Más información
La construcción por parte de China de una nueva red de silos para el lanzamiento de cabezas nucleares, revelada esta semana por la Federación de Científicos Americanos, muestra la aceleración de la carrera de armas atómicas emprendida por el régimen del presidente Xi Jinping y pone de manifiesto la necesidad urgente de incorporar a Pekín a los principales mecanismos de alto nivel respecto a prevención y desarme en los que hasta ahora estaban solo involucrados las que han sido consideradas únicas grandes potencias nucleares con capacidad de destrucción mundial: Estados Unidos y Rusia.
No es el único dato preocupante. Otra investigación del Centro James Martin para los Estudios de no Proliferación ha revelado la construcción de otros 119 silos en una región desértica del país asiático. Y aunque es cierto que la capacidad estimada actual de cabezas atómicas chinas —entre 200 y 350, dependiendo de la fuente— queda muy lejos de las alrededor de 4.000 almacenadas que poseen Estados Unidos y Rusia, resulta evidente que Pekín está invirtiendo importantes recursos para lograr que su arsenal nuclear experimente un notable salto cualitativo y cuantitativo, con una innegable aspiración de influencia global.
Estas revelaciones se han producido en la misma semana en la que Washington y Moscú se han reunido en Ginebra para tratar sobre el desarme nuclear. Encuentro que es un resultado palpable de la cumbre celebrada el pasado junio entre los presidentes Joe Biden y Vladímir Putin. Ya resulta positivo y tranquilizador que EE UU y Rusia hayan prorrogado hasta 2026 el Tratado Nuevo Start de 2010 —limita el número de cabezas nucleares desplegadas por Rusia y EE UU a un máximo de 1.550 y 700 sistemas balísticos en tierra, mar y aire— y, en este sentido, las conversaciones de esta semana, de carácter técnico, siguen esta senda de diálogo. Pero lo preocupante es que China siempre se haya negado a participar en un encuentro de este tipo.
China ya es una potencia global en múltiples y decisivos campos y ahora Xi Jinping ha decidido poner su arsenal nuclear al mismo nivel de las otras dos grandes potencias atómicas. Aparte de que la proliferación armamentística nuclear jamás puede ser positiva, la irrupción con fuerza de un tercer actor en este amenazante escenario hace necesaria una reconfiguración del sistema de tratados, controles y garantías que han evitado hasta ahora la destrucción del planeta. Es preciso hacer ver a China que su aceptación y participación en estos mecanismos resulta imprescindible porque la única seguridad que se tiene sobre una guerra nuclear global es que todos seremos perdedores.
Source link