¿Qué fue y cuándo tuvo lugar?

La Revuelta Irmandiña fue una revolución social en la que el pueblo gallego se sublevó frente a los abusos de la nobleza, ya que sufría graves agravios y pasaba hambre y epidemias sin que nadie hiciese nada por ayudar.

Tuvo lugar entre los años 1467 y 1469 y fue conocida también como la Gran Guerra Irmandiña o Al revolta dos irmandiños. Sin embargo, no fue el primer conato polémico entre pueblo y nobleza, ya que venía precedida durante décadas de pequeños ensayos que desencadenaron esta revuelta total que duró casi tres años.

Hay que añadir que el término irmandiño proviene de la organización del pueblo, ya que los vasallos se organizaron en base a hermandades ya en 1431. Comenzaron sus movimientos en la zona de Andrade, en A Coruña, en la Irmandade Fusquenlla, aunque sus acciones violentas no se dejaron ver en toda su crudeza hasta 1451, cuando comenzaron a derrocar fortalezas entre las rías de Arousa y Pontevedra.

Curiosamente, pese al hambre y mala salud por la falta de comida, un grupo de campesinos cada vez más numeroso se rebeló contra la nobleza, que se apropiaba de sus cosechas y creaba una y otra vez nuevos tributos para asfixiar al pueblo.

Los movimientos previos a la Revuelta Irmandiña

La primera revuelta tuvo lugar en 1431, cuyo objetivo fue el castillo de Nuño Freire, en Andrade. Quemaron la fortaleza, y a este movimiento le siguieron otros como el fortín de Moeche y los levantamientos urbanos en Allariz, Viveiro, Ourense y Lugo entre 1446 y 1457.

Entre medias, un buen número de conflictos sociales y políticos entre nobleza y la Galicia rural tuvieron lugar igualmente. Los campesinos fueron acumulando un sentimiento de agravio cada día más fomentado por la actitud de los señores feudales.

Los años 60, con la Corona de Castilla envuelta en una guerra civil entre Enrique IV y el infante Don Alfonso, dio lugar al caldo de cultivo perfecto para la revuelta campesina. Así pues, los siervos fueron a por los castillos, fortalezas y encomenderos de monasterios e iglesias.

En total, acabaron con más de 130 torres y castillos durante los dos años de guerra. Mientras tanto, los nobles escapaban a Portugal u otros territorios de Castilla. Así, hasta que Pedro Madruga, Vizconde de Tui, inició un ataque definitivo en 1469 para acabar con los irmandiños junto al apoyo de otros nobles.

Con la ayuda de las fuerzas del Arzobispo de Santiago de Compostela, y con un ejército mejor preparado y entrenado, acabaron con los irmandiños, arrestando y matando a sus líderes y acabando con la revolución de forma definitiva.


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