Las manifestaciones comenzaron el lunes frente a la base de las Naciones Unidas en Goma, la capital de Kivu del Norte, y luego se extendió a otros pueblos en la provincia, incluido Butembo, con manifestantes exigiendo la salida de las fuerzas de mantenimiento de la paz, alegando que no habían protegido a los civiles. Ese sentimiento se ha acelerado en las últimas semanas, con algunos funcionarios gubernamentales y grupos de jóvenes acusando a las fuerzas de la ONU de no poder detener una oleada de ataques rebeldes que han dejado cientos de muertos o heridos y comunidades desplazadas y en extrema necesidad de ayuda humanitaria.
Durante un viaje al este del Congo este mes, el presidente del Senado congoleño, Modeste Bahati Lukwebo, exigió la salida de las fuerzas de la ONU. “Deben empacar”, dijo, y agregó: “Nosotros mismos garantizaremos la paz, la seguridad y la integridad territorial”.
La insatisfacción fue subrayada por Lucha, un grupo de la sociedad civil congoleña, que dijo en una declaración que las Naciones Unidas no habían logrado proteger al público a pesar del importante respaldo diplomático, logístico y financiero.
Exuberantes y ricas en minerales, las regiones orientales del Congo se han enfrentado a la devastación durante décadas por parte de más de 120 grupos militantes que operan en las provincias de Kivu del Norte, Kivu del Sur e Ituri, según Kivu Security Tracker, que documenta la violencia y los abusos en la región.
En noviembre, Congo y Uganda iniciaron una operación conjunta contra las Fuerzas Democráticas Aliadas, uno de los grupos rebeldes más mortíferos de la región que incluso ha llevado a cabo ataques en la capital de Uganda, Kampala. En febrero, las autoridades acusaron a otra milicia, la Cooperativa para el Desarrollo del Congo, de masacrar a unas 60 personas, incluidos niños, mientras dormían en un campamento improvisado.
La violencia también estalló a mediados de junio cuando otro grupo rebelde, conocido como M23, llevó a cabo una serie de ataques en los que murieron decenas de personas y al menos 25.000 más fueron desplazadas. Congo ha acusado a Ruanda de respaldar al grupo, lo que ha llevado al presidente congoleño, Félix Tshisekedi, a suspender los acuerdos bilaterales con el país vecino.