Noof al Maadeed ha reaparecido en Twitter. El silencio de la joven feminista catarí en las redes sociales desató las alarmas a mediados del pasado octubre después de que regresara a su país, de donde había huido a causa del maltrato familiar. En una serie de vídeos, una sonriente Al Maadeed asegura encontrarse a salvo y con buena salud en Doha, pero no da ninguna explicación sobre lo ocurrido durante los tres últimos meses.
“Buenos días, mundo”, ha saludado este lunes en inglés desde una nueva cuenta estrenada la noche previa. “Estoy con vosotros de nuevo”, había anunciado antes en árabe en un vídeo de apenas 37 segundos en el que también dice encontrarse bien y agradece el interés mostrado por sus amigos y simpatizantes. En una segunda grabación aún más breve confirma la fecha y, casi de inmediato, como si se diera cuenta de que ha olvidado mencionarlo, cuelga un tercer vídeo en el que precisa que está en Doha, la capital de Qatar.
Al Maadeed también ha vuelto a postear en su antigua cuenta de Twitter (@noofalmaadeed) que permanecía inactiva desde el pasado 13 de octubre cuando tras denunciar “intentos de asesinato” por parte de familiares dejó de actualizarla y de responder a los mensajes. Su repentino silencio en las redes sociales, donde era muy activa, hizo temer por su vida a varias organizaciones de derechos. No obstante, el Gobierno catarí rechazó comentar el asunto.
El Gulf Centre for Human Rights (GCHR), el primero en avisar de la reaparición de la joven en Twitter, ha celebrado que “Al Maadeed esté viva y con buena salud”. En declaraciones a EL PAÍS, el director de esa organización, Khalid Ibrahim, se muestra convencido de que “estuvo detenida, pero ahora el Gobierno de Qatar quiere usarla para atacar la credibilidad del movimiento de derechos humanos”. Para el GCHR, “la presión internacional, además de la inminente inauguración de la Copa del Mundo [de fútbol] de 2022, ha obligado a las autoridades de Qatar a revelar el paradero de Al Maadeed y proteger sus derechos civiles y humanos”.
Aunque la joven no hace alusión a lo ocurrido en los últimos meses, uno de sus tuits parece respaldar esa versión. Justo tras los tres vídeos colgados en su nueva cuenta, otra entrada da las gracias en inglés a Mana al Misned, la ministra catarí de Desarrollo Social y Familia. El mensaje va acompañado de una foto con un globo y dos tartas con las frases, también en inglés, de “Bienvenida a Casa” y “Feliz Cumpleaños”. Pero Al Maadeed cumplió 23 años el pasado 18 de octubre, al poco de su regreso a Qatar y su desaparición de la vida pública.
Al Maadeed había huido de su país dos años antes y recaló en el Reino Unido donde pidió asilo político tras denunciar el maltrato familiar y las restricciones que sufría por ser mujer a pesar de que ya había alcanzado la mayoría de edad. Allí, la joven catarí se convirtió en una activista contra la violencia doméstica y la tutela masculina. Criticaba cómo este sistema, vigente en distintos grados en los países de la península Arábiga, frena la independencia de las mujeres al someterlas al permiso de un varón para estudiar, trabajar, viajar o casarse. También utilizaba sus redes sociales para ayudar a quienes como ella se sentían atrapadas por las leyes misóginas de sus países, con consejos sobre cómo escapar y solicitar refugio.
Hasta que en septiembre del año pasado decidió volver a Qatar. En un vídeo explicó que había empezado a sentirse como una extraña y que quería vivir en su país. También daba a entender que había recibido garantías por parte las autoridades cataríes.
En Qatar, como en otros países del Golfo, el enorme desarrollo económico que ha financiado la abundancia de hidrocarburos no se ha traducido en un avance equiparable de la mentalidad. A menudo, cuando las mujeres piden ayuda ante una situación de violencia machista, las autoridades intentan reconciliarlas con sus familias e incluso las obligan a volver a casa, en lugar de facilitarles la posibilidad de vivir por su cuenta.
Al mismo tiempo, el acceso a la educación y a los nuevos medios de comunicación han dado a las mujeres de la zona una ventana al mundo sin precedentes. En los dos años anteriores a la pandemia, un goteo de huidas al extranjero por parte de ciudadanas de esos países pusieron de relieve la gravedad de la situación. Las ONG que las ayudan aseguraban que era solo la punta del iceberg, ya que muchas no logran escapar y la mayoría de las que lo consiguen prefieren guardar silencio.
La organización de derechos Human Rights Watch publicó la pasada primavera un informe en el que denunciaba el sistema de tutela en Qatar, que reduce a las mujeres a eternas menores. Según el estudio, ni siquiera se trata de un cuerpo legal claro, sino de una mezcla de leyes, políticas y usos que contradicen la Ley de Familia (la tutela acaba cuando los cataríes cumplen 18 años) y la Constitución (que establece la igualdad “sin discriminación por razón del sexo”).
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