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“Pujol sabe que lo tengo súper pillado con este asunto”



El empresario Javier de la Rosa (izquierda) y Jordi Pujol, durante la inauguración de la clínica Tecnon de Barcelona, en 1994.Joan Sánchez

El caso Pujol tiene fecha de nacimiento oficial: el 25 de julio de 2014, cuando el expresidente de la Generalitat Jordi Pujol anunció la existencia de cuentas opacas de su familia en Andorra. Pero en aquella confesión influyó también el resultado de una labor oculta y silenciosa que, previamente, habían desarrollado policías a las órdenes del Ministerio del Interior. El sumario del caso Villarejo revela ahora más detalles de esas maniobras. A lo largo de 2012, el comisario José Manuel Villarejo se hizo pasar por abogado para grabar sus entrevistas con Javier de la Rosa —el empresario “modelo” para Pujol— y con Victoria Álvarez —examante del primogénito—, que sirvieron para preparar las denuncias. La familia insiste en que esta nueva documentación avala su tesis de que la investigación está contaminada y así lo esgrimirán en el juicio que se celebre contra el clan en la Audiencia Nacional, todavía pendiente de fecha.

Villarejo, epicentro de una macrotrama de corrupción policial e integrante de la policía patriótica activada en Interior durante la etapa de Jorge Fernández Díaz (PP) como ministro de Mariano Rajoy, grabó las conversaciones que mantuvo con De la Rosa y Álvarez. La transcripción de aquellas reuniones, incorporadas al caso Villarejo y a las que ha tenido acceso EL PAÍS, evidencia cómo se gestaron sus denuncias, génesis de la causa judicial contra el hijo mayor, Jordi Pujol Ferrusola, que abrió el camino para investigar al resto de la familia. El comisario también apuntó sus minuciosas maniobras en sus agendas.

De la Rosa fue el primero en disparar. A finales de noviembre de 2012, presentó una denuncia ante la Policía en la que acusaba a Pujol de haberle amenazado y de tener cuentas en el extranjero. Según el financiero, el expresident le acusó de haber filtrado a El Mundo una información que el diario tituló así en portada: “La Policía vincula cuentas en Suiza de Pujol y Mas con la corrupción de CiU”. En la denuncia, detalló que los Pujol disponían de un patrimonio opaco de 165 millones de francos suizos. Dos meses más tarde, lo negó todo cuando fue llamado a declarar en el juzgado. Se limitó a decir que, en 1991, con Pujol en el poder, le había presentado al dueño de la banca Lombard de Suiza. ¿Mintió antes o mentía entonces? ¿Qué había pasado?

Según la documentación incorporada al caso Villarejo, el comisario se entrevistó con el financiero catalán para lograr su colaboración y preparar la denuncia formal. De la Rosa muestra un conocimiento enciclopédico de los secretos de la familia. En los audios, por ejemplo, cuenta cómo fue su encuentro con el president tras la publicación de El Mundo. “Me llama Carmen Alcoriza, secretaria de Pujol de toda la vida y me dice: ‘El presidente quiere verte en un bar al lado de casa, el Moroni, ahí al fondo”. Según su versión, el expresidente le montó “un cirio” y le dijo que debía sentirse “controlado y vigilado”.

El comisario jubilado José Manuel Villarejo, llega a la Audiencia Nacional, este 2021.Alberto Ortega (Europa Press)

Aquella entrevista, fechada el 29 de noviembre de 2012 (el mismo día que presenta su denuncia ante la Policía), fue más allá de las cuentas suizas, cuya existencia se descartó en la investigación del caso Pujol. “Estoy dispuesto a contar todo, a dar los detalles, de temas mucho más graves y tú los administras como te dé a la gana. (…) Cuento lo de los 1.480 millones que le di de Grand Tibidabo”, le dice a Villarejo sobre el desfalco de esa sociedad en los años noventa, que le valió a De la Rosa una condena a tres años de cárcel. La Audiencia llegó a investigar si la descapitalización de Grand Tibidabo —que arruinó a miles de pequeños accionistas— estaba detrás del origen de la fortuna andorrana de los Pujol, pero las pesquisas no llegaron a buen puerto.

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SuscríbeteLas “cosas chungas” de la familia

El comisario, con disfraz de abogado, le pide saber las “cosas chungas” de los Pujol y trata de ganárselo para la causa con empatía. “Te han tratado como a un muñeco roto”, le dora la píldora cuando De la Rosa cuenta que acudió sin éxito a buscar ayuda económica de Pujol y de Xavier Trias, exalcalde de Barcelona. “Le dije: ‘No tengo un duro, me han robado todo. Solamente lo necesitaba para pagar mis abogados. Y él sabe que yo lo tengo súper pillado con este asunto y no me tiene controlado”, explica, también sobre Grand Tibidabo.

