Desde que comenzó la pandemia del coronavirus la mascarilla se ha convertido en una parte muy importante de nuestro día a día. Desde hace aproximadamente un año hemos aprendido los diferentes tipos de mascarillas que existen y en qué ámbito debemos utilizar cada una de ellas. Las recomendadas para la población sana en general son las higiénicas, a la venta en supermercados, aunque con la aparición de las nuevas cepas el Consejo General de Enfermería recomienda hacer uso de las FFP2. Pues bien, ahora han entrado en escenas las mascarillas KF94, que por ahora no han recibido la aprobación de la Administración de Medicamentos y Alimentos de los Estados Unidos (FDA).
Mascarillas KF94: características
Estas mascarillas se definen como una mezcla entre las mascarillas de tela y las N95. El Gobierno de Corea del Sur, país donde se fabrican, su eficacia de filtración bacteriana es del 94%, la mínima establecida por las autoridades sanitarias para que la mascarilla se pueda considerar como FFP2.
Un estudio realizado por científicos establece que las mascarillas KF94 y las N95 son eficaces a la hora de impedir la transmisión del Covid-19, de forma que la coreana es el equivalente a la N95 estadounidense en términos de duración y protección.
El estudio bautizado como «Effectiveness of surgical, KF94, and N95 respirator masks in blocking SARS-CoV-2: a controlled comparison in 7 patients», indica que las mascarillas KF94 son efectivas a la hora de detener las partículas con carga viral en pacientes con coronavirus. Funcionan mejor que las quirúrgicas.
Cuando se detectaron los primeros casos de coronavirus en China a principios de 2020 cundió el caos, sobre todo a partir de que se registraran casos en otros países del mundo. Las farmacias de Corea del Sur empezaron a vender las mascarillas KF94, y el stock no tardó en agotarse. Tal y como recoge el ‘The New York Times’, el nerviosismo entre la población era tal que una farmacia colgó un cartel en la puerta que decía: «Respecto a las mascarillas: las amenazas, violencia física e insultos contra los empleados son sancionables».
Hacerse con una mascarilla era prácticamente imposible, así que el Gobierno adquirió el 50% de las mascarillas disponibles y luego las revendió a las farmacéuticas por un precio más bajo para que la población estuviera abastecida. Semanas después amplió la compra al 80% y decidió limitar la compra de mascarilla a dos unidades a la semana por persona.
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