El árbol genealógico del fútbol registra pocos casos en los que un hermano talentoso suceda a otro hermano talentoso en la máxima competición. Ningún caso es comparable a la jerarquía que alcanzaron sucesivamente el Doctor Sócrates y su hermano pequeño Raí Souza Vieira de Oliveira (São Paulo, 56 años), campeón del mundo en 1994 y evocado en París como al auténtico héroe fundador de la marca universal del PSG.
Pregunta. ¿Cómo fue crecer junto a un hermano mundialmente considerado un dios del fútbol?
Respuesta. Sócrates fue un gran hombre. Él era 11 años mayor. Cuando yo cumplí los 10 él ya era profesional. Todavía estudiante de Medicina pero ya profesional del fútbol. Mi primer recuerdo consciente es el de una mezcla de hermano e ídolo. Yo era hincha del Botafogo, en Ribeirão Preto, el club donde él comenzó. Iba a ver los entrenamientos y los partidos, hacía banderas, me movía con la torcida. Mis sentimientos hacia él confundían sensaciones extremas. Yo estaba muy orgulloso. Me sentía privilegiado de poder convivir con alguien a quien admiraba. Éramos seis hermanos, todos hombres, y el deporte estuvo siempre presente en mi casa. No solo por Sócrates. Mis otros cuatro hermanos también jugaban muy bien al fútbol.
P. ¿No fue difícil crecer junto a un gigante? ¿No llegó a pensar que jamás alcanzaría ese nivel?
R. Fue muy duro. Yo ni me planteaba ser profesional. Comencé a jugar en la calle, en la escuela, y como no pensaba en ganarme la vida así no tuve presión. Entré en un club con 13 años, y a los 14 ya empecé a sentir el peso de las comparaciones. Ahí sí comencé a cuestionarme si debía ser profesional y someterme a tanta presión desde tan joven. La gente decía que tenía que parecerme a Sócrates, que tenía que tener el mismo nivel. Eso era imposible para un joven. Me planteé dejarlo. Pero el amor por la competición, por el fútbol, y claro, el don, el talento, me ayudaron. Tenía un lado competidor que obró en mi favor, ya que me hizo querer superar esa presión para demostrar que yo tenía mi propio valor.
P. ¿Esa presión lo transformó en un futbolista más trabajador y sacrificado que su hermano?
R. Me hizo correr más. Técnicamente era parecido a mi hermano. Pero la presión me volvió un atleta más pragmático. Pensé que para superar la comparación con un genio debía trabajar mucho más la parte física, esforzarme en desplazarme más en la cancha, cuidar mucho mi cuerpo.
P. Usted mide más de 1,90. ¿Hasta qué punto no supuso un desgaste suplementario ser tan esbelto y pesado en un rol como el del mediocampista, donde debía cubrir todo el campo?
R. Mi cuerpo era muy raro para un interior que llegaba al área contraria. Tuve que superar muchas dificultades con inteligencia de juego y también de táctica.
P. En 1992 usted jugó la final de la Copa Libertadores contra el Newell’s de Bielsa y Pochettino, y la final de la Intercontinental contra el Barça de Cruyff y Guardiola. Ganó los dos títulos dando exhibiciones. ¿Cómo lo recuerda?
R. No recuerdo los detalles del cruce con Pochettino. Era un jugador inteligente, como Guardiola. Los dos decidieron emplear esa inteligencia como entrenadores.
P. ¿Por qué una vez convertido en el mejor jugador de América, después de vencer al Barça de Cruyff, decidió fichar por el PSG?
R. Iba a cumplir 28 años y había varios equipos interesados, pero el PSG llegó con una oferta formal el primero, en diciembre, en medio de la temporada, con dos alicientes. Primero, que allí jugaban dos amigos de la selección, Valdo y Ricardo. Segundo, el hecho de que sentía una atracción muy grande por la cultura francesa. La posibilidad de vivir en París pesó mucho, además de saber que era un proyecto ambicioso. Suponía el desafío de elevar un club joven a otro nivel del fútbol europeo.
