¿Puede gustarte tanto un videojuego como para casarte con él?

La adicción a los videojuegos es un problema muy serio, pero no sabemos muy bien si la noticia que te vamos a relatar puede ser considerada como tal. Noorul Mahjabeen Hassan es una joven de 20 años residente en Florida (Estados Unidos) que está en una relación desde hace más de un año. Hasta aquí todo normal. Lo increíble del caso viene cuando descubrimos quién es su pareja: un cartucho de Tetris para la consola NES.

Noorul, que prefiere ser conocida como Fractal Tetris Huracan, se pasa doce horas jugando a Tetris cada día en internet, en su teléfono y en su Game Boy. Su relación con el cartucho va mucho más allá de los videojuegos: duerme con él y disfruta manteniendo relaciones con objetos de merchandising de Tetris, incluidos discos duros y cojines.

“Tetris trata sobre la perfección y además estimula la mente. Físicamente me aporta esa sensación que tienes cuando estás en una relación y sabes que es la persona elegida», explica Noorul, que cuenta el origen de su relación: “Todo comenzó cuando empecé a jugar a un juego llamado Smash Run, donde escuché la sintonía de Tetris y pensé que era bonita. Cada vez que la oía me entraban ganas de jugar a Tetris, así que todo lo que hacía era jugar a Smash Run mientras seguía pensando que quería jugar a Tetris”.

Tetris
Noorul posa con su adorado cartucho de Tetris

«Quiero ser la señora Tetris»

Noorul quiere ir un paso más allá y ya planea su boda con Tetris una vez que termine sus estudios. «Quiero decir que estoy casada con el Tetris, que soy la señora Tetris, y tener una ceremonia oficial en la que no falte ninguno de mis seres queridos.

El cartucho de NES no es el primer objeto por el que la joven se siente atraída. De hecho su objetofilia va hasta el extremo que confiesa nunca haberse sentido enamorada de humanos, «sólo de robots y objetos». De hecho, en la lista amorosa de Noorul figuran un monorraíl, un iPod, una cinta de correr, un GPS, un osciloscopio y su última conquista antes del Tetris: una calculadora científica que ella bautizó como Pierre de Fermat en honor al matemático.


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