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Putin estrecha lazos con Lukashenko en medio de la preocupación por otra ofensiva desde Bielorrusia

Putin estrecha lazos con Lukashenko en medio de la preocupación por otra ofensiva desde Bielorrusia

Después de meses de aislamiento en Rusia, con una agenda de visitas y reuniones dentro y fuera del país extremadamente restringida, el presidente ruso, Vladímir Putin, ha viajado este lunes a Bielorrusia para reunirse con el líder autoritario Aleksandr Lukashenko. Con la visita, la primera del jefe del Kremlin al país desde 2019, Putin ha mostrado su intento de estrechar aún más los lazos con Minsk y su intención de avanzar en los acuerdos de unión que ambos países firmaron en 1999. “Nuestros enemigos buscan detener la integración de Rusia y Bielorrusia”, ha recalcado Putin en una comparecencia tras la cita, en la que ha asegurado que Moscú no quiere “absorber” a nadie. Junto a él, Lukashenko habló de la importancia del “apoyo” del Kremlin y de su “hermano mayor”, Putin, así como de la necesidad de hacer un frente común de cara a las sanciones occidentales. El bielorruso anunció que los misiles Iskander y S-400, que Rusia instaló hace un par de meses en el país vecino, están listos para ponerse en marcha.

La reunión ―en la que Putin y Lukashenko hablaron de un “espacio común de defensa” y tras la que anunciaron que Rusia entrenará a la aviación bielorrusa en el manejo de aviones que transportan ojivas nucleares― se produjo en medio de las crecientes preocupaciones y advertencias de Ucrania de que Moscú podría estar preparando otra ofensiva desde Bielorrusia. El Kremlin ha vuelto a concentrar tropas en ese país, donde ha estado realizado maniobras conjuntas y entrenando a cientos de reclutas movilizados para la guerra.

Lukashenko, que ha manejado con puño de hierro Bielorrusia desde hace décadas y que recibió el apoyo del Kremlin en su violenta represión de las protestas por la democracia y contra el fraude electoral de 2020 —un sostén que fue decisivo para mantenerse en el poder—, se ha mantenido durante los 10 meses que dura la invasión de Ucrania en un precario equilibrio. Minsk no se ha unido a la guerra de Rusia, pero dejó a Putin usar su territorio, con más de un millar de kilómetros de frontera con Ucrania, como escenario desde el que iniciar la invasión en febrero. Además, ha permitido al Kremlin emplear Bielorrusia como lanzadera de misiles y drones contra Ucrania.

Putin, que en los últimos meses, en medio de los reveses militares en Ucrania, ha emprendido una campaña de visitas a otros países algo más cercanos, como Kirguistán, ha bajado este lunes a trompicones por la escalerilla de su avión en Minsk, donde Lukashenko le ha recibido con una ofrenda tradicional de pan y sal. Los ministros rusos de Defensa, Serguéi Shoigu, y Exteriores, Serguéi Lavrov, también han viajado a Bielorrusia, donde, según el portavoz del Kremlin, Dmitri Peskov, la agenda se ha centrado en la “situación político-militar” y en cuestiones económicas, como la venta de gas, que Moscú ofrece a Minsk barato.

Ambos autócratas hablaron de temas económicos y energéticos como su “prioridad”, dijo Putin. A pesar de esa afirmación, la estrategia defensiva ―y sus aristas― también tuvieron un protagonismo importante en las conversaciones. Acordaron, dijo el jefe del Kremlin, seguir tomando “de manera conjunta” medidas “para garantizar la seguridad”, así como “entregas mutuas de armas y trabajar juntos en la producción de nuevos equipos militares”.

Horas antes, el Ministerio de Defensa de Bielorrusia había anunciado que hasta 9.000 militares rusos y varios cientos de vehículos blindados llegarían a la república para crear un grupo conjunto de tropas para formar parte de los “grupos regionales conjuntos” creados por Minsk y Moscú en octubre para funcionar “como un solo ejército”, ante lo que llamaron “el agravamiento de las fronteras occidentales”. Rusia ya ha trasladado allí aviones de combate MiG-31K, según el grupo de análisis independiente bielorruso Hajun. Además de las maniobras conjuntas, el ejército bielorruso ha realizado ejercicios militares en solitario las últimas semanas para verificar la “preparación para el combate” y que terminaron horas antes de la llegada a Minsk de Putin, según las agencias estatales. Además, a principios de diciembre, los ministros de defensa de Rusia y Bielorrusia firmaron un acuerdo que todavía no se ha hecho público.

