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Renuncia el constituyente que engañó a Chile con un cáncer inventado

Rodrigo Rojas Vade en una imagen del 25 de junio pasado, en Santiago.
Rodrigo Rojas Vade en una imagen del 25 de junio pasado, en Santiago.MARTIN BERNETTI / AFP

El convencional chileno Rodrigo Rojas Vade, que inventó estar enfermo de cáncer para construir una figura política, cuando en realidad padecería de sífilis, este lunes ha anunciado que renuncia al órgano que tiene hasta julio de 2022 para ofrecer a Chile país una nueva Constitución. Lo hace a 16 días de que una investigación periodística reveló su mentira, que lo obligó a confesar ante la opinión pública, y en medio de una investigación de la Fiscalía tras la denuncia de la misma mesa directiva de la convencional. “No volveré a asistir, conectarme de forma remota o participar de ninguna otra votación, independiente de mi estado de salud. Su rol [de la convención] es demasiado importante como para ser una dificultad en su funcionamiento o resultado”, aseguró hoy el hombre de 37 años, que fue uno de los rostros visibles del estallido social de 2019 y construyó una carrera ascendente sobre la base de la falsa enfermedad.

Chile

La situación de Rojas Vade era insostenible. Desde que el sábado 4 de septiembre se conoció el engaño, el caso ha amenazado con enturbiar el delicado trabajo de la convención, el camino institucional al que apuesta Chile para salir de sus crisis social y política. La policía llegó en una jornada a interrogar en calidad de testigos tanto a la presidenta del órgano, Elisa Loncon, como al vicepresidente, Jaime Bassa, parte de la mesa directiva que pidió a la Fiscalía abrir la investigación. Los integrantes de la agrupación de Rojas Vade, Pueblo Constituyente, protagonizaron bochornosos episodios ante la prensa, al negarse a hablar del asunto: “No vamos a hablar más del tema”, aseguró la constituyente Natalia Henríquez. Diversas agrupaciones de enfermos de cáncer y médicos especialistas manifestaron su dolor por la mentira y su indignación. Su abogado, Tomás Ramírez, en los últimos días ha concedido diversas entrevistas para ahondar en su estado de salud. Luego de que se especulara que padecía de VIH –luego de que estalló el caso, el mismo Rojas Vade dijo que padecía de una enfermedad estigmatizadora, sin entregar mayores antecedentes–, su representante aseguró que padecía de sífilis, la enfermedad de Behcet y púrpura trombocitopénica idiopática.

En la entrevista que destapó el caso, Rojas Vade –conocido como Pelao Vade– abrió la puerta a la renuncia: “Siento que me tengo que retirar. No tengo nada más que hacer en la convención”. No volvió a asistir a la convención, porque presentó una baja médica. Tampoco entregó directamente su versión, solo a través de un comunicado, algunos días después: “Me defenderé en tribunales, porque no soy delincuente”, manifestó el 9 de septiembre, sin volver a referirse a una eventual renuncia. En el vídeo publicado hoy, Rojas Vade vuelve a pedir disculpas y asegura que el dinero que recibió en una actividad solidaria fue destinado “a solventar deudas adquiridas” por sus problemas médicos. “De igual forma, no aceptaré dinero por los días en que no trabajé sin justificación y tan pronto exista el mecanismo para presentar mi renuncia formal, haré uso del mismo”, dijo el extripulante de aerolíneas.

Rojas Vade hacía referencia a los impedimentos que tiene la convención para destituirlo, porque actualmente no existe una norma que lo permita. El órgano, que se encuentra en la etapa final del debate sobre el reglamento interno, a tres meses de su arranque el 4 de julio pasado, no ha recibido por el momento la renuncia formal del constituyente. “La convención buscará a través de las reglas existentes o las que están por crearse los mecanismos para materializar esa decisión”, aseguró esta tarde el vicepresidente adjunto de la mesa, Pedro Muñoz. Desde entonces, la convención deberá resolver temas administrativos y financieros.

A su vez, se abre otro dilema, pero sobre su eventual reemplazo. El mismo Rojas Vade en su vídeo de hoy habló sobre el asunto: “Desde ya, manifiesto mi anhelo de que sean 155 los que defiendan el proyecto de Constitución Política que entregarán al país para su ratificación para dejar atrás a la nefasta Constitución de 1980”, aseguró, apuntando a que alguien lo sustituya para que el órgano siga estando compuesto por 155 personas. Pero para convencionales de la derecha, que son minoría, se trata de una triquiñuela: “La Constitución regula claramente qué ocurre con la vacancia. Los independientes [como Rojas Vade] no se reemplazan. No hay vacío. Esperemos que los convencionales no se pongan creativos y que a puro voluntarismo quieran saltarse las reglas nuevamente”, escribió en Twitter la constituyente Constanza Hube.

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Rojas Vade se hizo conocido por protestar mientras supuestamente sufría una leucemia linfocítica aguda mixta, uno de los cánceres más graves que existen y que ataca la sangre y la médula ósea. De acuerdo a su versión inicial de este exoperador de vuelos, cuando arrancaron las revueltas en octubre de 2019 había recientemente abandonado el tratamiento. “No lucho contra el cáncer. Lucho para pagar la quimio. Salud digna para Chile”, decía el cartel con el que aparece en la fotografía que lo hizo conocido en las redes sociales hace casi dos años. Desde entonces, el hombre iba a protestar cada viernes con el torso desnudo, sin cejas ni pelo en su rostro y cabeza. Llegaba al epicentro de las protestas en Santiago de Chile con parches, mascarillas –antes de la covid-19– y hasta con catéter. Se transformó en un icono de la lucha de la llamada primera línea, el grupo de manifestantes que se enfrentaba a Carabineros en las semanas álgidas de la protesta. Parecía siempre dispuesto a enfrentar a la policía y lo retrataba a través de las fotografías en las redes sociales.

Durante casi dos años contó su historia en diferentes espacios. Abrió un blog donde contaba detalles de su tratamiento. Se llamaba Cáncer, realidad sin filtro, que ahora ha cerrado. En Instagram subió fotos de sus exámenes, hospitalizaciones y las heridas de su cuerpo, usando siempre el #cancerfighter (luchador contra el cáncer). Manifestó tener una deuda con una clínica privada de unos 480.000 dólares a causa de su enfermedad. Luego, al resultar electo, en su declaración de intereses y patrimonio manifestó tener una deuda con un banco chileno por unos 35.000 dólares “por financiamiento de tratamiento quimioterapéutico contra el cáncer”.

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