La tensión entre la Unión Europea y Bielorrusia aumenta día tras día desde la llegada el pasado lunes de cientos de migrantes al borde de la frontera bielorrusa con Polonia. Desde entonces, la Guardia Fronteriza polaca ha registrado más de 30.000 intentos de cruzar la valla con alambre de espino que separa ambos países. Varsovia y Bruselas han acusado al régimen de Minsk de orquestar el tráfico ilegal de personas para presionar al club comunitario en represalia por las sanciones económicas impuestas, debido a las graves violaciones de derechos humanos en el país tras las protestas por las elecciones celebradas en agosto de 2020, cuyo resultado no ha sido reconocido por la UE. Estas son las principales claves de la escalada de la tensión en esta frontera de la UE.
¿De dónde son los migrantes?
Las personas que se acumulan cerca de la frontera con Polonia no provienen de Bielorrusia ni de ningún otro país de ese entorno. Los migrantes llegaron al enclave fronterizo, situado cerca de la ciudad bielorrusa de Grodno, vestidos con ropa de abrigo y dirigidos, según denunciaron las autoridades polacas, por agentes del régimen de Minsk armados y con perros. El lunes al atardecer, los cientos de personas, entre los que se encuentran muchos niños, montaron tiendas de campaña y encendieron hogueras para pasar la noche a temperaturas bajo cero. La mayoría de los inmigrantes proviene de Oriente Próximo, muchos de ellos son kurdos, que huyen principalmente de Irak y Siria.
No es la primera vez que el Gobierno de Aleksandr Lukashenko, que cifra en 2.000 los migrantes concentrados actualmente en la frontera con Polonia, provoca una situación parecida. En julio, más de 4.000 personas, en su mayoría iraquíes, pero también congoleños, cameruneses, sirios o afganos, entraron de forma irregular en Lituania desde Bielorrusia. Cuando Lituania selló su frontera, la afluencia de migrantes se trasladó a Letonia, pero sobre todo a Polonia.
¿Qué es la ruta bielorrusa?
Con el objetivo de desestabilizar a la UE, el régimen de Lukashenko aprovecha la vulnerabilidad de emigrantes en zonas como Oriente Próximo y países del Golfo para incentivar el tránsito aéreo hacia Minsk como una vía segura y sin trabas que permite entrar en Europa. De esa forma los potenciales refugiados tienen el aliciente de evitar las peligrosas travesías por mar desde Turquía y desde el norte de África. Con esa fórmula, ciudadanos de Oriente Próximo, así como de países africanos, aterrizan en Minsk en vuelos operados por distintas compañías aéreas. Por ello, la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, advirtió el mismo lunes que el Ejecutivo comunitario está explorando “cómo sancionar, incluso mediante la inclusión en listas negras, a las aerolíneas de terceros países que participan activamente en la trata de personas”.
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Embajadores de la Unión Europea debatieron este jueves la posibilidad de castigar al aeropuerto de la capital bielorrusa y sus operaciones en tierra como una manera de prevenir que las compañías aéreas internacionales puedan aterrizar con inmigrantes irregulares a bordo. Al mismo tiempo, el Kremlin negó cualquier participación de Rusia en el conflicto migratorio y tachó de “loca” la idea de que la aerolínea estatal rusa Aeroflot pueda ser objeto de las sanciones que ultima la Unión Europea en respuesta la nueva ola de migrantes.
¿Cuál ha sido la reacción de Polonia y la Unión Europea?
El Gobierno polaco ha desplegado 15.000 militares en una zona de seguridad de tres kilómetros de ancho a lo largo de la frontera: casi 400 kilómetros jalonados de controles. Polonia declaró en septiembre el estado de emergencia en dos provincias fronterizas con Bielorrusia, una situación legal que impide el acceso de ONG para ayudar con suministros y asistencia médica. Lituania y Letonia también han adoptado medidas para reforzar sus fronteras contra la guerra híbrida (combinación de medios convencionales y no convencionales en una situación de conflicto) desatada por Minsk.
Después de años batallando contra algunas de las reglas de solidaridad de la UE ―especialmente en el terreno migratorio― y desafiando el derecho comunitario, Varsovia se ha visto necesitada del paraguas europeo. El presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, se desplazó el miércoles de manera urgente a Varsovia para “expresar toda la solidaridad de la UE” con Polonia ante la agresión del régimen de Lukashenko. En la capital polaca anunció que los Ventisiete ultiman nuevas sanciones contra el régimen de Lukashenko que se aprobarán con celeridad, probablemente el próximo lunes. La OTAN también mostró el pasado martes todo su apoyo a Polonia, miembro de la Alianza Atlántica.
¿Qué se puede esperar a partir ahora?
Rusia, que ha negado desde el principio cualquier implicación en el choque migratorio, mostró el miércoles su apoyo militar al régimen de Aleksandr Lukashenko mediante el envío de dos bombarderos estratégicos Tu-22M3 de las Fuerzas Aeroespaciales de Rusia, para patrullar de forma indefinida los bordes del territorio bielorruso que delimitan con los países de la UE.
Por su parte, Lukashenko amenazó este jueves con detener los flujos de gas ruso a través de Bielorrusia a Europa. Un choque que comenzó como un conflicto migratorio en la frontera bielorrusa con Polonia desafía ahora la estabilidad de la UE en diversos ámbitos.
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