P. ¿Su llegada cambió la identidad del club, en el sentido de que a partir de entonces se creó un vínculo muy fuerte con Brasil?
R. Valdo y Ricardo tenían mucho carisma y los tres fuimos creando una relación con la afición, una identidad. Yo también me convertí, además de un jugador que ganaba títulos, en líder. Fui cuatro años capitán y eso marcó el estilo de juego. Los franceses admiraban el fútbol brasileño, y yo me identifiqué con el club y con la ciudad. Eso dejó una marca fuerte. Ahora cuando ves al PSG sin brasileños sientes que falta algo. El equipo precisa ese toque.
P. Usted jugó por detrás de Ronaldo Nazario [en Brasil] y de Weah [en el PSG]. Si hubiese sido presidente de un club, ¿a cuál habría contratado?
R. No me habría olvidado de Romario y Bebeto. La decisión habría sido muy difícil. Ronaldo y Weah eran jugadores muy parecidos que desequilibraban cualquier partido. Pero cuando veo la etapa de Romario en el Barcelona pienso que era imbatible.
P. ¿Cómo le pedían la pelota Ronaldo y Weah?
R. Los dos eran muy rápidos y fuertes. La pedían siempre al pie. A veces lo más fácil era tirársela al espacio para que definieran a un toque, pero ellos querían recibir la pelota con los defensores por delante para poder desbordarlos. Preferían los duelos. Solo había que intentar darles la pelota con cierta ventaja para encarar.
P. ¿Qué tiene Mbappé que le distinga de ellos?
R. Es bastante parecido. Al margen de la técnica y la potencia, creo que Mbappé puede ser incluso más rápido que ellos.
P. El PSG es un equipo lleno de talento. ¿Qué precisa para ser más regular y más deslumbrante de lo que ha sido?
R. Es cuestión de buscar un equilibrio. Para encontrarlo se necesita la participación de todos. El equipo debe estar compensado con balón y sin balón. Es el gran reto de Pochettino: encontrar el equilibrio en el que esos grandes cracks puedan sentirse complementarios, cosa que todavía no ha sucedido. Pero estos jugadores no solo son unos fuera de serie. Son inteligentes y tienen las condiciones para conseguirlo. De momento el colectivo no está colaborando con las individualidades. Es un proceso que no solo tiene que ver con lo que ocurre en el campo, sino que es importante que los jugadores cuando estén juntos se sientan con ganas de ayudarse mutuamente. Saben que el colectivo del PSG necesita rendir más para que ellos puedan crecer.
P. Muchas veces el PSG se divide entre el bloque de los siete que defienden y los tres que atacan. ¿Hasta qué punto Verratti es fundamental para conectar a ambos?
R. Sería injusto cargar sobre un solo jugador esta responsabilidad. Hoy los jugadores del mediocampo tienen que ser más versátiles que nunca en defensa, en ataque, y en técnica, para servir a los atacantes. Esa sensación de equipo partido solo se resuelve colectivamente. Hoy los jugadores ocupan mucho más espacios que antes y los sectores del campo deben estar equilibrados en una armonía de movimientos que haga que el equipo se integre más.
P. ¿Neymar y Messi deberían apoyar más al centro del campo?
R. Claro. Ellos saben jugar en el medio del campo. Es cuestión de tiempo que lo hagan.
P. ¿Cómo ve la eliminatoria de Champions contra el Madrid?
R. Será un gran espectáculo. El Madrid tiene la ventaja de tener la misma base de equipo desde hace más tiempo, y el PSG tiene la ventaja de sus individualidades, pero les falta tiempo de trabajo juntos. Del Madrid me interesa bastante la evolución de los jóvenes como Vinicius o Valverde y su integración en el equipo.
P. ¿Cuál es el jugador del Madrid que más le gusta ver?
R. Benzema.
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