En la extensa conversación se aprecia cómo Villarejo y el abogado Rafael Redondo, socio del policía en sus negocios privados, participan en la redacción de la denuncia y discuten las expresiones que hay que emplear: Pujol “abrió varias cuentas” delante del presidente de Lombard, el financiero entregó en mano al president “maletas y cheques del banco de España”. El comisario trata de tranquilizar a su interlocutor porque los delitos han prescrito (“lo que pasa es que políticamente, no, eh”), le indica que un coche vendrá a buscarle para ir a Canillas —allí la Policía Nacional tiene un enorme complejo de edificios— y le promete que nada se hará público. Propone concluir el texto diciendo que De la Rosa, como ciudadano ejemplar, queda a disposición de la justicia. Para el empresario, esa frase sobra: “He estado cinco veces en el trullo. No, ejemplar no, no digas eso”. Al final hablan de dinero: por su colaboración, De la Rosa va a percibir, presuntamente, 250.000 euros.

Una bolsa abierta en el AVE

La promesa de discreción se rompe y la denuncia de De la Rosa sale a la luz. Victoria Álvarez, exnovia del primogénito, quiere saber entonces si ha sido una “filtración” y pide ser testigo protegido porque teme por su vida: “Los Pujol tienen sicarios”, cuenta a Villarejo y a Redondo en un encuentro en una cafetería que también sirve para preparar su denuncia. Ella sí la ratificará ante la Audiencia Nacional, en lo que será el origen de la primera investigación judicial a un miembro de la familia Pujol.

Victoria Álvarez, durante su comparecencia en el Parlament, en 2017.Massimiliano Minocri

“Nos han robado a todos los catalanes, son unos delincuentes”, dice Álvarez a sus interlocutores, antes de explicar con detalle las escapadas de la pareja a Andorra —donde Jordi Pujol júnior se mostraba “nervioso”— y el episodio de los billetes de 500 euros. La ruta era siempre la misma: de Barcelona a Andorra en coche, luego breve paso por Lleida y, de allí, AVE a Madrid. En uno de esos viajes en tren, Álvarez fue a coger el equipaje cuando una bolsa se abrió de forma accidental. Había dinero. Al llegar al hotel, en Madrid, “mientras él se duchaba”, la mujer la inspeccionó. Contenía, según su versión, “400 y pico mil euros”. “Eran todo billetes de 500 euros y era un tocho así. A la vuelta en Barcelona, le dije que era un hijo de puta. No puede utilizarme de esa manera, llevarme con dinero encima sin decirme nada”.

La Unidad de Asuntos Internos (UAI) de la Policía Nacional, a cuyo cargo corre la investigación del caso Villarejo, ha analizado todos estos audios y más documentación incautada al comisario tras su detención en noviembre de 2017. Según los investigadores, no existe “en apariencia coacción o indicación” por parte del policía para “tergiversar el relato” de De la Rosa y Martínez, a los que califica de “informadores” e incluye dentro de las funciones que tenía Villarejo como agente para “captar información de interés policial (principalmente, a través del manejo de fuentes humanas) en relación con posibles casos de corrupción”. En este caso, vinculados a la familia Pujol. En ese sentido, ejemplifica la UAI, Álvarez habla “de forma espontánea”. Lo mismo que De la Rosa. No son presionados, concluyen.

El juez Manuel García-Castellón también descartó investigar las maniobras de Villarejo contra los Pujol, como había pedido el primogénito del clan. El pasado octubre, el magistrado firmó un auto donde consideraba acreditado que el comisario había investigado a la familia; pero el instructor añadía que una parte de sus actuaciones se enmarcaban dentro de sus funciones como policía y otras, donde sí aprecia indicios “de la comisión de hechos delictivos”, ya se dilucidan en los tribunales de Andorra.

García-Castellón ha marcado siempre los límites de sus pesquisas sobre Villarejo, dejando fuera la Operación Cataluña —una campaña de intoxicación informativa supuestamente gestada por la policía patriótica para, mediante presuntos informes policiales con graves acusaciones de corrupción, desacreditar a los principales dirigentes del independentismo catalán—. El magistrado, incluso, ha apartado del sumario otros audios que Villarejo captó durante el desarrollo de esta operación y que considera que se encuentran protegidos por la ley de secretos oficiales. Cuatro de estas grabaciones son conversaciones con De la Rosa en noviembre y diciembre de 2012.

Las agendas del comisario también recogen los encuentros y maniobras con De la Rosa y Álvarez, así como anotaciones sobre presuntos pagos. Pese a ello, será difícil que prosperen los esfuerzos del expresident para anular su causa. La Audiencia Nacional cuenta con una enorme batería de indicios recabados contra el clan por otras vías en el caso Pujol, a lo que se suma el ahínco del magistrado instructor de aquel proceso, José de la Mata, que ya apartó pruebas sospechosas de irregularidad para que su investigación sobre la familia no quedase contaminada.


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