Recolectores de algas marinas en Asturias piden moderación en su arranque


El mar arroja a las playas cosas que podemos aprovechar. En la parte oriental de Asturias es tradicional la recogida de las algas de arribazón, una materia gelatinosa, húmeda y rojiza que en la zona llaman ocle (Gelidium sesquipedale) y que forma grandes praderas en el fondo marino, arrulladas por las corrientes. Después de los temporales, el ocle alfombra las playas y los ocleros, ya sea a mano, con pala y cubo, o de forma mecanizada, usando tractores, lo recolectan. Hay quien lo ha llamado el “oro rojo”. Y hay quien dice que se está acabando.

Muchas familias de la zona de Llanes, Ribadesella…, llevan muchos años complementando sus ganancias en la ganadería, la agricultura o la construcción con lo que les da el ocle. Lo recogen durante la segunda parte de cada año, lo secan en los prados (es común ver por esas fechas los prados verdes salpicados de montones de esta sustancia) y lo venden a empresas. Esas empresas utilizan el ocle para obtener agar-agar, un polisacárido útil para formar gelatinas, con diversas aplicaciones en gastronomía, alimentación (como aditivo alimentario tiene el código E406), cosmética o farmacia. “Mucho de lo que se ve en estos pueblos se construyó gracias al ocle, muchos chavales estudiaron con ese dinero, para algunas familias representa hasta el 70% de sus ingresos”, explica Fernando Abad, fundador de la Asociación de Ocleros del Oriente.

Después de recibir el ocle las empresas someten a las algas a un proceso industrial (se lavan, se meten en grandes ollas a gran presión y temperatura, se filtran, etc) hasta obtener el producto final, que suele ser en forma de polvo. “Nosotros nos dedicamos sobre todo a proveer a laboratorios de investigación científica: el agar agar sirve como base para cultivos microbiológicos”, dice Gaspar Carrera, director general de Agar de Asturias. Hay dos empresas del ramo en Asturias y otra en Burgos, según un recuento del propio Carrera.

Recoger el ocle de arribazón en la playa no es la única manera de explotarlo. También se puede arrancar de los campos de ocle marinos, utilizando barcos pesqueros, buceadores y obteniendo material limpio y de mejor calidad. Así los pescadores también complementan sus ingresos, se sostiene la flota pesquera y los caladeros de peces descansan. Ambas actividades están reguladas por la Dirección General de Pesca del Principado de Asturias: actualmente se permite arrancar ocle en cuatro sectores del litoral, hasta 46.000 toneladas por campaña, y desde 28 barcos pesqueros autorizados.

Aquí comienza el conflicto, porque el ocle está dejando de llegar a las playas, y los ocleros de arribazón responsabilizan de ello a las técnicas de arranque: si lo arrancan en alta mar los barcos, argumentan, no llega a la playa y, además, esquilman los campos submarinos. También los ecologistas: “Al arrancar las algas, su capacidad de recuperación es mucho menor”, dice Fructuoso Postigo, de la Coordinadora Ecologista de Asturias, “además, afecta a la pérdida de biodiversidad, agravada por los vertidos, la sobrepesca o el cambio climático. Las algas son una zona de refugio de los peces”.

La autoridad competente dice no tener evidencia de ello. “Realizamos estudios frecuentes de los campos, a través de biólogos y buceadores, mediante nuestro Centro de Experimentación Pesquera, y no hemos encontrado una relación entre el uso de técnicas de arranque y la disminución del ocle”, explica Francisco J. González, director general de Pesca del Principado. Señala que, si algunas temporadas hay menos ocle, se debe a fenómenos cíclicos, naturales. “Si detectáramos cualquier anomía, cerraríamos o vedaríamos”, añade el director, “queremos que haya rentabilidad, pero también que sea sostenible”.

También denuncian los ocleros que ya no son los pescadores los que arrancan el ocle, sino las propias empresas de agar, que se lo venden entre ellas. “Es una especie de monopolio”, dice Abad, “y así, ya no nos compran el material a los ocleros”. Desde la Dirección General afirman que todos los barcos que se utilizan son barcos pesqueros (llamados de lista tercera), aunque ignoran si algunos trabajan para las empresas. “Nosotros trabajamos con las cofradías de pescadores, llegamos a acuerdos con ellos a cambio del ocle”, señala del director de Agar de Asturias.

Hace unos cuatro años, se experimentó una gran subida en el precio del ocle, lo que hizo que muchas personas solicitarán una licencia para recoger ocle de arribazón. “Debido a la fuerte demanda, el kilo de ocle seco (un kilo de ocle seco puede corresponder a cinco kilos del ocle mojado que se recoge) llegó a estar a 2,50 euros”, recuerda Abad. Ahora los precios han bajado mucho, en torno a los 75 céntimos. Eso unido a la escasez del ocle que llega a las playas puede llevar a la desaparición del tradicional oficio de oclero, precisamente en una época de profunda crisis, cuando más hace falta sumar al presupuesto familiar.

“En las zonas donde arrancan los barcos no llegó a la playa en la última campaña prácticamente nada”, afirma Abad. Piden que haya más control de los cupos obtenidos y una moderación del arranque. Se preocupan, por si fuera poco, por la importación de algas de Francia o Marruecos, que les puede dejar sin trabajo. Y alegan que su actividad, que se limita a recoger lo que el mar escupe, es completamente sostenible. “Si no cambian las cosas, esto desaparecerá para siempre”, concluye el oclero.

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