Tanto si eres aficionado a los coches como si no, es prácticamente seguro que has oído hablar del Cavallino Rampante. Este célebre caballo con las dos patas delanteras extendidas se ha convertido en todo un símbolo, pues es el protagonista del escudo de Ferrari. Ahora bien, ¿qué significa? Para saberlo, no hemos de remontar incluso antes de la fundación de la marca de súper deportivos.
Corría el año 1923 cuando Enzo Ferrari ganó una carrera en el circuito de Savio, ubicado en Rávena. Por aquel entonces, y como símbolo de su victoria, fue invitado a la casa de la condesa Paolina Baracca.
En casa de la noble, Ferrari se fijó en un caballo con las patas levantadas que se había bordado en un trozo de tela que presidía el salón de la condesa. Obviamente, no pasó desapercibido para el creador de la mítica marca, que preguntó por él.
Y así, gracias a la curiosidad de Enzo Ferrari, fue como supo que aquel caballo había estado plasmado durante varios años en el fuselaje de un avión biplaza de Fancesco Baracca, hijo de la condesa y héroe italiano durante la Primera Guerra Mundial que había derribado a numerosos enemigos hasta ser abatido.
Sin embargo, dicho emblema pertenece realmente al símbolo de la ciudad alemana de Stuttgart. Parece ser que Baracca lo había tomado prestado de un piloto germano que lo portaba en su avión antes de ser derribado. Recordemos que la aviación durante la Primera Guerra Mundial estaba todavía en ‘mantillas’ y sus enfrentamientos eran vistos como una especie de duelos entre caballeros y nobles, entre los que se incluía al mítico Barón Rojo.
Aunque en aquellos tiempos Ferrari trabajaba para Alfa Romeo y no pudo lucir el emblema, ya en 1932 tuvo la oportunidad de usarlo en el circuito de Spa, y ganó. Al parecer, la condesa le había dicho que le daría suerte en el futuro.
El escudo de Ferrari, símbolo de suerte y triunfo
No cabe duda de que el Cavallino Rampante, el símbolo de la escudería Ferrari, dio suerte a su portador, que comenzó una provechosa carrera diseñando coches de competición primero, y súper deportivos después.
Además, Ferrari añadió el color negro del animal, pero le puso un fondo amarillo, que es representativo de Módena, la ciudad natal del piloto y fabricante. Sin duda, una historia fascinante que, curiosamente, une a Módena con Stuttgart, otra localidad importante en el mundo de la automoción por ser la sede de Porsche, la gran rival de Ferrari.
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