Dentro de las escuelas literarias que hemos conocido a lo largo de la historia, sobresale una por sus particularidades, el realismo mágico. Vamos a conocer un poco mejor este interesante movimiento.
El realismo mágico alcanza su expresión máxima a mediados del siglo XX. Aunque gana muchos adeptos e influencia entre los escritores latinoamericanos, se cultiva por todo el mundo, incluida Europa y Asia.
No obstante, es importante no confundir este movimiento literario con el género de la fantasía. Aquí nos referimos a narraciones realistas que incluyen ciertos elementos mágicos, algo surrealistas e irreales que tienen importancia en la historia, pero no son percibidos como tal por los protagonistas de las novelas, de hecho, los observan como algo normal, sin ningún tipo de anomalía.
Características, autores y obras del realismo mágico
Como hemos comentado, el realismo mágico tiene su máximo apogeo a mediados del siglo XX, pero el primero en acuñar el término es Franz Roh, un crítico de arte alemán que lo menciona ya en 1925.
Otra particularidad es cómo Alejo Carpentier analiza esta escuela literaria, considerándola como algo que hace ‘lo real maravilloso’, aunque los críticos no se ponen de acuerdo en este extremo.
El realismo mágico encuentra antecedentes en la novela gótica del siglo XVIII, pero también entronca con el barroco del siglo XVI o el surrealismo, casi contemporáneo a comienzos del siglo XX.
Entre las características más llamativas de este movimiento, encontramos la mezcla de realismo con pura irrealidad que se observa como normal, con la integración de elementos mágicos sin que parezcan extraordinarios.
Estas obras no explican los elementos sobrenaturales, y son narrados como algo natural, con personajes inconscientes de la dimensión trascendente que tienen. Además, la muerte tiene un valor primordial en el discurso relativista de la verdad, con un enfoque metafísico del espacio y tiempo y una atmósfera intimista que mezcla personajes con mitos, leyendas y culturas naturales.
Si tuviéramos que distinguir a los autores más representativos del realismo mágico y sus obras más conocidas, quizás el máximo exponente pueda ser Jorge Luis Borges con Ficciones (1941).
Pero no es el único, obviamente. Destacan Alejo Carpentier y El siglo de las luces (1963), Julio Cortázar y su Bestiario (1951), Juan Rulfo y Pedro Páramo (1955), Gabriel García Márquez y Cien años de soledad (1967) o Miguel Ángel Asturias con Hombres de maíz (1949).
Curiosamente, el realismo mágico se ha cultivado durante muchos años, y buen ejemplo de ello son Como agua para chocolate (1989) de Laura Esquivel o La guerra del fin del mundo (1981) de Mario Vargas Llosa.
Finalizamos con obras de otros autores fuera de Latinoamérica que también han manejado este movimiento con maestría: El tambor de hojalata (1959) de Günter Grass, El libro de la risa y el olvido (1978) de Milan Kundera o Hijos de medianoche (1980) de Salman Rushdie.
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