Ray Zapata llegó a España desde su República Dominicana natal a los 10 años. Primero se había adelantado su madre, que limpiaba habitaciones de hotel en Lanzarote. Al principio, él quiso volverse. Echaba de menos a sus amigos. Un día, fue una exhibición de gimnasia de sus hermanas y quedó fascinado por los saltos. Le dieron igual las burlas del principio —”eso es de niñas”— y las críticas, ya cumplidos los 18, de profesionales —”decían que era muy mayor y que me faltaba técnica”—. Si Gervasio Deferr, excampeón olímpico, no llega a cruzarse en su camino, habría dejado la gimnasia. Ambos celebraron el error de aquellos expertos con la medalla olímpica de plata que Zapata ganó en Tokio con 28 años cumplidos.
Pregunta. Su hija, nacida poco antes de los Juegos, se llama Olimpia. Lo tenía clarísimo, ¿no?
Respuesta. Sí. Ya había sido olímpico, pero quería este resultado en Tokio, dedicárselo, que cuando sea mayor mi hija sepa que se llama así por eso.
P. La madrina de Olimpia es la atleta Ana Peleteiro. En una entrevista nos dijo que le gritaron “¡negra de mierda, vete a tu país!”. ¿Ha sufrido ataques similares?
R. Nos conocimos en 2013 y nos hicimos muy amigos. En Tokio me puse más nervioso viéndola competir que cuando competí yo. No me gusta hablar de ello, pero sí he sufrido racismo. A los que dicen que nos volvamos me gustaría preguntarles qué han hecho ellos por su país. Quizá si ven lo que sí hacemos nosotros piensen: “Oye, pues a lo mejor no son tan negros de mierda”.
P. Vox vincula delincuencia, violencia e inmigración irregular. ¿Le preocupa ese mensaje?
R. Sí. Y no solo por Vox. Tengo la sensación de que en las noticias se habla mucho de lo malo y se celebra poco lo bueno. Esos mensajes hacen que la gente sienta miedo; se crea ansiedad. Criminales hay en todos lados; no se debe juzgar a nadie por su procedencia.
Mucha gente pensará que estoy forrado, pero no es así. La medalla olímpica son 48.000 euros y una beca. Es el trabajo de cuatro años
P. La gimnasia libró a su familia de un desahucio. ¿Cómo fue?
R. Mis padres estaban en paro y debíamos tres meses de alquiler. Entonces me dieron la beca Podium y les ayudé. Ahora mi padre tiene un pub. No somos ricos ni por asomo, pero vivimos bien.
P. Cuando ve las cantidades mareantes de dinero que se manejan en otros deportes, ¿qué se le pasa por la cabeza?
R. Pienso que es porque lo generan. La gimnasia no mueve el dinero del fútbol. A nosotros solo se nos ve en los Juegos y los Mundiales y a ellos todo el año. Una medalla de plata son 48.000 euros y luego te dan una beca de 40.000 durante dos años. Mucha gente pensará que estoy forrado, pero no es así. Te dan una ayuda, pero por el trabajo que ya has hecho, como si te pagaran el sueldo de cuatro años. No pido 20 millones, pero sí que se invierta un poco más en gimnasia.
P. Tuvo una temporada que apenas lograba dormir. ¿Debe parte de esa medalla a su psicólogo?
R. Por supuesto. Llevo dos años con Pablo del Río. Me ha ayudado a controlar la ansiedad, a ser mejor persona y mejor deportista. Ahora disfruto más. Recomiendo a todo el mundo la ayuda de los psicólogos.
P. Cuando Simone Biles anunció en los Juegos que no participaría en todas las competiciones por problemas de salud mental, hubo deportistas que lo presentaron como una debilidad. ¿Era debilidad o valentía?
Voy a opositar para ser policía. Me gusta ayudar a la gente
R. Fue un gesto valiente, inteligente y necesario. Es la mejor gimnasta de la historia y supo que tenía que parar pese a la presión. Los que presumían de fortaleza luego rompían raquetas de rabia. Simone dio una lección a todos.
P. ¿Y después de la gimnasia? ¿Dónde se ve en 10 años?
R. Ahora me voy a poner a opositar para policía. Mi sueño era bombero, pero esas oposiciones requieren más tiempo y mientras sigo entrenando no lo tengo. Me gusta ayudar. Quiero aportar cosas buenas.
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