América Latina se presentó este martes en la Asamblea General de Naciones Unidas con planteamientos y reivindicaciones desiguales que reflejan los equilibrios de la región en el tablero internacional y la proximidad de los distintos mandatarios con la agenda de Washington. Del brasileño Jair Bolsonaro, quien aprovechó para defenderse a sí mismo y cargó duramente contra la prensa, al jefe de Estado argentino, Alberto Fernández, que lanzó una reflexión sobre la necesidad de que en el futuro las ayudas al desarrollo puedan beneficiar también a los países de rentas medias. Pasando por el colombiano, Iván Duque, que hizo un llamamiento a la comunidad internacional a endurecer el cerco diplomático contra el régimen de Nicolás Maduro en Venezuela, cuya intervención está prevista para el miércoles. La región, en definitiva, dibujó sus diferentes facetas y desafíos, aunque este año todas están determinadas por el común denominador de la pandemia de coronavirus.
Bolsonaro inauguró por la mañana la Asamblea, un honor que su país tiene desde 1955, con duros ataques a la prensa, a la que acusó de “diseminar el pánico” entre la población durante la crisis sanitaria; y contra los 27 gobernadores de los estados y el Supremo Tribunal Federal por la gestión de la pandemia. Sobre los incendios en la Amazonia y en el Pantanal, un drama que tiene a Brasil en el punto de mira internacional, Bolsonaro ha aludido a una “brutal campaña de desinformación” con el apoyo de “instituciones internacionales bajo intereses oscuros”. Y ha afirmado que los incendios se deben a los indígenas y pueblos locales que buscan su supervivencia.
En un discurso grabado, como todos los que le siguieron, el brasileño ha buscado defenderse de las críticas por su gestión de la pandemia de coronavirus, que en Brasil ya se ha cobrado la vida de 137.000 personas. “Como ha sucedido en otras partes del mundo, parte de la prensa ha politizado el virus, diseminando el pánico entre la población bajo el lema ‘quédense en casa y la economía ya veremos”, ha dicho.
Bolsonaro ha destacado que Brasil ha contribuido “para alimentar el mundo” durante la pandemia respetando “la mejor legislación ambiental del planeta”. Ha subrayado que el país “nunca ha exportado tanto” y que su Gobierno ha invertido en tecnología para frenar los delitos ambientales. Y una vez más ha atacado a sus críticos, esta vez por los devastadores incendios en el Pantanal y la Amazonia. “Somos víctimas de una de las más brutales campañas de desinformación sobre la Amazonia, que es riquísima, lo que explica el apoyo de instituciones internacionales a esta campaña basada en intereses oscuros”. “Nuestra selva es húmeda y no permite la propagación de incendios. Los caboclos e indígenas utilizan el fuego en busca de su supervivencia”.
Sobre el Pantanal, ha afirmado que sufre de los mismos problemas que California y que los incendios son una “consecuencia inevitable de la alta temperatura local”. “Somos líderes en conservación de selvas tropicales, tenemos la matriz energética más limpia y diversificada del mundo. Somos responsables solo por el 3% de las emisiones de carbono”, ha destacado el presidente, que también ha afirmado que el pueblo brasileño es “conservador y cristiano”, reclamando que la comunidad internacional combata la “cristofobia”.
Contra la “tiranía” de Maduro
Su mensaje difiere, sin embargo, del de otros representantes del frente conservador en Latinoamérica. El presidente colombiano, Iván Duque, otro estrecho aliado de Trump en la región, hizo un llamamiento a mejorar la cooperación ambiental y a construir un mundo más sostenible. Por lo demás, el mandatario hizo un balance de sus dos años en el poder en el que agradeció el acompañamiento de la Misión de Verificación de la ONU en la implementación del acuerdo de paz con la extinta guerrilla de las FARC del que él fue un férreo crítico.
También se refirió a la amenaza común que representa el narcotráfico, frente al cual ha apuntado un giro prohibicionista. E incluyó en su intervención un llamamiento “enérgico” a que la comunidad internacional en pleno rechace la “tiranía” de Nicolás Maduro en la vecina Venezuela y reclame elecciones verdaderamente libres en lugar de “la orquesta prefabricada electoral a la que se quiere llevar al pueblo venezolano” en los comicios legislativos convocados para diciembre.
Ese proceso electoral, valoró, tiene como único propósito “perpetuar la dictadura”. El régimen venezolano “se sostiene con los recursos del narcotráfico, alberga terroristas y es una amenaza constante para la democracia en la región y en todo el mundo”, afirmó el mandatario, además de subrayar las violaciones a los derechos humanos confirmadas recientemente por un informe de la propia ONU. “Maduro es un criminal de lesa humanidad”, había afirmado el fin de semana durante la visita a Bogotá del secretario de Estado, Mike Pompeo. Duque, en sintonía con la Casa Blanca, ha sido uno de los mayores apoyos de Juan Guaidó, el líder de la Asamblea Nacional reconocido como presidente encargado de Venezuela por casi 60 países, y promueve un cerco diplomático sobre Caracas.
Ayuda al desarrollo
El presidente de Argentina, Alberto Fernández, evitó, en cambio, referencia directas a terceros países. Pidió por un “multilateralismo de la solidaridad” para combatir la pandemia, y el desarrollo de una “vacuna contra la injusticia social, la depredación ambiental, la discriminación en todas sus formas” y destacó el acuerdo reciente que su país alcanzó con los acreedores privados de su deuda en dólares, informa Federico Rivas Molina. “Argentina logró sellar un importante acuerdo con casi la totalidad de sus acreedores externos privados, convirtiéndose en uno de los primeros países en enfrentar el desafío de afrontar una reestructuración de deuda en el marco de la pandemia”, dijo.
Argentina necesita ahora con urgencia dólares frescos para sostener su economía. Sin posibilidad de crédito externo y en el arranque de una negociación para la reestructuración de su deuda con el FMI, pidió abrir la ayuda internacional al desarrollo a países de renta media como el suyo. “En este tormentoso contexto global, el endeudamiento externo tóxico e irresponsable con fines especulativos constituye otra ola de atraso y subdesarrollo (…) Ningún país puede pagar su deuda a costa de que su pueblo quede sin salud, sin educación, sin seguridad o sin capacidad de crecer”, dijo Fernández.
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