Se llama año bisiesto al que tiene 366 días en lugar de 365, teniendo el mes de febrero 29 días en vez de 28. Es una particularidad del calendario que se a hecho necesaria, ya que la duración del año astronómico o el que emplea la Tierra en dar una vuelta total al Sol, no es de 365 días exactos, lo es de 365 día, 5 horas, 48 minutos y 46 segundos.
A la hora de solucionar este desfase, corría el año 46 antes de Cristo, cuando Julio César aprobó el calendario juliano, que consideraba los años bisiestos como los que eran divisibles entre cuatro. Después en el papado de Gregorio XIII, el calendario jualiano se sustituyó por el gregoriano, el cuál incluye años bisiestos cada cuatro años, en un ciclo de 400 años.
Más exactamente, la regla del calendario gregoriano, actualmente vigente, dice que un año es bisiesto es divisible entre cuatro, salvo los últimos de cada siglo (divisibles entre 100), siempre y cuando no se puedan diviir entre 400.
Esto hace que la diferencia entre el año astronómico o solar y el calendario gregoriano, se reduce a 0,0003 días por año. Lo más proable es que el calendario vuelva a reformarse con el paso de los siglos, pues la velocidad de rotación de la Tierra va a variar con el paso del tiempo.
¿Desde cuándo existen los años bisiestos?
El año bisiesto fue introducido a la hora de sincronizar nuestro calendario y el movimiento orbital en Roma en época del mandato de Julio César, el cual fue asesorado por el matemático y astrónomo Sosígenes de Alejandría.
César tomó la decisión de que el calendario en su honor (Juliano), tendría 366 días una de cada cuatro años, por lo tanto uno más que los años comunes. Esta es la manera en que se aseguraba que los meses del año seguían el ritmo de las estaciones. El día «extra» del año bisiesto pasó a intercarlarse entre los días que actualmente corresponden al 23 y 24 de febrero.
En el año 1582 d.C., el Papa Gregorio XIII, aconsejado por los astrónomos Christopher Clavius y Luigi Lilio, optó por introducir una reforma donde se ajustaban los años bisiestos de forma que los años divisibles por cien pero no por cuatrocientos dejasen de tener 366 días. Así se evitaba el desfase que se estaba produciendo al intercalar excesivos años bisiestos, ya que se suprimían tres días cada cuatro siglos.
El año 1600 fue bisiesto y lo fue también el 2000 (todos dos son divisibles por cuatrocientos), pero fueron años naturales 1700, 1800 y 1900, y va a serlo en el 2100.
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