El Gobierno atravesaba una situación “delicada”, como Yolanda Díaz había reconocido, y aunque el PSOE y Unidas Podemos han acercado posturas no han logrado cerrar la peor crisis de la coalición desde principios de año, la primera de calado sin Pablo Iglesias. Y eso pasaba forzosamente por un consenso sobre la reforma laboral. Esto es, que Podemos aceptase que Nadia Calviño estuviese representada por alguien de su confianza en la negociación final de la reforma con sindicatos y patronal. El PSOE ha evitado hablar expresamente del papel de la vicepresidenta primera, según fuentes de la reunión, y ha optado por incidir en su interés de que los ministerios afectados por la reforma, no solo Economía sino también otros como Inclusión y Educación, formen parte de las negociaciones con los representantes de los empresarios y trabajadores. Ambas fuerzas retomarán las negociaciones mientras fuentes del encuentro han rebajado la bronca de los últimos días. Desde el PSOE han calificado la reunión, de casi dos horas en el Congreso, como “constructiva”. Fuentes de Unidas Podemos la han definido como “cordial”, aunque han reiterado que más que los componentes de la mesa de diálogo social lo que importa son las medidas que se aborden con patronal y sindicatos.
Pese a los recelos mutuos, si algo tienen claro en las direcciones de los partidos del Ejecutivo es que un adelanto electoral sería letal para la izquierda. El Gobierno necesita tiempo para que la recuperación económica tras la pandemia se consolide. Es una de las razones por las que Pedro Sánchez quiere completar la legislatura. La ministra de Trabajo y potencial candidata del espacio de Unidas Podemos también necesita tiempo para ahormar un proyecto. Conscientes de su fragilidad actual según la mayoría de encuestas, socialistas y Podemos habían tratado de aproximar sus posiciones en las horas previas a la reunión de la la comisión de seguimiento del acuerdo de investidura que mantuvieron por la tarde en el Parlamento. Antes de su inicio, poco después de las 19.30, el objetivo era intentar llevar el principal punto de desencuentro trabajado para facilitar un acuerdo. No ha sido posible.
El PSOE y Unidas Podemos han destacado el “buen tono” y se han emplazado a nuevas conversaciones. La reconciliación, a falta del acuerdo sobre la reforma laboral según han destacado fuentes del Unidas Podemos, ha sido parcial en la quinta reunión de la comisión permanente de seguimiento del acuerdo de la coalición de Gobierno. Fue la primera en diez meses y contó con tres caras nuevas: el portavoz parlamentario del PSOE, Héctor Gómez, el secretario de Estado de Empleo, Joaquín Pérez Rey, y el jefe de gabinete de Yolanda Díaz, Josep Vendrell. La salida de Pablo Iglesias y el ascenso de la vicepresidenta segunda han alterado la composición de la mesa en el lado de Unidas Podemos. Por los socialistas repetían la vicesecretaria general, Adriana Lastra; Félix Bolaños, desde julio ministro de Presidencia; y la titular de Hacienda, María Jesús Montero. Por Unidas Podemos estaban también las ministras Ione Belarra e Irene Montero; el secretario general del PCE, Enrique Santiago; y el portavoz parlamentario, Pablo Echenique.
Pedro Sánchez había dado la orden a la delegación socialista de mantenerse firme en que la futura ley compete a “todo” el Ejecutivo y no solo a Trabajo, el principal ministerio del socio minoritario del Ejecutivo. La intención del presidente era que Calviño estuviera representada en la mesa de diálogo con la patronal y los sindicatos. Una decisión que ha quedado pospuesta y con la que el presidente quería mandar el mensaje de que todo el Gobierno actúa al unísono y no hay leyes exclusivas de un ministerio. La resistencia que opone Unidas Podemos se debe al temor de que la vicepresidenta económica tomase los mandos de las negociaciones con los representantes de los empresarios y los trabajadores.
