La pregunta de si pueden tener un animal síndrome de Down es más común de lo que pensamos. Lo cierto es que los casos de animales que cuentan con anomalías genéticas, son bastante populares en la red, pero las causas son otras. Vamos a conocer más sobre este interesante tema que hace ‘correr ríos de tinta’.
Conociendo más sobre el síndrome de Down
En la red, desde hace ya tiempo, podemos ver algunos artículos en forma de lista donde se ven animales que podrían padecer el síndrome de Down. Realmente es una información incorrecta, puesto que no podemos hablar de este en relación con otras especies, las cuales si que pueden llegar a sufrir anomalías desde el punto de vista genético, pero en ningún caso la trisomía 21, que solo afecta al ser humano.
La información genética de todos los seres vivos viene contenida en los cromosomas, que son estructuras formadas por ADN y proteínas en los que está la secuencia genética. Los seres humanos tienen 23 pares de cromosomas y el síndrome de Down puede manifestarse cuando una persona cuenta con una copia extra del cromosoma 21: tres en vez de dos.
Los animales tienen también cromosomas, pero los pares pueden variar dependiendo de la especie. Todo ello hace que puedan experimentar trisomías cromosómicas de alguna clase, que puedan dar lugar a una serie de dificultades cognitivas y fisiológicas o anomalías anatómicas, pero no el síndrome de Down como tal.
La selección natural
Una vez que tenemos claro esto, debemos pensar que la naturaleza suele complicar la supervivencia de especies afectadas por esta clase de problemas. La madre acostumbra a suprimirlos o abandonarlos después del nacimiento, por todo ello es complicado verles y nos sorprenden.
Como excepción a todo este comportamiento, en Tanzania en 2015, un chimpancé durante cerca de dos años, una hembra se dedicó a cuidar a su hija que tenía un trastorno parecido al síndrome de Down humano.
Por lo general, un cachorro de chimpacé puede llegar a aferrarse a la madre por sí mismo, pero en este caso, lo que ocurría es que las patas eran muy débiles, por lo que precisaba de la ayuda de la madre y la hermana para poder ser amamantado.
El titular de aquella investigación, Michio Nakamura, describía de esta forma la experiencia: “Es la primera vez que se observa en la naturaleza una forma de asistencia social hacia un miembro con discapacidad. Creemos que el estudio ofrece una nueva perspectiva sobre cómo la sociedad humana ha evolucionado”.
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