Si tienes algunos recuerdos de la escuela, si estás preparando a tus hijos para ella, o en cualquier otra circunstancia en la que esta idea haya sobrevolado tu mente, probablemente te interesa saber qué es la ortografía, cómo podemos definirla, y varias otras cuestiones relacionadas con esta tarea.
En efecto, la ortografía, aquello que nos persigue durante nuestras etapas formativas, no es otra cosa que un conjunto de reglas y convenciones que rigen la escritura de una lengua, en este caso el castellano y que, por lo tanto, se contemplan dentro de la gramática normativa.
El origen de la ortografía está dado por el latín, a partir de la palabra “orthographĭa”, la cual a su vez deriva del griego “ὀρθογραφία”, que podríamos traducir como “escritura correcta”.
De este modo, en resumidas cuentas, es posible afirmar que la ortografía representa una serie de reglas y acuerdos que hacen a la forma adecuada o correcta de escribir, en el intento por evitar “faltas” de ortografía y respetar las normas impuestas por el lenguaje a lo largo del tiempo.
En este punto, podemos afirmar que la razón de ser de la ortografía es intentar preservar lo que se denomina “unidad lingüística” en el idioma, una práctica que no resulta en absoluto sencilla, especialmente en casos como el del español, que se habla en tantos sitios distintos.
Como parte de su proceso de homogeneización de los principios que rigen los códigos lingüísticos, se incluyen también las expresiones de quienes adoptan este idioma -o cualquier otro- como segunda lengua, evitando así que se produzca una diversificación del lenguaje.
En el caso de nuestro idioma, esta tarea le corresponde a la Real Academia Española de la Lengua, con sede en España, si bien existen instituciones complementarias en otras partes donde el castellano también ha sido adoptado: en los Estados Unidos, Asia o África.
Con la unión de todas ellas, surge la Asociación de las Academias de la Lengua Española, autora de las distintas versiones de la Ortografía de la Lengua Española, una serie de enunciados acerca de la escritura en nuestra lengua, que va en consonancia con esas políticas de unidad lingüística.
Luego aparecen ramas especializadas de la ortografía, como por ejemplo las que velan por la oportuna utilización de los signos ortográficos que no son letras sino símbolos, como las comas, los puntos, los signos de exclamación e interrogación, las comillas, y otros tantos que enriquecen nuestro lenguaje, en días donde la escritura virtual sigue ganando terreno.
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