de ánimo perpetuo. Es la idea de que, solo a partir de esa conquista, el Reino Unido puede comenzar a actuar de otro modo. Por eso Truss, que lleva involucrada en los últimos tres Gobiernos tories, como ministra u ocupando altos cargos, representa para las bases un nuevo impulso. Y Sunak, defensor del Brexit desde sus inicios, es sin embargo, a los ojos de muchos, el financiero moderno y cosmopolita que, por mucho que intente disimularlo, tiene más en común con los tecnócratas de Bruselas que con los afiliados de un condado del sur conservador inglés como el de Surrey.

“No es tanto una batalla sobre el thatcherismo per se como entre dos aspectos diferentes de su legado. Lo que verdaderamente preocupa es que ambos candidatos muestran una interpretación rígida y única de cómo debería ser la doctrina económica del Partido Conservador”, ha escrito William Atkinson, director adjunto de la página web ConservativeHome, el foro imprescindible para saber realmente cómo respiran los tories.

Por miedo a una posible huelga del servicio postal ―los representantes del Royal Mail han amenazado con acciones colectivas durante el mes de agosto―, la dirección del partido ha acelerado el proceso de recepción de votos por correo de los afiliados. En la práctica, eso supone que, aunque el proceso de primarias se extienda hasta el 5 de septiembre (la fecha en que se anunciará el nuevo líder), los afiliados decidirán en cuestión de días quién está más capacitado, Sunak o Truss, para capear el temporal económico. Y para averiguar si las recetas de la Dama de Hierro de hace 40 años siguen siendo hoy igual de válidas.

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