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propiedades químicas, características y aplicaciones

Situado en la parte central de la tabla periódica, en el bloque D, el cromo es uno de los elementos conocido como de transición y se representa como ‘Cr’. En la naturaleza lo podemos encontrar, casi en exclusividad, en forma de compuestos, siendo la cromita el mineral más importante de su compuesto.

En su formación pura, el cromo se obtiene a través de la reducción del óxido de cromo con aluminio, a través de electrólisis o a través del ioduro crómico.

Características del cromo

Este metal de transición suele ser duro y a la par frágil, de color gris brillante y es muy resistente a la corrosión. Sus estados de oxidación suelen ser variables, aunque en los niveles +4 y +5 es poco frecuente encontrarlos en el cromo.

Su nivel más alto de oxidación es el +6 y los más estables se sitúan en los niveles +2 y +3.

El cromo se utiliza principalmente en la metalurgia para acabar con la corrosión y dar una forma brillante a sus compuestos. Además, en las aleaciones, el acero inoxidable, suele ser el que más cromo contiene con alrededor de un 12%.

En procesos de cromado también se suele utilizar cromo para el anodizado del aluminio. Además, suele ser muy común su uso y el de alguno de sus óxidos como catalizadores, por ejemplo, en la síntesis de amoníaco.

Propiedades físico químicas

Estas son las características físico químicas del cromo:

  • Número atómico: 24.
  • Valencia: 2,3,4,5,6.
  • Estado de oxidación: +3.
  • Electronegatividad: 1,6.
  • Radio covalente (Å): 1,27.
  • Radio iónico (Å): 0,69.
  • Radio atómico (Å): 1,27.
  • Configuración electrónica: [Ar]3d54s1.
  • Primer potencial de ionización (eV) 6,80.
  • Masa atómica (g/mol): 51,996.
  • Densidad (g/ml): 7,19.
  • Punto de ebullición (ºC): 2665.
  • Punto de fusión (ºC): 1875.

Historia del elemento

En el año 1797, el químico francés, Louis Nicolas Vauquelin, descubrió este compuesto que jamás nadie había identificado ni utilizado. Debido a sus múltiples colores adheridos en sus propios compuestos, lo llamó cromo, que venía del antiguo latín ‘chroma’ (color).

Originariamente, y hasta que los químicos y especialistas tuvieron la oportunidad de experimentar con el elemento, se utilizó principalmente en pintura y para elementos de escultura. Fue a finales del siglo XIX cuando su uso cambió para ser utilizado como aditivo en los aceros.

Ya a finales del siglo XIX, gracias a la aluminotermia, una serie de reacciones químicas donde se utiliza el aluminio como agente reductor, los químicos consiguieron obtener cromo metálico.

Actualmente este cromo metálico se utiliza en los metales para obtener la máxima resistencia y colores brillantes en sus acabados.


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