A España, que venera el pase, el juego y la imaginación, la rescataron de un susto mayúsculo la fe, la astucia y la vieja receta del balón a la olla. Y así, contra natura, la selección de Luis de la Fuente se deshizo de Costa de Marfil y alcanzó de nuevo unas semifinales olímpicas, el martes contra Japón (13.00), por primera vez desde Sídney 2000. Una eternidad durante la que España cultivó una fórmula que le valió para dominar el fútbol entre 2008 y 2012, y que en los Juegos de Tokio pareció alcanzarle solo para contener a Costa de Marfil hasta el minuto 89. En ese punto, Gradel anotó el 1-2 y dejó a la selección en el abismo. Entonces entró Rafa Mir, una pelota sobrevoló el área, los centrales se hicieron otro lío, y el delantero rebañó un gol que llevó el encuentro a la prórroga, un territorio del que España ya no lo dejó escapar.
Allí, la defensa cometió su tercer error grave e infantil: Bailly, central del Manchester United, saltó a un balón colgado con el brazo izquierdo extendido al cielo, y el VAR alertó al árbitro de que debía ver aquello en la pantalla. Oyarzabal y su saltito confundieron al portero (3-2). El camino a la semifinal ya fue cuesta abajo, y en esa inercia Mir marcó otras dos veces y terminó llevándose el balón a la Villa Olímpica, donde pese a los cinco tantos, De la Fuente podrá seguir dándole vueltas al enigma del gol. Contra Costa de Marfil, tampoco terminaron de descifrar cómo conectar el juego y la red del rival. Aunque sí descubrieron que tienen herramientas suficientes para escapar de situaciones imposibles y olisquean ya las medallas.
A poco del comienzo, España dejó un destello que hacía pensar que quizá esta vez podía eludir un duelo de masticar y masticar la pelota ante un contrario con menos apetito de balón. Aceleraron por el centro, muy verticales hacia la portería: Zubimendi, dejada de Oyarzabal y tiro demasiado alto de Merino. Fue un espejismo fugaz, disipado en un par de minutos de calamidades.
Unai Simón despejó a córner el primer disparo de Costa de Marfil, y en el recuento de efectivos para ordenar la defensa, se encontraron a Mingueza sentado sobre el césped. El defensa del Barcelona se había lesionado los isquios de la pierna derecha en el primer partido, contra Egipto, y había acelerado el regreso para poder alinearse en los cuartos. El músculo aguantó algo menos de ocho minutos. Sin Óscar Gil, sancionado por acumulación de tarjetas, el recambio fue Vallejo, que se incorporó justo antes de que se sacara el córner.
En ese tramo de desconcierto, entre la lesión, el cambio y el lanzamiento de esquina, Bailly avanzó por el centro del área hasta encontrar la pelota y marcar con Eric García a un lado y Pau Torres al otro. La ventaja de Costa de Marfil devolvió a España a su camino clásico de tener más pelota y menos peligro. Aparecía más Unai Simón que Pedri y Dani Olmo. La selección africana aguardaba, robaba y aceleraba, y el portero del Athletic se empleó en varias ocasiones para evitar que ampliaran la ventaja.
Por primera vez por detrás en el marcador en el torneo olímpico, España apenas hacía cosquillas arriba, con Pedri y Olmo desconectados del engranaje general. El gol llegó antes que el juego. Asensio retrasó a Merino, que cruzó de derecha a izquierda buscando la espalda de Singo, donde asomaba Olmo. El defensa quiso dejarle la pelota con el pecho al portero, pero el español, más vivo, alargó la pierna derecha, metió la puntera y empató.
El gol rebajó la ansiedad, pero no desenredó a España. Lo más incisivo que produjo la selección quedó en el limbo del VAR. Pau Torres adivinó una carrera larga de Miranda y le puso una pelota vertical entre el lateral y el central, que el sevillano reenvió al área, donde marcó Oyarzabal. Aunque en fuera de juego. Lo mejor de España no valía, pero daba pistas: el vértigo producía más que el trantrán, y cuando la selección aceleró y le dio aire a la pelota después del descanso, volvieron a rondar el gol. Ligaban Pedri, Olmo y Asensio, y los del Leipzig y el Madrid asustaban al portero Tape, que hasta vio temblar los palos después de un tirazo de Asensio a la escuadra. Pero nada.
Lo que llegó fue el canguelo del 1-2 en el 89, España colgando sobre el abismo de la eliminación. Hasta que apareció Rafa Mir, gigante, vivo y preciso, y se llevó la pelota bajo el brazo, y a España a semifinales.
Resultados y cruces
Cuartos
España, 5 – Costa de Marfil, 2
Japón, 0 (4) – Nueva Zelanda, 0 (2)
Brasil, 1 – Egipto, 0
Corea del Sur, 3 – México, 6
Semifinales
Brasil – México (martes 3 de agosto, 10.00)
Japón – España (martes 3 de agosto, 13.00)
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