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Puerto Vallarta, entre ballenas y tequila en la costa mexicana

A mediados del siglo XX, Puerto Vallarta era un pueblecito de pescadores casi invisible del Estado de Jalisco, en la costa mexicana del Pacífico. Hoy es un emporio turístico de 300.000 habitantes que recibe cinco millones de visitantes al año (norteamericanos, sobre todo) y uno de los más importantes destinos gayfriendly de América, junto con San Francisco y São Paulo. La fama le vino de golpe en 1964, cuando John Huston rodó aquí su película La noche de la iguana. Aún se conservan el hotel donde vivieron Richard Burton y Elizabeth Taylor, su esposa por entonces, y las cuestas adoquinadas del Gringo Gulch (barranco de los Gringos), una área residencial llamada así por los extranjeros que vivieron allí, como la pareja de actores. También se conservan la multitud de delfines y ballenas jorobadas que pueblan la bahía de Banderas, y playas casi intactas, como del primer día del mundo.

8.30 Café con delfines

En La Flor de Córdoba (1), al pie del histórico Hotel Rosita (el decano de Puerto Vallarta, de 1948), se toma un excelente café contemplando la bahía donde brincan delfines y ballenas jorobadas (de noviembre a marzo). Ahí mismo comienza el Malecón (2), un largo paseo marítimo salpicado de esculturas tan surrealistas como La rotonda del mar (3), de Alejandro Colunga, el Dalí mexicano. Los martes, a las 9.30, se pueden recorrer las 20 esculturas del paseo con alguno de sus autores. Es gratis, como todos los tours que organiza Vallarta101 (vallarta101.com).


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Las Caletas es una playa paradisiaca al sur de Puerto Vallarta ideal para practicar snorkel o paddle surf. Solo se accede en barco y al llegar aguarda un bosque de bambú.

10.00 Una costa para explorar

Mismaloya (4), 20 kilómetros al sur de la ciudad (se puede ir en autobús), ya no es la playa virginal que descubrió Huston, pero aún quedan arenales selváticos y recónditos, solo accesibles en barco. Para ir en familia, ninguna como Las Caletas (5), donde los monitores de Vallarta Adventures no paran y no dejan parar: snorkel, paddle surf, kayak, tirolina… Para explorar la costa de forma más relajada se puede alquilar un velero con patrón en la misma empresa o acercarse en barco al parque nacional Islas Marietas (6) con Punta Mita Expeditions. Aunque nada tan exclusivo como el resort Imanta (7), hacia el norte: 500 metros de playa perfecta y un puñado de villas en un enorme palmeral, sin otros vecinos que coatíes, iguanas y los afortunados que pueden pagar 1.000 euros al día; lo frecuentan Tarantino o Rihanna. A unos 13 kilómetros está Sayulita (8), un pueblo surfero tipiquérrimo.

12.00 Elabora tu propio souvenir

Por 54 euros podemos comprar un montón de mexicanadas en cualquier tienda de souvenirs o llevarnos un recuerdo auténtico, hecho con nuestras manos, tras recibir en Colectika (9) una clase sobre el arte de la chaquira (cuentas de colores dispuestas sobre una superficie impregnada con cera de abeja), impartida por una nativa de etnia huichol. En esta galería de arte ancestral contemporáneo (así se definen) se expone y vende la obra de artistas como Jacobo Ángeles, famoso por sus alebrijes.

14.00 Comer delicias callejeras

El restaurante El Campanario (10), que está pegado a la parroquia de Nuestra Señora de Guadalupe, en la zona centro de Puerto Vallarta, es muy apreciado por su comida casera, por sus ricos tacos y su pozole (guiso de maíz, cerdo y pollo). Tampoco es mala idea hacer una ruta de street food con Vallarta Food Tours para probar las carnitas (tacos de cerdo) de Lalo (11) y los ceviches y chiles rellenos de marisco de Cisneros (12). El Guero y Gaby’s son otras paradas recomendables. De postre hay que probar los bombones de tequila de Vallarta Factory (13), donde además de un chocolate óptimo elaboran su propio café y sus puros. Sin fumar uno de estos (cosa rara) aparece John Huston en la escultura que le han dedicado a 140 metros de aquí, en la isla del Río Cuale (14).

18.00 Atardecer desde Matamoros

Aquí se suda sin moverse, así que hay que hidratarse bien antes de subir los 209 escalones que llevan al cerro de la Cruz (15), supuestamente el mejor mirador de la ciudad. Aunque es más fácil llegar, y se sacan mejores fotos, desde el antiguo faro-baliza de la calle de Matamoros (16). Viendo asomar sobre los tejados el campanario de Nuestra Señora de Guadalupe y la inmensa bahía teñida de rojo por los últimos rayos de sol, el observador desavisado tiende a pensar que Puerto Vallarta es una población vetusta, de los tiempos del conquistador Hernán Cortés, cuando en realidad solo existe como ciudad desde 1968.


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El hotel Casa Kimberly, que fue residencia de Elizabeth Taylor en Puerto Vallarta.

20.30 Vivir como una estrella

Nada tan fino como cenar en The Iguana (17), en el hotel Casa Kimberly, que fue residencia de Liz Taylor y está unida por un puentecillo de estilo veneciano con la que ocupaba Richard Burton. Dormir en la suite Elizabeth Taylor tras sumergirse en la bañera de mármol rosa con forma de corazón que usaba la actriz cuesta algo más de 800 euros. A otra esposa de Burton, Suzy Miller, el actor le regaló una casa cercana, hoy el hotel Hacienda San Ángel (18). Si husmear en las estancias de las celebridades de Hollywood no nos interesa, una alternativa es hacer una degustación de raicilla en La Lulú (19) (calle de España, 305). La raicilla, un tequila extraído de cinco variedades de agave que alcanzaba los 57 grados en otros tiempos, tiene hoy denominación de origen. Después se puede cenar una ensalada aliñada con marihuana en el vecino restaurante Barrio Bistró (20).

22.00 Fiesta y tacos

La Zona Romántica es el barrio más viejo y encantador de Puerto Vallarta, que hoy acoge a la comunidad gay. El epicentro es el pink corner (la esquina rosa), donde se encuentran los clubes Mr. Flamingo (21) y Paco’s Ranch (22). En la playa Los Muertos están el pionero Blue Chairs (23) y el exclusivo Mantamar (24). Y para la cruda (resaca), nada como la birria de ternera o de chivo que sirven, en un taco y con un vaso del caldito resultante, en el Tacos Robles de la calle de la Constitución.

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