Hace unos días conocimos la noticia de que el Ayuntamiento de Paterna (Valencia) había celebrado el primer bautizo civil de su historia. No es el primero de España ni será el último, pero ha servido para que mucha gente sepa de la existencia de este ritual de presentación de un bebé carente de tintes religiosos. Porque un bautismo civil no deja de ser eso, una ceremonia laica que sirve para certificar el ingreso en la sociedad de un niño.
También conocido como acogimiento civil, ceremonia civil de imposición de nombre, apadrinamiento civil o ceremonia civil de otorgamiento de carta de ciudadanía, el bautizo civil tiene su origen en la Revolución Francesa. Se trata de una alternativa al bautismo religioso tradicional en el que los padres con hijos de hasta seis años de edad se comprometen a defender los derechos de los niños.
El alcalde de la ciudad y alguno de los concejales de la corporación son los encargados de celebrar este acto, en el que se leen algunos los artículos de la Declaración de los Derechos del Niño de las Naciones Unidas o de la Constitución Española. También se pueden incluir lecturas elegidas por los padres e incluso alguna pieza musical. Al finalizar el bautizado recibe la carta de ciudadanía y algunos ayuntamientos entregan también un obsequio conmemorativo.
Igualada, ciudad pionera en España
El primer bautizo civil celebrado en nuestro país tuvo lugar en Igualada (Barcelona) el 7 de noviembre de 2004. Tres años más tarde se produjo el segundo en Rivas-Vaciamadrid y en 2009 fueron El Borge (Málaga) y Madrid las ciudades que oficiaron este acto por primera vez. En la capital el primer niño bautizado civilmente fue Leo, hijo de la actriz Cayetana Guillén Cuervo, en una ceremonia conducida por el aquel entonces concejal socialista del consistorio madrileño, el fallecido Pedro Zerolo, que calificó el bautizo civil como una «bienvenida democrática» para los niños.
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