El PSOE no ha cedido y ha insistido sin éxito, para vencer la renuencia de Unidas Podemos, en que la reforma laboral la debían consensuar los dos socios de Gobierno como ya han hecho anteriormente con la ley de vivienda —que este martes aprueba el Consejo de Ministros— o el Ingreso Mínimo Vital. Para reforzar su posición en la reunión, Ferraz recordó que Unidas Podemos participó en la elaboración de ambas normativas, aunque entraban dentro del ámbito de carteras con ministros socialistas. “Todo el Gobierno está comprometido en abordar la modernización de la legislación laboral para extirpar la precariedad, impulsar la competitividad y restablecer el equilibrio en la negociación entre empresarios y trabajadores”, recalcó a su vez Sánchez en un seminario sobre la salida a la crisis múltiple causada por la pandemia, antes de reunirse con Paolo Gentiloni. El comisario europeo de Economía advirtió el domingo en EL PAÍS que tanto la reforma laboral como la de las pensiones “deben cumplir lo pactado en Bruselas”. Sánchez sostuvo en su discurso que la reforma laboral se hará con “diálogo social y vocación de consenso”. El proyecto definitivo se tiene que enviar antes de final de año a Europa.
El fuego graneado que el PSOE y Unidas Podemos se habían dedicado, con diferente intensidad, los últimos días, llevó a algunos sectores de los partidos a pensar que el porvenir del Gobierno estaba en el aire. Al final el desencuentro se recondujo y no se llegó a un punto de no retorno. Pero la reforma laboral sigue generando una honda división. La crisis estalló el viernes en un momento que en principio era dulce para el Ejecutivo. O al menos para los socialistas. La víspera el PSOE y el PP habían cerrado la renovación del Tribunal Constitucional, el Tribunal de Cuentas, el Defensor del Pueblo y la Agencia Española de Protección de Datos. La remodelación del Poder Judicial –en diciembre se cumplirían tres años de bloqueo- ya no parecía una quimera.
Todo ese optimismo voló un día después por los aires con las “injerencias”, según Unidas Podemos, de Calviño en las negociaciones en que se decidirá la reforma laboral. Podemos llevó la tensión al máximo cuando acusó a Meritxell Batet de prevaricación y anunció que se querellaría contra la presidenta del Congreso tras retirar el escaño a Alberto Rodríguez. Después de la aparente tregua que Unidas Podemos concedió el domingo, en Ferraz y La Moncloa nadie esperaba la dureza con que Díaz iba a responsabilizar a los socialistas de la crisis. El PSOE tampoco contemplaba, después de que Rodríguez decidiese recurrir la pérdida del acta en el Constitucional, que Podemos volviese a exigir la dimisión de Batet: su portavoz Isa Serra consideró que su decisión era un ataque “al poder legislativo, a la voluntad popular y a la democracia”. Los socialistas cerraron filas con ella pero evitando reavivar la polvorín con sus socios.
Entretanto, la ministra de Trabajo pidió al PSOE que se “aclarase” en su posicionamiento frente a la reforma laboral del PP. “Es un debate que está en el seno del PSOE”, llegó a decir la vicepresidenta segunda. Díaz incluso reivindicó que las mesas del diálogo social se han reunido semanalmente de manera ininterrumpida desde el pasado 17 de marzo bajo su liderazgo. Pero el jueves, La Moncloa exigió que Calviño entre en las conversaciones con la patronal y los sindicatos con un representante. Las dos vicepresidentas tienen visiones distintas sobre la reforma laboral y por tanto la negociación puede cambiar mucho en función de quién esté al frente. “No va de quién lidera, va de qué vamos a hacer en la principal reforma del mercado de trabajo de nuestro país”, enfatizó Díaz. El recelo de Unidas Podemos se basaba en el rechazo que Calviño siempre ha mostrado para derogar la reforma laboral. Aunque se trata de uno de los compromisos del acuerdo de investidura que hizo posible la formación del Gobierno en enero de 2020, el PSOE se refiere desde hace tiempo a la derogación de “los aspectos más lesivos” de la legislación laboral del PP. La batalla entre PSOE Unidas Podemos se libra también en el léxico: Felipe Sicilia, portavoz de la dirección socialista, evitó este lunes en varias ocasiones pronunciar la palabra derogar, que provocaría el rechazo automático de la patronal. “El objetivo del Gobierno es una nueva reforma laboral y un nuevo marco de relaciones laborales que dé estabilidad y empleos dignos. Sobre la terminología que emplee cada uno, allá cada cual”, afirmó.
Al final, la tensión de los últimos cuatro días se ha apaciguado, aunque solo en parte. PSOE y Unidas Podemos no tenían otra opción. Pero siguen sin ponerse de acuerdo en una cuestión capital para el Gobierno. La reforma laboral sigue sin ponerles de acuerdo.
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