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Qué le pido a la jerarquía católica en relación con la pederastia


1. Diferenciar jerarquía y comunidad cristiana y desvincular a la comunidad cristiana de la actuación de la jerarquía. Esta no representa a la comunidad cristiana, ya que no ha sido elegida por ella ni totaliza la eclesialidad. La comunidad cristiana no tiene responsabilidad alguna sobre la actuación de la jerarquía en relación con la pederastia.

2. No identificar la pederastia con la iglesia en cuanto comunidad cristiana. No hablar de la pederastia de la iglesia católica, sino de la pederastia en la iglesia católica. La comunidad cristiana no ha tenido conocimiento de la pederastia hasta ahora, ni tiene nada que ver con la pederastia. Una vez conocida, debe condenarla, denunciarla como un crimen horrendo contra las niñas, los niños y los adolescentes y exigir a los obispos que actúen.

3. Convocar a las víctimas, escucharlas, creer sus testimonios, reconocerles su autoridad. En el caso de la pederastia, no es la jerarquía quien tiene la autoridad, sino las víctimas, que están sufriendo las consecuencias destructivas de su personalidad, de su dignidad, muchas veces irreparables e incluso llegando al suicidio.

4. Reconocer la gravedad de los hechos y no poner el foco en los casos fuera de la institución eclesiástica, cosa que hace frecuentemente para restar importancia, ni debe afirmar que son muy pocos casos, porque no es verdad, ya que a diario aparecen casos de abusos sexuales y sospechamos que seguirán apareciendo en la medida en que las víctimas pierdan el miedo y decidan hablar, como ha sucedido en los países donde se han creado comisiones de investigación independientes.

5. Reconocer que, con su negacionismo, ocultamiento y silencio, primero, encubrimiento, inacción y falta de denuncia, después, y su negativa a investigar, ahora, está siendo cómplice de la pederastia. Legitima el comportamiento de los pederastas.

6. Reconocer públicamente su permisibilidad, responsabilidad y culpabilidad en la pederastia clerical al no actuar tras tener conocimiento de los casos de abusos sexuales.

7. Corregir su actitud inmisericorde ante las víctimas y practicar la compasión entendida como identificarse con ellas, ponerse de su lado, hacer suyos sus sufrimientos, acompañarlas, ayudar a curar sus heridas conforme a la parábola del Buen Samaritano, ejemplo ético de compasión, atención y cuidado de las víctimas.

8. Excluir a los pederastas de sus funciones pastorales, entregarlos a la justicia civil para que sean juzgados y, si se demuestra su culpabilidad, ser sancionados con las penas acordes con la gravedad de los delitos sexuales.

9. Hacer petición pública de perdón, reparar a las víctimas y asumir el compromiso de no repetición.

10. Tener transparencia evangélica en la búsqueda de la verdad, llegando hasta las últimas consecuencias y poniendo en práctica la afirmación de Jesús: “La verdad os hará libres” (Jn, 10,32). De lo contrario, seguirán empecinados en el ocultamiento e incluso el oscurantismo.

11. Crear, en consecuencia, una comisión de investigación de la verdad independiente de la jerarquía, que garantice la objetividad para no obstruir el proceso investigador, y asumir los resultados de la misma con todas sus consecuencias, por muy dolorosas que sean. Como afirma el jesuita alemán Hans Zollner, miembro de la Comisión creada por el Papa para este tema, “si la Iglesia no cumple con su deber, serán otros quienes lo hagan”. La negativa episcopal a dicha comisión es la que ha llevado a: a) la aprobación de una Comisión parlamentaria que investigue hasta el fondo sobre los delitos sexuales dentro de la iglesia católica y b) a la propuesta de que sea la Defensoría del Pueblo quien lleve a cabo dicha investigación. La jerarquía católica debe apoyar dichas iniciativas, participar en ellas y colaborar en el esclarecimiento de los hechos poniendo a su disposición toda la información de que dispone.

12. Analizar las causas estructurales de la pederastia que no se reduce a casos aislados y excepcionales, sino que afectan a todos los sectores de la institución.

13. Para atajar las causas que desembocan en la pederastia es necesario y urgente des-patriarcalizar, des-clericalizar, des-jerarquizar, des-masculinizar y democratizar la iglesia católica.

14. Además de tolerancia cero con los pederastas, de excluirlos de sus funciones pastorales, de aplicarles las sanciones acordes a la gravedad del delito y de entregarlos a la justicia civil, la jerarquía debe desarrollar procesos de reeducación de los pederastas en el reconocimiento y respeto a la dignidad e inviolabilidad de todos los seres humanos y, en este caso, de las personas que son víctimas de tamaños crímenes.

Juan José Tamayo es profesor emérito de la universidad Carlos III de Madrid. Su último libro es La compasión en un mundo injusto (Fragmenta, 2021).

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