El presidente de Rusia, Vladímir Putin, ha abierto una nueva fase en la ofensiva en Ucrania al proclamar la anexión de las cuatro provincias ocupadas ilegalmente. Con su incorporación de una parte de Ucrania, equivalente al 15% del territorio de la exrepública soviética, Putin ha volado los puentes a una paz inmediata. Tras los pseudorreferendos celebrados en los territorios ocupados para justificar la anexión, el mandatario ha exigido a Kiev “un alto el fuego inmediato y el regreso a la mesa de negociaciones”, aunque ya ha adelantado: “Rusia no abordará en las conversaciones la devolución de Donetsk, Lugansk, Jersón y Zaporiyia”. Lo único que ofrece a cambio el Kremlin es la intención de no emplear sus armas más destructivas en esa batalla: “Defenderemos nuestra tierra con todas las fuerzas y medios a nuestro alcance y haremos todo lo posible para garantizar la seguridad de nuestra gente. Esta es la gran misión liberadora de nuestro pueblo”, afirmó Putin ante los aplausos de los altos cargos del régimen. La confirmación de esa adhesión de territorios ucranios, ya anticipada en los últimos días, ha recibido la condena casi inmediata de la Unión Europea.
Es la segunda vez que Putin anuncia una anexión de territorio ante su Gobierno y sus parlamentarios en la sala de San Jorge del Gran Palacio del Kremlin. Ya lo hizo el 18 de marzo de 2014 en un discurso más largo, de casi 50 minutos, cuando la incorporación de Crimea abrió la puerta a la guerra de Donbás.
La anexión de Putin coincide con la posible caída inminente de Liman, otro nudo ferroviario estratégico para el Ejército ruso situado en la región de Donetsk. Horas antes de la intervención de Putin, su portavoz, Dmitri Peskov, confirmó a la prensa que intentarán controlar al menos las dos provincias en guerra desde 2014. “Las repúblicas populares de Donetsk y Lugansk son reconocidas por la Federación Rusa dentro de las fronteras de 2014. En cuanto a los territorios de Jersón y Zaporiyia, aún hay que aclararlo”, deslizó el portavoz.
Las autoridades impuestas por el Kremlin en los territorios que controla culminaron el martes sus pseudorreferendos de anexión a Rusia. Para dotar de formalidad a un proceso que no reconocen ni los principales aliados de Rusia como China, India, Kazajistán o Serbia, Putin firmó en la víspera de esta ceremonia el reconocimiento de independencia de Jersón y Zaporiyia, pese a que sus autoridades son una administración militar impuesta por él mismo. El mandatario ruso se mostró convencido este viernes de que los tratados de anexión serán ratificados por la Duma Estatal y el Consejo de la Federación el 3 y el 4 de octubre.
Por la Gran Rusia Histórica
En esta ocasión, Putin ha lamentado incluso la existencia independiente de Bielorrusia y Ucrania. “En 1991, en los bosques de Belavezha, las élites de entonces (los Gobiernos de Moscú, Minsk y Kiev) decidieron disolver la URSS sin contar con la voluntad de sus ciudadanos y la gente se vio de pronto aislada de su patria. Esto desmembró a nuestra comunidad, se convirtió en una catástrofe nacional”, dijo el mandatario.
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El presidente ruso también advirtió de que su país ha emprendido una lucha histórica. “La destrucción de la hegemonía occidental que ha comenzado es irreversible. Nada será como antes. El campo de batalla al que nos ha llamado el destino y la historia es el campo de batalla de nuestro pueblo, por una gran Rusia histórica”, advirtió.
Putin afirmó luchar contra el “neoliberalismo” y “la negación de las dictaduras occidentales del ser humano, de su derrocamiento de la fe y de los valores tradicionales”. Putin aseguró que la promoción de la cultura occidental en su país es una forma de racismo, y añadió que esos valores “no tienen las características de una religión sino del satanismo absoluto”.
“Hoy luchamos para que a nadie le llegue a la cabeza que Rusia, nuestro pueblo, nuestra lengua, nuestra cultura, pueden ser arrebatados y borrados de la historia. Hoy necesitamos la consolidación de toda la sociedad”, afirmó.
Amenaza de armas nucleares y nuevos sabotajes
Putin hizo hincapié durante su intervención en que EE UU, nación con la que quiere situarse a la par como potencia mundial, “es el único país del mundo que ha usado dos veces armas atómicas”. “Y por cierto, crearon un precedente”, añadió.
El mandatario ruso también acusó a los estadounidenses de las explosiones ocurridas en los gasoductos Nord Stream 1 y 2 esta semana. “Las sanciones no han sido suficientes para los anglosajones, han comenzado a realizar un sabotaje increíble”, afirmó antes de resaltar que la destrucción de la infraestructura energética europea “ha comenzado”.
El presidente ruso intentó también sembrar la discordia al comparar las anexiones de Ucrania con las bases que EE UU tiene en territorio de sus socios. “Les llama cínicamente aliados iguales. Es interesante qué tipo de alianza es esta”, añadió antes de recordar que la CIA espió el teléfono de la excanciller alemana Angela Merkel.
La respuesta de Occidente a un ataque nuclear ruso contra Ucrania es una incógnita. Según dijeron varias fuentes del ejército y la inteligencia estadounidenses al semanario Newsweek, existe división en el Gobierno sobre hacerlo con otras armas nucleares o con un ataque masivo de armas convencionales. Una pista podría ofrecerla este mismo viernes el secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, en una rueda de prensa convocada horas después de la intervención de Putin.
Pese a la beligerancia de su discurso y las alusiones a la confrontación nuclear, un día antes de la comparecencia de Putin la portavoz del Ministerio de Exteriores ruso, María Zajárova, anunció que Washington y el Kremlin han reanudado los contactos para volver a aplicar el mecanismo de control del tratado START III para vigilar sus arsenales nucleares.
El ataque nuclear “limitado” forma parte del concepto ruso de “escalar para desescalar”. Aunque no figura por escrito en su doctrina nuclear, que solo contempla la guerra atómica “ante la amenaza a la existencia del Estado”, esta idea ya fue citada públicamente por el Ministerio de Defensa en 2003 al poner sobre la mesa “la desescalada de una agresión con la amenaza de lanzar ataques a una escala diferente mediante el uso de medios de destrucción convencionales y/o nucleares”.
Para proteger sus conquistas, Putin decretó la semana pasada una movilización para ir al frente que ha provocado conmoción en la sociedad rusa. Una encuesta del centro de estudios sociológicos Levada hecha tras la orden del Kremlin recoge que un 47% de los rusos ha experimentado ansiedad con la medida y un 23% reconocía estar en shock. Esto ha provocado que el porcentaje de gente a la que “preocupa mucho el conflicto de Ucrania” se haya disparado del 37% en agosto al 56% en septiembre; mientras que la población, que hasta ahora aprobaba totalmente la guerra, se encuentra dividida entre continuarla (48%) y comenzar las negociaciones de paz (44%).
La propaganda, sin embargo, muestra a los rusos un apoyo masivo a esta guerra. A continuación del discurso de Putin, el Gobierno organizó un acto de masas en la Plaza Roja para dar la bienvenida a los territorios anexionados. Sin embargo, algunos de los presentes han acudido allí forzados. “Nos han llamado a todos en la oficina para estar allí presentes”, cuenta a este periódico una mujer que trabaja en una empresa vinculada al comercio internacional y prefiere el anonimato. “Claro que no”, responde al preguntarle si puede negarse.
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