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Lukashenko, que en los últimos días se había mostrado a la defensiva, recalcando que Bielorrusia es un país soberano y que solo él toma las decisiones, ha ironizado este lunes sobre la “inquietud” de Occidente por la cercanía entre Moscú y Minsk y sus reuniones constantes con Putin; en tres años se han visto 12 veces, siempre en Rusia menos este lunes. “El fortalecimiento de las relaciones entre Bielorrusia y Rusia se ha convertido en una respuesta natural a la situación cambiante del mundo, donde constantemente se pone a prueba nuestra fuerza”, ha dicho el líder autoritario bielorruso en una intervención recogida por los medios estatales. “Hoy podemos afirmar inequívocamente: juntos pudimos no solo sobrevivir, sino también encontrar oportunidades para el desarrollo de nuestras economías”, ha enfatizado Lukashenko, que ha asegurado que la mayor integración entre Rusia y Bielorrusia demuestra que solo juntos es posible superar sanciones, pandemias o crisis. “Rusia puede arreglárselas sin nosotros, pero nosotros no podemos sin Rusia”, aseguró.

Ofensiva desde el norte

El Gobierno ucranio ha alertado de que Rusia puede estar preparando el terreno para otra gran escalada este invierno, entre finales de enero y febrero. Altos funcionarios del Ejecutivo de Volodímir Zelenski hablan incluso de que el Kremlin puede estar barajando volver a lanzarse sobre Kiev. Este domingo, Zelenski recalcó que Ucrania está lista “para todos los escenarios posibles”. “Proteger nuestra frontera tanto con Rusia como con Bielorrusia es nuestra prioridad constante”, dijo tras una reunión con el alto mando militar.

Kiev recibe armas de sus aliados occidentales y está a la espera de recibir más envíos de baterías antiaéreas y un nuevo paquete de ayuda económica de la UE para tratar de mantener a flote el país. Este lunes, en medio de una nueva oleada de ataques con drones suicidas contra Kiev y puntos de infraestructuras críticas del país, y con el escenario de fondo de la cita entre Putin y Lukashenko, el presidente Zelenski ha renovado sus peticiones de más material de defensa a los líderes occidentales.

La visita de Putin a Lukashenko en Minsk se ve con inquietud en la UE. De hecho, el Gobierno alemán ha mostrado su intranquilidad este lunes: un portavoz del Ejecutivo, Steffen Hebestreit, ha afirmado que el canciller Olaf Scholz está preocupado por el viaje. “Por supuesto, hay preocupaciones sobre lo que podría implicar esta visita: por si el papel de Bielorrusia en la guerra de agresión de Rusia contra Ucrania cambiará o se modificará una vez más”, ha apuntado Hebestreit en una sesión informativa en la que señaló que Berlín esperaría al final de las conversaciones entre Putin y Lukashenko para sacar conclusiones.

El Instituto para el Estudio de la Guerra (ISW, por sus siglas en inglés), una organización con sede en Washington, ha apuntado que con su visita, Putin puede estar tratando de establecer las condiciones para una ofensiva renovada, posiblemente contra el norte de Ucrania o sobre Kiev en el invierno de 2023. Aunque, como otros analistas, también muestra un relativo escepticismo: “Sigue siendo extremadamente improbable que las fuerzas bielorrusas invadan Ucrania sin una fuerza de ataque rusa”, dice el informe de ISW. “No está nada claro que Lukashenko comprometa a las fuerzas bielorrusas a luchar en Ucrania, incluso junto a las tropas rusas”, añade.

Algunos expertos creen que el nuevo acercamiento de Putin a Bielorrusia es un intento de distraer hacia esa zona tropas ucranias para que refuercen las fronteras e inmovilizarlas allí para que no se desplieguen en otras zonas. Estas semanas, el Kremlin está centrando su ofensiva en Donbás, donde tratan de capturar la ciudad de Bajmut, asolada por las bombas y donde solo queda un 10% de sus habitantes. Allí, los combates ya son constantes, con grupos de mercenarios del grupo Wagner lanzando incursiones a la ciudad.

Fuentes de la inteligencia occidental apuntan que las tropas bielorrusas no tienen gran interés para Moscú, sin embargo, sí que le resultarían útiles sus bases y el territorio de Bielorrusia. Tanto como escenario de ofensiva, lanzadera y repliegue, como para entrenar allí a sus movilizados.

Otras fuentes piensan que Moscú puede estar preparando otra ofensiva, pero no para avanzar hacia Kiev, sino para ir más hacia el oeste, más cerca de Polonia, e interrumpir o ralentizar las entradas de armamento de los socios de Ucrania y también de material humanitario y logístico con el que los aliados están tratando de apoyar a Kiev para que reconstruya su infraestructura civil y energética, que mantiene a la población en vilo en pleno invierno. Voces afines al grupo de mercenarios Wagner han afirmado estos días en sus canales de mensajería de Telegram que la intención es perturbar lo máximo posible la frontera entre Polonia y Ucrania.

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