¿quién fue y por qué el hospital de pandemias de Madrid lleva su nombre?

Este martes Isabel Díaz Ayuso, presidenta de la Comunidad de Madrid, inaugura el Hospital Enfermera Isabel Zendal. Un centro médico que ha sido construido en poco más de tres meses para descongestionar el resto de hospitales de la región y que puedan retomar su actividad habitual antes del Covid-19. El centro contará con 1.008 camas de hospitalización y 48 camas para UCIs. Pero, ¿cuál es el motivo por el que ha sido bautizado con el nombre de Isabel Zendal?

Isabel Zendal y su aportación a la medicina

Nacida en la localidad gallega de Santa Mariña de Parada en una familia muy humilde, la madre de Isabel Zendal murió de viruela cuando ésta tenía 13 años. Cuando cumplió 20 años, comenzó a trabajar como directora en la Casa de Expósitos del Hospital de la Caridad. Gracias a su excelente labor se ganó el respeto y reconocimiento de todos.

A principios del siglo XIX se enroló en la Real Expedición Filantrópica de la Vacuna, dirigida por el médico militar Francisco Javier Balmis. Una misión internacional para llevar la vacuna de la viruela a países como México o Filipinas, la cual fue descubierta por Edward Jenner en 1796.

En aquella época no había medios para transportar la vacuna en frío, de forma que Isabel Zendal decidió transportar «vacunas humanas». 22 niños, entre ellos su hijo, infectados de viruela partieron con la misión hacia el Nuevo Mundo. La gallega cuidó de todos ellos durante el viaje para que no enfermeran. Se salvaron miles de vidas ya que la vacuna fue administrada a 250.000 personas en Puerto Rico, Filipinas, Cuba, México…

Finalmente se quedó a vivir en el municipio mexicano de Puebla junto a su hijo. En el país centroamericano también hay una escuela de enfermeras con su nombre.

En 1950 la Organización Mundial de la Salud reconoció a Isabel Zendal como la primera enfermera de la historia en misión internacional. En 2016, el Sindicato de Enfermería reconoció su figura como la primera enfermera en la historia que se enroló en una misión humanitaria.

La mayor acción de salud pública de la historia

El 30 de noviembre del año 1803 zarpó del puerto de La Coruña la Real Expedición Filantrópica de la Vacuna de la Viruela. Su objetivo era llevar la vacuna a otros países, crear centros de vacunación y enseñar a los médicos locales. Una misión que les llevó a Puerto Rico, Venezuela, Argentina, Cuba, Guatemala, México, y posteriormente a Filipinas.

Fue la Corona de España la que promovió esta misión sanitaria que dio la vuelta al todo el mundo para luchar contra la viruela, una enfermedad que azotaba a personas de todas las edades y clases sociales. Se considera la mayor acción de salud pública de la historia.

Viruela, una enfermedad erradicada en 1980

La viruela fue una enfermedad infecciosa de carácter grave, muy contagiosa y con un riesgo de muerte elevado. El último caso se registró en octubre de 1977 y la Organización Mundial de la Salud certificó que la viruela había sido erradicada en todo el mundo. La tasa de mortalidad era de un 30%, y quienes sobrevivían sufrían cicatrices por todo el cuerpo y ceguera.

Los principales síntomas eran fiebre y vómitos. A medida que la enfermedad avanzaba, los pacientes sufrían erupciones cutáneas y llagas en la boca. Con el paso de los días se transformaban en protuberancias con líquido en su interior.

El primer brote de viruela tuvo lugar en Europa en el siglo XVIII. En aquel entonces unas 400.000 personas morían anualmente, y el 33% de los que sobrevivían sufrían ceguera de por vida. Hasta su erradicación, acabó con la vida de 300 millones de personas.

Isabel Zendal es una de las figuras más importantes en la historia de la medicina, de ahí que el nuevo hospital de pandemias de Madrid lleve su nombre. Fue la primera enfermera en formar parte de una expedición sanitaria a nivel internacional. Gracias ella se salvaron millones de vidas.

Aunque se sabe muy poco sobre la travesía por todo el mundo, lograron su objetivo. Consiguieron inocular el líquido de las pústulas de los niños infectados a miles de personas, generando así una inmunidad natural a la enfermedad. Muchos de los niños nunca regresaron a España. Tampoco lo hizo Isabel Zendal, quien se afincó en México con su hijo. Se le perdió la pista en el año 1810.


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