El presidente ruso, Vladimir Putin, se atribuyó este jueves la victoria en la mayor batalla de la guerra de Ucrania, declarando “liberado” el puerto de Mariúpol tras casi dos meses de asedio, pese a dejar a cientos de defensores todavía refugiados en una gigantesca planta metalúrgica.
Ucrania ridiculizó el intento de Putin de evitar un enfrentamiento final con sus fuerzas en la ciudad como un reconocimiento de que carecía de tropas para derrotarlas.
En una reunión televisada en el Kremlin, Putin dijo al ministro de Defensa, Sergei Shoigu: “Ha completado con éxito el esfuerzo de combate para liberar Mariúpol. Permítame felicitarle en esta ocasión, y le ruego que transmita mis felicitaciones a las tropas“.
Y añadió: “Considero innecesario el asalto propuesto a la zona industrial. Le ordeno que lo cancele (…) No hay necesidad de entrar en estas catacumbas y arrastrarse bajo tierra por esas instalaciones industriales (…) Bloqueen esta zona industrial para que no pueda pasar ni una mosca”.
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La decisión de no asaltar la planta siderúrgica de Azovstal -tras días de ultimátum a sus defensores para que se rindan o mueran- permitió a Putin reclamar su primer gran premio desde que sus fuerzas fueron retiradas del norte de Ucrania el mes pasado. Pero no es la victoria inequívoca que Moscú ha buscado tras meses de brutales combates en una ciudad reducida a escombros.
“Físicamente no pueden tomar Azovstal, lo han comprendido, han sufrido enormes pérdidas allí”, dijo el asesor presidencial ucraniano Oleksiy Arestovych en una sesión informativa.
“Nuestros defensores siguen conservándola”.
Cuando se le pidió que comentara la medida de Putin, un portavoz del Ministerio de Defensa ucraniano dijo que mostraba las “tendencias esquizofrénicas” del líder del Kremlin. El presidente Volodímir Zelenski dijo que se seguía impidiendo a 120,000 civiles salir de Mariúpol.
Con Ucrania pidiendo armas para defenderse del asalto ruso, se esperaba que el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, anunciara otra ayuda militar por valor de 800 millones de dólares, de tamaño similar a un paquete anunciado la semana pasada.
El presidente español Pedro Sánchez y la primera ministra de Dinamarca Mette Frederiksen han sido los últimos líderes occidentales en visitar Kiev, ambos prometiendo también armas.
Sufrimiento de los civiles
Mariúpol, donde vivían 400,000 personas, ha sufrido no solo de la batalla más intensa de la guerra, sino también la peor catástrofe humanitaria, con cientos de miles de civiles aislados durante casi dos meses bajo el asedio y los bombardeos rusos.
Shoigu dijo a Putin que Rusia acabó con la vida de más de 4,000 soldados ucranianos en su campaña para tomar Mariúpol, y que 1,478 se habían entregado. Estas cifras no han podido ser verificadas.
Asimismo, calculó que 2,000 combatientes ucranianos siguen en el interior de Azovstal, una de las mayores instalaciones metalúrgicas de Europa, que abarca 11 kilómetros cuadrados con enormes edificios, búnkeres subterráneos y túneles. Putin dijo que deben deponer las armas y rendirse, y que se les tratará con respeto.
La viceprimera ministra ucraniana, Iryna Vereshchuk, dijo que había que sacar de inmediato del lugar a 1,000 civiles y 500 soldados heridos, y culpó a las fuerzas rusas de no establecer un corredor seguro que, según ella, se había acordado.
Moscú afirma que Rusia acogió a 140,000 civiles de la ciudad portuaria en evacuaciones humanitarias. Kiev dice que algunos fueron deportados por la fuerza, en lo que sería un crimen de guerra. El miércoles, Rusia permitió que algunos autobuses salieran de partes de Mariúpol que controla, llevando a unas 100 personas a otras partes de Ucrania.
Empuje en el Dombás
El control de Mariúpol une con firmeza el territorio en manos de los separatistas prorrusos en la región del Dombás, en el este de Ucrania, con Crimea, la península que Moscú capturó en 2014.
Tras fracasar en la toma de Kiev el mes pasado y verse obligada a retirarse del norte de Ucrania, Rusia se ha reagrupado para lanzar una nueva ofensiva esta semana en las dos provincias orientales conocidas como el Dombás.
Ucrania dijo que las fuerzas rusas no habían logrado hasta ahora capturar por completo Rubizhne, una ciudad del Dombás que ha sido un foco de su avance. La ciudad de Járkov, cerca de las líneas de suministro rusas en el Dombás, fue objeto de un fuerte bombardeo, dijo su alcalde.
En este contexto, las conversaciones de paz seguían paralizadas. El portavoz del Kremlin, Dmitry Peskov, dijo que Moscú sigue esperando la respuesta de Kiev a sus propuestas, mientras que Zelenski afirmó el miércoles que no había visto ni oído hablar de tal documento.
La inteligencia militar británica dijo que las fuerzas rusas quieren demostrar un éxito significativo antes del 9 de mayo, el aniversario de la victoria aliada en Europa en la Segunda Guerra Mundial, cuando el ejército ruso celebra tradicionalmente un espectacular desfile en la Plaza Roja.
Rusia denomina su incursión como una “operación militar especial” para desmilitarizar y “desnazificar” Ucrania. Kiev y sus aliados occidentales lo rechazan como un falso pretexto para una guerra de agresión ilegal.
Reuters
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