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Reconstrucción del pacto de los ERTE: 10 horas de negociación y una noche de descuento

Las 10 horas de negociación que pasaron el lunes los equipos de los Ministerios de Trabajo y de Seguridad Social con los de los agentes sociales fueron importantes para empujar el acuerdo de la nueva prórroga de los ERTE. Y, en cambio, necesitaron lo que pasó después para que se alcanzara un punto de encuentro que incluyera a las patronales CEOE y Cepyme. Entre las nueve de la noche del lunes, cuando se levantó la mesa y el acuerdo a tres bandas parecía lejano, y las nueve de la mañana del martes comenzó un tráfico intenso de llamadas entre varios ministros, el presidente de CEOE, Antonio Garamendi, y los líderes sindicales, Pepe Álvarez (UGT) y Unai Sordo (CC OO), que desembocó en el decisivo aumento de las exenciones en las cuotas sociales, según narran varias fuentes de las partes presentes en la mesa. Las luces en la sede de la patronal estuvieron encendidas hasta al menos la 1.30 de la madrugada. Se durmió poco.

El lunes había comenzado a las 11 de la mañana en la sala de reuniones más grande del edificio que comparten el Ministerio de Trabajo y de Seguridad Social, en Nuevos Ministerios, una gran habitación que tiene una mesa oval en la que antes de la pandemia se celebraban las reuniones con las 17 comunidades autónomas. Era el último día de unas negociaciones que habían empezado a comienzos de septiembre en Mallorca, un simbólico comienzo en la que es probablemente la zona cero de la crisis económica y turística que vive España. Como siempre en estas reuniones llevó las riendas el secretario de Estado de Empleo, Joaquín Pérez Rey, que hizo gala de su habitual optimismo. “Es un eterno optimista. Aunque a veces creo que es un poco impostado para animar a llegar a acuerdos”, apunta uno de los asistentes. El responsable de la Seguridad Social, Israel Arroyo, y la secretaria de Acción Sindical de CC OO, Mari Cruz Vicente, participaron en el encuentro por videoconferencia. Todos llegaban a la cita después de un intenso fin de semana de contactos y llamadas. “Mi teléfono el domingo tenía registradas siete horas y medias de conversación. Y supongo que el de los demás igual”, apunta una negociadora.

Nada más comenzar Pérez Rey propuso un cambio en la estructura del texto que iba a articular la prórroga que fue acogido “con alegría”, señalan varios de los presentes, por los negociadores de la patronal. También a los sindicatos les gustaba la idea. Entre estos últimos se destaca más el papel de los negociadores de Trabajo que de los de Seguridad Social: “Son más flexibles”. El cambio básicamente consistía en dar más protagonismo en la redacción a los ERTE por rebrote, que abren hueco a la entrada en las ayudas al comercio, la hostelería y la restauración, y restárselo a los ERTE que focalizaban las ayudas en sectores especialmente dañados.

Una vez quedó claro que había que reescribir el texto, se suspendió la reunión. Los equipos de los agentes sociales se fueron a comer a bares y restaurantes cercanos. “Ya llevábamos muchas reuniones comiendo de pie lo que nos traían, tortillas, rabas de calamar, lomo… Nos dijeron que tardarían más de una hora y media, así que salimos”. Los negociadores del Gobierno apenas pudieron comer. Se quedaron a escribir la nueva propuesta, una tarea en la que suele tener mucho protagonismo la directora general de Trabajo, Verónica Martínez Barbero, una inspectora que “conoce muy bien la normativa laboral”, concede una contraparte.

Pero a la vuelta, pasadas las tres y media, la patronal no daba su brazo a torcer. “Si se mantenía el compromiso de mantenimiento del empleo [durante seis meses para las empresas que se acojan a los ERTE], las exoneraciones no eran lo suficientemente altas”, apunta uno de los negociadores de la patronal. “No sé por qué decían lo del compromiso: siempre ha estado ahí, desde el primer día”, deslizan desde uno de los sindicatos. Otros apuntan a la presión que se ejercía desde las patronales de la Hostelería y el Comercio, que se sentían discriminadas frente al turismo. “Se me ha caído el teléfono de las llamadas que he recibido estas semanas”, apuntaba ayer un dirigente empresarial que no estaba en la reunión. “Pero es normal, la gente está muy quemada”.

La tarde transcurrió. Acumularon más horas juntos un grupo de personas que en los seis meses ha pasado “cientos de horas” negociando los ERTE y sus tres prórrogas, el teletrabajo, los reglamentos que desarrollan los planes de igualdad y las auditorías salariales… y que a partir de ahora tendrán que esmerarse con la regulación de los riders y la reforma laboral. Ese conocimiento mutuo sirvió para que cuando la CEOE dejó claro que con lo hablado hasta ese momento no iba a dar el sí, uno de los sindicalistas presentes tuviera claro por el tono de las intervenciones que ni esa era la última propuesta del Gobierno ni la última palabra de los empresarios. “Hay que estar atento a las llamadas que va a haber”, decía el mismo lunes por la noche, en tono de queja. Un negociador empresarial explica que había llegado el punto en que los técnicos no podían llegar más allá: “Hay un momento en que los que estamos en la mesa sabemos que ya no podemos avanzar más y es el punto en que entran los presidentes, los secretarios generales y los ministros”.

“Creo que ha sido la ronda de negociaciones en que ha habido más conversaciones telefónicas entre Yolanda [Díaz] y Antonio [Garamendi]”, señala una colaboradora de uno de los dos. Lo mismo apuntan en Seguridad Social sobre el ministro José Luis Escrivá, donde apuntan que la propuesta con el aumento de exoneraciones “debió llegar a primerísima hora de la mañana después de una noche de muchos mensajes de WhatsApp”.


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