El presidente ruso, Vladímir Putin, prepara un nuevo escenario bélico, según Ucrania, quien sospecha que los bombardeos aéreos de los últimos meses son sólo una brutal maniobra de desgaste con vistas a la gran ofensiva que los rusos lanzarán a principios del próximo año.
Para ello, Putin visitó el mando operativo conjunto y se reunió con la plana mayor del Ejército que combate en el país vecino, informó el sábado el Kremlin.
“Camaradas oficiales, hoy escucharemos a los comandantes en cada flanco operativo. Me gustaría conocer sus propuestas sobre nuestras acciones a corto y medio plazo“, aseguró al comienzo de la reunión celebrada el viernes.
Acompañaron a Putin el ministro de Defensa, Serguéi Shoigú, y el jefe del Estado Mayor, Valeri Guerásimov, muy criticados por los considerados humillantes repliegues de los últimos meses.
Ucrania cree que, pese a los reveses en las regiones de Járkov y Jersón, el líder ruso sigue sin renunciar a los maximalistas objetivos iniciales de la campaña militar, que incluyen “desnazificar” toda Ucrania.
EL GENERAL INVIERNO, UN ALIADO
Desde el nombramiento del nuevo comandante de las fuerzas rusas en Ucrania, Serguéi Surovikin, la estrategia ha sido la de ganar tiempo para instruir a los 300,000 reservistas movilizados por Putin en septiembre.
El propio presidente reconoció que sólo 77,000 han entrado a formar parte de las unidades de combate, mientras el resto continúa su entrenamiento en territorio ruso.
En los combates que tienen lugar en las últimas semanas en el Donbás, en particular en Bajmut y Márynka, participan mayoritariamente pequeñas unidades de asalto integradas por los efectivos reclutados por la compañía militar privada Wagner, lo que incluye a expresidiarios.
El invierno no será un obstáculo para las acciones ofensivas de uno u otro bando, como ya ocurriera en enero-febrero de 2015, cuando la derrota ucraniana en Debáltsevo llevó la firma de los Acuerdos de Minsk, según el Instituto para el Estudio de la Guerra.
La congelación de suelo debido a la nieve y las bajas temperaturas únicamente acelerarán el avance de las brigadas motorizadas rusas y ucranianas.
A principios de esta semana, el ministro de Exteriores de Ucrania, Dmytro Kuleba, aseguró que Rusia lanzará una “gran ofensiva” a finales de enero o en febrero con el fin de conquistar nuevos territorios y adujo que el Ejército ruso ha estado trasladando durante las últimas semanas armamento pesado al frente, especialmente en Lugansk.
Le secundó el jefe del Estado Mayor, Valeri Zaluzhny, quien consideró enero el peor de los escenarios para Kiev y marzo, el menos malo.
“No dudo de que de nuevo (los rusos) avanzarán hacia Kiev”, comentó a “The Economist”.
Admitió que la movilización rusa, aunque desorganizada y criticada en casa, “funcionó” y ha permitido a Moscú, sino levantar la moral, sí dar descanso a las tropas que llevaban meses combatiendo en Ucrania.
“El zar les dijo que vayan a combatir y combatirán. He estudiado las dos guerras chechenas. Fue igual. Puede que no estén muy bien equipados, pero, de todas formas, representan un problema para nosotros”, aseguró.
Si Zelenski pidió baterías antiaéreas y Kuleva Howitzers de 155 milímetros de calibre, Zaluzhny demandó 1.500 tanques, blindados y piezas de artillería, de lo contrario el Ejército ucraniano sólo podrá defenderse y nunca expulsar al enemigo de su territorio.
“Tenemos suficiente gente. No necesito cientos de miles (de movilizados). Necesito recursos (…). Recibo lo que recibo, pero es menos de lo que necesito. Con estos recursos no puedo lanzar nuevas operaciones de gran magnitud, aunque ahora esté preparando una”, dijo.
Al respecto, el ISW destaca en su informe de hoy que el Ejército ucraniano está mucho mejor preparado para una ofensiva desde la frontera bielorrusa que a principios de año.
Kiev ha dedicado los últimos meses a reforzar sus defensas y fortificaciones al otro lado del río Prípiat y también en la zona de exclusión de Chernóbil.
UN CONFLICTO DE LARGO ALIENTO
La pasada semana Putin admitió que la campaña podría prolongarse en el tiempo, pero presumió de la anexión de cuatro regiones ucranianas, aunque Moscú no las controle en su totalidad, y la conversión del Azov en un mar interior ruso.
Al respecto, el secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, opinó que “Rusia se está preparando para una larga guerra” y se mostró convencido de que Putin “lanzará nuevas ofensivas”.
Y es que Stoltenberg no ve indicios de que Putin haya renunciado a su objetivo de “controlar Ucrania”.
Al Ejército ucraniano no le conviene ese escenario. Por eso, confía en superar en los próximos meses los 84 kilómetros que le separan de la ciudad de Melitópol, en la región de Zaporizhia.
A la espera de los Patriot estadounidenses, eso le permitiría martillear todas y cada una de las posiciones rusas en el corredor terrestre entre el Donbás y Crimea bañado por el Azov, además de alcanzar la península con los sistemas de misiles HIMARS.
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