La canción Sin miedo, de Rosana, supone un grito de guerra para Raquel Meroño, ganadora de la quinta edición de MasterChef Celebrity. Fue la banda sonora que le acompañó durante el programa de cocina, un concurso en el que empezó con varios delantales negros —los que usan los participantes en las pruebas de eliminación— para después remontar y coronarse vencedora frente al humorista Florentino Fernández. Pero este tema musical ha sonado en otros momentos de su vida. “Fue una canción que me puse cuando me separé. Entraba en una época nueva. Me la puse un día y me dio un subidón”, recuerda la actriz y presentadora sobre el final de su relación con el empresario Santi Carbones en 2018, tras más de una década juntos.
“El miedo paraliza y así no avanzas a ningún lado. Te quedas bloqueada, asustada y es un sentimiento horrible”, explica por teléfono Meroño, que se caracteriza por su optimismo, su alegría y, como dice ella, por ser “disfrutona”. Aunque a veces reconoce ser demasiado intensa: “Me cuesta estar tranquila. Tengo que estar siempre como entusiasmada. Si no, estoy super drama queen. Me agoto a mí misma”, admite riéndose. Sin embargo, gracias al programa de Televisión Española no solo ha aprendido a cocinar más allá del microondas, sino que también ha sido capaz de mantener la calma en momentos de tensión.
Una de las pruebas por equipos se realizó en Carbones 13, el chiringuito que posee con su expareja en Tarifa (Cádiz). De hecho, la idea de convertir por unas horas el establecimiento que abrieron en 2013 en un plató de televisión fue del propio Santi Carbones. “Me lo dijo dos semanas antes de grabar. Yo no lo veía viable, pero se puso en contacto con la productora y lo movieron muy rápido. Me dieron una sorpresa increíble”, relata sobre aquel episodio en el que demostraron que a pesar de su ruptura mantienen una buena relación, especialmente por sus hijas, las gemelas Daniela y Martina, de 14 años.
Cuando Meroño, conocida por programas y series como Uno para todas y Al salir de clase, se convirtió en madre dejó a un lado el mundo de la televisión para centrarse en las niñas y poco a poco desarrollar su faceta empresarial. No abandonó la pequeña pantalla por completo gracias a trabajos como Yo soy Bea, pero su participación no era igual que a finales de los años noventa y principios de los 2000. Entre los diferentes negocios que gestiona está Rock and Loft, una agencia de localización de espacios para rodajes y eventos, o Malam, una firma de diseño de mobiliario. Actualmente se prepara para abrir un portal web que sirva de altavoz para pequeñas marcas españolas de moda y decoración. “Estoy ahora mismo buscando el nombre, ya tengo el equipo hecho y estamos en busca de esas firmas”, comenta muy ilusionada.
A pesar de llevar algunos de estos negocios con su exmarido, la vena empresarial le viene de su padre, Fernando: “Él ha tenido muchas empresas. Cuando yo era muy pequeña, empezó con [la distribuidora] Meroño Home Video. Me acuerdo que vi E.T. en primicia”. A medida que iba creciendo, Raquel Meroño tenía cada vez más claro que su futuro se encontraba en la televisión. Algo que no convencía mucho a su progenitor, por lo que acordaron un pacto: la actriz interrumpía un año sus estudios de Periodismo para buscar trabajo en el sector del entretenimiento y si no encontraba nada acabado ese plazo, se dedicaría a la empresa de maquinaria de obras públicas que entonces dirigía su padre. “Y menos mal que me salió lo de Uno para todas y empecé en televisión bailando”, expresa con cierto alivio.
Tanto de su padre como de su madre, Pilar, ha heredado también la pasión por viajar, algo que trata de inculcar a sus hijas, que desde muy corta edad han visitado México, Italia, Francia y Marruecos, entre otros países. “Me parece que si no ves otras culturas es imposible desarrollar la empatía y un entendimiento de lo que es el mundo”, opina Meroño, una incondicional de Bali (Indonesia), aunque reconoce que la isla ya no es lo mismo que antes por los estragos del turismo.
Sorprende que después de haber dado tantas vueltas por el mundo no extrañe demasiado el subirse a un avión ahora que con la pandemia del coronavirus es recomendable no viajar: “Muchas veces vamos tan deprisa que no somos conscientes de las cosas. Con el confinamiento me encerré con mis hijas y disfruté mucho de su compañía”. En plena cuarentena llegó la oferta de MasterChef y conoció a la cocinera Bárbara Buenache, su preparadora de cara a la competición de televisión: “Se ha volcado conmigo, ha confiado en mí más que yo misma y ha tirado del carro en los momentos en los que flaqueaba”, dice de su nueva amiga a la que continúa viendo una vez terminado el concurso: “Mi planazo es ir a casa de Bárbara, abrir una botellita de vino, poner musiquita y hacer nuestros platitos. Vamos hablando, vamos cotilleando, nos vamos riendo… Incluso nos ponemos a bailar un temazo”.
Buenache ha sido para Meroño un hada madrina, igual que ella lo fue para Javier Ambrossi antes de que este estrenara la obra de teatro La llamada. Ambos se conocieron en el rodaje de la serie Arrayán: —”Parecíamos Pili y Mili”, comenta de la estrecha amistad que forjaron— y después ella convenció a su entonces marido para que contratara a Ambrossi de camarero en el restaurante Válgame Dios, en el madrileño barrio de Chueca. Fue en aquel local, en el que también trabajó la actriz Belén Cuesta, donde se gestó el espectáculo que popularizó su nombre y el de Javier Calvo. Desde entonces Meroño ha aparecido en un capítulo de Paquita Salas, serie también creada por Los Javis, y espera que la pareja de directores la involucre en un nuevo proyecto: “Sé que Ambrossi, que siempre me lo dice, me dará una alegría. Estoy convencida”.
La actriz tiene ganas de regresar a la televisión y más tras su paso por MasterChef Celebrity: “Me ha hecho muy feliz volver a estar rodeada de cámaras y he recordado lo que había sido mi vida anteriormente. He conectado sobre todo con la ilusión esa del principio. Me he conectado otra vez conmigo”. Le han hablado de algún proyecto, pero todavía nada que se pueda confirmar. No obstante, saca a relucir su optimismo: “Ahora mismo estoy con mucha ilusión y con la mente positiva porque creo que es la única forma de atraer las cosas buenas”.
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